VIERNES 18 DE FEBRERO DE 2000

* Julio Boltvinik *

Juegos de poder

El gobierno estadunidense ha lanzado una fuerte contraofensiva para tratar de bajar los precios internacionales del petróleo, que considera muy altos. Estos han estado subiendo sistemáticamente desde hace ya más de un año. Al día de hoy, la mezcla mexicana rebasó los 25 dólares el barril, muy por arriba de la estimación de 16.50 dólares incluida por la Cámara de Diputados (con gran enojo del Ejecutivo que la juzgó excesiva) en el Presupuesto de Egresos de la Federación del 2000. Los precios del petróleo mexicano se han más que triplicado desde que, en diciembre de 1998, promediaron 7.9 dólares por barril.

Es necesario recordar varias cosas. Por una parte, México no es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Desde los años setenta hasta 1998 México jugó un papel de ''esquirol'' de esta organización junto con algunos países desarrollados como Gran Bretaña y Noruega. Cuando la OPEP recortaba sus volúmenes de producción para presionar al alza los precios del petróleo, México aumentaba su plataforma de exportación, boicoteando los resultados de aquella decisión. Por eso, cuando Luis Téllez empezó a reunirse con los encargados del petróleo de Arabia Saudita y de Venezuela, hace casi dos años, y logró un acuerdo para reducir los niveles de exportación de los tres países, se produjo un viraje notable en la política mexicana. El acuerdo de reducción fue posteriormente adoptado por la OPEP y por otros países ajenos a esa organización, como Noruega. El resultado: el espectacular aumento que hemos comentado.

La contraofensiva del gobierno de Estados Unidos se expresa en la visita que hará a México, y a otros tres países, Bill Richardson, jefe de su Departamento de Energía, y en el discurso de Clinton, en el que amenaza con poner a la venta las reservas estratégicas de petróleo de su país. Es notable que no haya hablado de la deseable estabilidad de petroprecios cuando estos habían caído estrepitosamente durante 1998.

Luis Téllez parece estar cediendo ante esta contraofensiva sin antes dialogar con Venezuela y Arabia Saudita, ni con otros miembros de la OPEP. Con esto podría romper el pacto de actuar como grupo. Es cierto que hasta este momento se trata sólo de declaraciones.

Téllez argumenta, partiendo de la premisa que los precios del petróleo están muy altos, que ''si no se reducen los precios, lo que puede suceder es que, para mitigar las presiones inflacionarias, los bancos centrales de Europa, Estados Unidos y Japón podrían subir sus tasas de descuento (tasas de interés) y esto genera un efecto negativo sobre el crecimiento de estas economías y obviamente sobre la mexicana''.

ƑEs correcta la premisa de que los precios del petróleo están muy altos? Con precios que se han triplicado en poco más de un año parecería ociosa la pregunta. Pero no lo es. En 1980 los precios del crudo mexicano de exportación promediaron 31 dólares, y llegaron a alcanzar 36 dólares en enero y febrero de 1981. Los precios fueron de 18.8 dólares en promedio en 1990, de 15.7 en 1999 y han llegado en estos días a 25.7 dólares. Nótese que el precio de 1999 es menos de la mitad del de 1980 šen dólares nominales! El precio mínimo de 7.9 de diciembre de 1998 es menos de la cuarta parte, en términos nominales, que el valor promedio de 1980.

Pero los dólares, aunque lentamente, han ido perdiendo poder adquisitivo. Entre 1980 y 1999 el dólar redujo a la mitad su poder adquisitivo. Un dólar de hoy tiene el poder adquisitivo de medio dólar de 1980. En términos de dólares con poder adquisitivo constante, la evolución de los precios del petróleo es como sigue: 31 dólares por barril en 1980; 12.5 en 1990; 8 en el promedio de 1999 y 13.1 en estos días. Es decir, el precio ''muy alto de hoy'', que provoca las amenazas de Clinton, el viaje de Richardson y las declaraciones de Téllez, es un precio en términos históricos bastante bajo: es apenas un poco más de la tercera parte del nivel histórico máximo de 1981 y 42 por ciento del nivel promedio de 1980. El precio que recibimos en promedio en 1999 es apenas un poco más de la cuarta parte del precio real de 1980. Reducirlo, como quiere el gobierno federal, sería un acto de singular desprendimiento: regalar el petróleo, que no es suyo, si no del pueblo de México, abrumado por la pobreza, a los pueblos más ricos de la tierra.

Además de que la premisa está mal, que los precios de hoy no son muy altos, la conclusión respecto del impacto del aumento de los petroprecios en la inflación de los países desarrollados y, vía la reacción de la política económica (alza en las tasas de interés), en el crecimiento económico de la economía mundial, puede ponerse seriamente en duda. La inflación en Estados Unidos en 1999, a pesar del impresionante aumento de los precios del petróleo, fue de sólo 2.7 por ciento. Un aumento similar en los precios del petróleo en los años setenta se hubiese traducido, efectivamente, en tasas altas de inflación. Parece haber ahora factores compensatorios. El más importante es el aumento de la productividad del trabajo, que ha crecido en la economía norteamericana en los tres últimos años a una tasa promedio de 2.8 por ciento cada año. Este crecimiento en la productividad absorbe los aumentos en ciertos costos, sin que se produzcan aumentos en los precios de los bienes. La revista Business Week ha llamado a este fenómeno la Nueva Economía. Una economía en la que puede haber crecimiento muy acelerado con muy baja inflación. Esto es algo que sabe muy bien Greenspan, el poderoso director del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, que sería la persona que tendría que impulsar el alza en la tasa de descuento (o interés) que tanto preocupa a Téllez.

Además, el aumento fuerte ya ocurrió sin efecto notable en la inflación. De aquí en adelante lo que se debería buscar es una estabilización de precios del petróleo que lograra un alza suave y luego la estabilidad en términos reales. Es deseable que haya precios estables del petróleo. Sin embargo, Téllez tiene la obligación de defender precios estables y altos, mientras Clinton está obligado a presionar por precios estables y bajos. Los mercados realmente existentes son, a pesar de los ideólogos que idealizan el mercado, escenarios de lucha entre poderes reales. México solo no es nada en ese juego del poder. En cambio con la renacida OPEP puede hacer algo. ƑNo sería tiempo que México entrara a la OPEP?