Ť En el aula, puntual Ť

Mónica Mateos Ť Durante casi 30 años, el maestro Fernando Benítez acudió puntual a impartir sus clases de periodismo. La primera lección fue siempre la misma: ''Apunten y no olviden nunca cómo es la nota informativa más corta de la historia, es decir, la ideal. Fue escrita por un poeta, Quevedo, y dice así: reñí con el hostelero/ Ƒpor qué, cuándo, dónde, cómo?/ porque cuando donde como/ sirven mal, me desespero".

La Universidad Nacional Autónoma de México fue su alma mater, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales su territorio, donde los alumnos esperaban que Fernando Benítez llegara a conversar con ellos en el auditorio Fernando Benítez del edificio F.

benitez-fernando-8-jpg Otras facultades y escuelas insistían siempre en que el profesor abriera un espacio en su agenda para que impartiera sus cursos, aunque los asistentes no estuvieran estudiando para ser comunicadores, porque se sabía que en las clases de Benítez ''se aprende de todo".

Claridad, sencillez y brevedad, repetía incansable el maestro ante los futuros periodistas. ''La nota informativa debe ser así, lo más importante arriba, lo menos importante abajo, Ƒalguna duda?".

Su voz pomposa describía lentamente la técnica para escribir noticias: ''La entrada no debe ser de más de seis o siete líneas. Tienen que saber decir con el menor número de palabras la información, sin que se pierda la exactitud y la claridad. Lo demás consiste en saber jerarquizar los detalles. Tienen que saber contar qué pasó".

Y para saber narrar qué pasó, agregaba, ''apunten la respuesta que nos da Rudyard Kipling: tengo seis honrados servidores/ que siempre me sirven bien/ y me enseñan lo que sé/ se llaman: qué, cuándo, quién/ dónde, cómo y por qué".

Escribir diario, vital para el periodista

Con Fernando Benítez muchas generaciones aprendieron que en México no se leen tantos periódicos como en Europa, que es más difícil obtener una entrevista que realizarla, que el diario francés Le Monde no publica fotos, que gran parte de las noticias importantes generan nuevas noticias, que publicar en página non es mejor que en par, pues es la primera que ve el lector, y que el periodismo es una de las profesiones peor pagadas.

Más complicado era entender el secreto de los cuadratines, las líneas ágatas y la familia de letras bodoni. Lo que los alumnos le reclamaban era que contara sus anécdotas, de cómo entrevistó al Chac Mool: ''Ƒy usted, cuántos años tiene?", y obtuvo respuesta. O que llevara a clase a alguno de sus amigos, José Luis Cuevas o Carlos Fuentes, para que algún valiente los entrevistara. O que explicara cómo los ayudantes de Tláloc, llamados tlaloques, quebraban ollas con agua en el cielo para hacerlo llover y tronar.

benitez10 Nunca hizo exámenes, ''eso se los dejo a sus jefes de información", decía. Pero tampoco nunca perdonó que se llegara a su clase sin nada escrito, porque para él era vital que un periodista escribiera diario, sin pretexto, a la manera de un deportista que tiene que hacer ejercicio constante "para ser el mejor de todos".

Porque eso sí, añadía, ''si alguien no reúne estos requisitos, mejor que ni le intente por el periodismo. Un periodista debe tener ojo de tratante de caballos, habilidad de cocinera, constitución de cebú, digestión de ostra, es decir, una infinita adaptabilidad a todas las circunstancias".

El maestro compartió el secreto que tan bien manejaba: ''El periodismo es imaginación. Un periodista tiene que informarse para informar, ver y observar, oír y escuchar, luego, contar e inventar, en el mejor sentido de esta palabra. Una persona sin fibra ni valor para ingadar no puede ser reportero, porque se debe tener la mente en una estado interrogativo permanente".

ƑCuántas veces repitió que la grabadora sólo era un auxiliar en el trabajo periodístico, que las declaraciones importantes no esperan y que las notas van en los espacios que deja la publicidad?

Benítez sentenciaba al término del semestre, ante todos sus alumnos aprobados con MB: ''Ustedes escribirán la literatura para un futuro historiador, por eso no olviden la mayor regla para escribir y editar que le dio la Reina Roja a Alicia, la del país de las maravillas: principien por el principio, vayan hasta el fin y ahí, deténganse".