Orlando Delgado
Costos salariales y dinámica económica
Desde diferentes perspectivas, el gobierno federal ha mostrado que los resultados macroeconómicos de 1999 son mucho mejores de lo que se esperaba, lo cual --según él-- da cuenta de que la persistencia en la aplicación de una política económica empieza a rendir frutos. Así, en la presentación del informe sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública reconoce que los ingresos tributarios tuvieron un crecimiento real de 10 por ciento, contribuyendo a un crecimiento real de los ingresos totales de 4.6 por ciento, mientras que el gasto neto real lo hizo en 4 por ciento, lo que provocó que el déficit fiscal fuera de 1.15 por ciento del PIB contra 1.25 por ciento pronosticado. Además, se sabía que la evolución del producto iba a resultar superior a la proyectada, lo que ahora se ha confirmado: 3.7 por ciento de crecimiento real del PIB contra la meta de 3 por ciento.
Esta información se suma a la entregada en el Programa de Política Monetaria que, como hemos señalado en anteriores entregas, indicaba importantes avances en la creación de empleos, en la reducción de la tasa de desempleo abierto, en la mejoría en las remuneraciones reales, olvidando que los empleos creados son notoriamente insuficientes (706 mil empleos, de los cuales sólo 488 mil fueron permanentes, contra un crecimiento anual de la fuerza de cerca de un millón cien mil personas), que la reducción del desempleo abierto (a 2.5 por ciento promedio anual nacional) señala el hecho de que proporciones crecientes de los buscadores activos de empleo lo hacen en el sector informal de la economía, que las mejoras salariales son exclusivamente para la industria manufacturera y ciertamente insignificantes (1.9 por ciento en la manufactura no maquiladora y 14.1 por ciento en la maquila) y que, en consecuencia, siguen muy por debajo no sólo de lo necesario, sino de los niveles de remuneración previos.
Estos juicios se han confirmado con el informe sobre remuneraciones y productividad de los trabajadores de México y otros países, elaborado por el INEGI. La información presenta cuadros comparativos, en dólares, para diferentes aspectos: salarios en la manufactura, costos unitarios de la mano de obra y productividad de esta última en la manufactura.
El primer aspecto ilustra la evolución de los salarios mexicanos, estadunidenses, franceses y chilenos: mientras que en nuestro país la evolución muestra un desempeño desfavorable, ya que los trabajadores percibieron en 1999 menos que en 1991 (1.70 contra 1.73) y comparado con 1994 la reducción es de 20 por ciento; en cambio, en los otros tres países se observa una tendencia ascendente clara: de 31 por ciento en Estados Unidos, 46 por ciento en Francia y 134 por ciento en Chile. Además, comparando a México con nuestro principal socio comercial, resulta que en 1994, año con el mayor dato, los salarios mexicanos fueron el 17.7 por ciento de los estadunidenses, en tanto que en 1999 alcanzaron sólo 12.4 por ciento, es decir, los trabajadores mexicanos recibían un poco más de la sexta parte que los estadunidenses en 1994 y en 1999 recibieron una octava parte.
En lo que se refiere a la evolución de la productividad, tomando como base 1993=100, resulta que el crecimiento ha sido de 37.06 por ciento para México y de 29.12 por ciento para Estados Unidos, esto es, un incremento superior en la producción por trabajador mexicano ocupado en la manufactura respecto al trabajador estadunidense de 37 por ciento. Con la misma base, el índice del costo de la mano de obra se redujo en nuestro país a 58.71, en tanto que en Norteamérica lo hizo a 90.59, esto significa que el índice en México se redujo cuatro veces más.
En la dinámica de la economía mexicana, el componente con un peso creciente son las exportaciones, que aumentaron en 1999 en 31 por ciento las no petroleras y en 15 por ciento las petroleras; en cambio, la inversión privada mostró una tasa de crecimiento de poco más de 8 por ciento y el consumo privado creció apenas 4.2 por ciento. De este modo, es claro que el crecimiento sostenido del producto logrado en los cuatro años anteriores, de alrededor de 2.7 por ciento, se ha fundado en las exportaciones y éstas, a su vez, se han basado en niveles salariales con un deterioro creciente; la naturaleza verdadera del boom exportador y del crecimiento es la exportación de una fuerza de trabajo mexicana cuya productividad crece, mientras sus remuneraciones disminuyen. Estos son los resultados económicos de 1999 para los trabajadores: mayor producción y peores salarios.