* Astillero *
* Julio Hernández López *
En El Mexe fue lo mismo: los criterios de los tecnócratas neoliberales, que juzgan innecesario gastar en la educación popular, llevaron a estudiantes normalistas a declarar un paro; luego, para enfrentar el crecimiento de ese movimiento reivindicatorio, el uso torpe, insensible de los mecanismos represivos típicos de este gobierno: la conversión del Poder Judicial en tapadera de las decisiones políticas del Ejecutivo; el uso de cuerpos represores de élite; la provocación para fabricar delitos graves a los estudiantes, entre ellos los de corte político, como el motín; el encarcelamiento de casi mil jóvenes, y otros detalles coincidentes más.
Pero los resultados no fueron similares, pues se produjo un estallido de rebelión popular que revela con dramatismo el extremo de ruptura al que ha sido llevado el estado de derecho en nuestro país. Allí, en el México rural, en el México bronco, en Tepatepec, municipio de Francisco I. Madero, en Hidalgo, el pueblo se enfrentó a la arbitrariedad y, luego de degradar y poner de rodillas al poder, consiguió la liberación de los estudiantes presos, la recuperación del espacio escolar en disputa y la instalación de una mesa de debate para buscarle soluciones reales al conflicto de la Escuela Normal Rural Luis Villarreal, cuya lucha fue opacada y a veces olvidada por el centralismo que prefirió concentrarse en los escenarios a todo color y en cadena nacional de la UNAM.
La ley de Herodes o Todo el poder
o la realidad supera la ficción
Es imposible resistir la tentación de recurrir a la visualización cinematográfica: en una escena estarían el presidente Zedillo, su gabinete y la élite militar en la celebración del Día del Ejército; en otra estarían los más de sesenta granaderos arrodillados, semidesnudos, sometidos a un juicio popular sumario. Un cambio de escena llevaría a las gratas reuniones de míster Luis Téllez y el señor Richardson, dedicados como buenos amigos, como buenos socios, a precisar los términos en los que Estados Unidos se seguirán beneficiando de la entrega de nuestro petróleo. Un giro de la cámara nos llevaría a Tuxtla Gutiérrez, donde Francisco Labastida estaría haciendo uno más de sus ofrecimientos amnésicos de campaña, con los que promete con pasión lo contrario de lo que hizo como funcionario de Bucareli: darle salidas políticas al ejército zapatista y buscar su inserción en la vida política mexicana. Otra toma habría de llevarnos a ver y escuchar a la relatora especial de Naciones Unidas sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, Asma Jahangir, leyendo su reporte sobre México.
Mantener la seguridad interior
Reunido con los mandos militares del país, el presidente Zedillo escuchó al general secretario, Enrique Cervantes, informar de la restructuración estratégica que han realizado las fuerzas armadas nacionales para garantizar su obligación constitucional de mantener la seguridad interior.
Ahora, con ese nuevo despliegue, hay una presencia mayor, y más equilibrada, en fronteras, litorales y espacio interior.
El general secretario haría, por lo demás, una nueva demostración de fidelidad al mando supremo que es el Presidente de la República. Ambos, general y Presidente, reforzarían su compromiso de seguir trabajando contra el narcotráfico y en defensa de la seguridad interior nacional.
ƑCómo se llamó la película?
Pero mientras en la madrugada se preparaban las mesas y los platillos para la celebración castrense, en el palacio de gobierno de Hidalgo comenzaba el montaje de la provocación. Allí las fuerzas policiacas (por orden de una juez, Ƒles suena la historia a película ya vista?) arremetían contra los centenares de jóvenes normalistas que desde días atrás obstruían el paso en una de las dos principales puertas de ese inmueble oficial, en protesta por que el gobierno pretendía aplicar criterios de rendimiento escolar y reducción de becas, con lo que, en realidad, trataban de cerrar esa escuela y evitar el financiamiento de un plantel que produce profesores críticos del poder, activistas contra las injusticias.
Que habían intentado tomar el palacio, quebrando vidrios y rompiendo puertas. Que por eso habían tenido que proceder, dirían los jefes policiacos luego, posando para las cámaras de la historia. Tres horas después, otros centenares de granaderos llegarían hasta la normal rural hidalguense para tomar dormidos a los jóvenes (Ƒdónde hemos visto esa misma película, en qué cine, acaso en el de Las glorias de la globalifilia?), y arrebatándoles el control de las instalaciones escolares, consignarlos ante los agentes del Ministerio Público.
El recuerdo del linchamiento
de Huejutla
La reacción de los habitantes de Tepatepec y de los padres de familia fue tajante: se organizaron y fueron a enfrentarse con los granaderos que dividieron su suerte en dos capítulos: los que huyeron, corriendo entre el monte o tirándose al canal de las aguas negras, y los que no pudiendo fugarse fueron atrapados y recibieron el demérito público de ser desposeídos de sus uniformes y equipo, paseados por las calles del poblado y llevados a la plaza principal, donde se amenazó con prenderles fuego de uno por uno si el gobernador Manuel Angel Núñez no negociaba y liberaba a los estudiantes detenidos. Núñez debe haber sentido encima el fantasma de Jesús Murillo Karam, y no sólo por las presiones caciquiles con que éste, su antecesor y ahora subsecretario de Gobernación, le atosiga cotidianamente, sino por el recuerdo de aquella ocasión en la que fue linchado un presunto delincuente en la plaza de Huejutla sin que ningún mando estatal fuese capaz de impedirlo.
Jugando a la tiendita
Mientras tanto, míster Luis Téllez jugaba a la tiendita con el señor Richardson. Estados Unidos no desea deshacerse de su reserva estratégica de petróleo y tampoco quiere pagar el barril de petróleo a un precio tan alto que pueda provocar desajustes a su economía imperial. Por ello vino el señor Richardson a decirle a míster Téllez que nos podría hacer daño un exceso de dinero (la administración lopezportillista de la abundancia) y que sería mejor que le vendiéramos más cantidad de petróleo, y a más bajo precio, a sus siempre amables buenos vecinos del norte.
Como en la política mexicana no hay mejor demostración de que algo es cierto que el énfasis con el que los hombres del poder lo niegan, resultan graciosos los esfuerzos de los personajes petroleros por negar que la visita del estadunidense fuese para imponer órdenes o para hacer amenazas al mexicano. Creyendo que estaba en una convención anual de mexicanos especializados en el arte de chuparse el dedo, el señor Richardson dijo que, en realidad, había venido a México a visitar a su madre, que vive en Cuernavaca, y a su hermana, que preside un hospital infantil que en estos días realiza una colecta pública de fondos. De pasadita, platicó con el encargado del almacén donde se guardan los tambos del petróleo mexicano.
Una salida política
En Chiapas, Francisco Labastida, mientras tanto, producía una pieza oratoria más de colección (de colección porque no pasa del armario en el que se guarda): generar condiciones para que el conflicto armado de aquella región tenga una salida política, y para que los zapatistas se integren a plenitud a la vida política nacional. No se supo si el discurso de referencia fue escrito por su estratega de guerra, Adolfo Orive. Las palabras del sinaloense se produjeron en el acto de toma de protesta de Sami David David como candidato priísta al relevo del capitán Roberto Albores Guillén.
ƑQué no es así la globalización?
Por último, está la imagen de la relatora de la ONU, Asma Jahangir, coronando cual rica cereza el coctel de los fanáticos de la globalización: si en Europa hay un movimiento amplio de rechazo a la inclusión del neonazismo en el gobierno de Austria, contra el que se estudia la posibilidad de tomar medidas de aislamiento, en México tenemos ahora un reporte de la máxima instancia supranacional que relata a detalle la impunidad crónica de los violadores de los derechos humanos, entre ellos, desde luego, los cuerpos policiacos y los militares.
ƑCómo se llamó la película?