EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Va por René Villanueva
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De vagones y locomotoras. En la ciudad de México no sólo hay dos proyectos políticos antagónicos -el de la continuidad neoliberal y el del cambio democrático-, sino dos estrategias de campaña: una es la del vagón, otra la de la locomotora. A la primera han apostado su futuro personal los candidatos del PRIAN, Jesús Silva Herzog y Santiago Creel Miranda: ambos confían en que serán arrastrados a la victoria por las máquinas de Francisco Labastida y Vicente Fox.
Creel, por lo visto (mucho en la televisión) y leído (poco en los diarios), considera que le basta y la sobra con "posicionar" su rostro blanco, ojiazul, rubio y barbado, en las "preferencias" del teleauditorio. El resto, supone, lo hará Fox. Si el país se vuelca en apoyo del ex gobernador guanajuatense, la inercia de una sociedad que no conoce el manejo del voto diferenciado lo llevará, automáticamente, a la oficina donde hoy despacha Rosario Robles Berlanga.
Silva Herzog calcula más o menos lo mismo: el "gobierno" federal gastará una fortuna gigantesca en comprar toneladas de votos a favor de Labastida: de los 17 millones de sufragios que pretende acumular el ex secretario de Gobernación para remplazar a Zedillo, dos millones tendrán que ser adquiridos en el mercado capitalino. Y si el PRI se los consigue a Pancho, conjetura Chucho, serán también para mí. Así, mientras le llega la hora, Silva Herzog declara desde el fondo del subconsciente: "Estoy listo para irme al Insen (Instituto Nacional de la Senectud), pero con ímpetus juveniles" (El Financiero, 24 de febrero de 2000).
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Obrador: cuarto nivel de gobierno. Otra es la postura, otros los riesgos que ha encarado Andrés Manuel López Obrador. Dentro de algunos días presidirá el mitin número 400 de su campaña política (Silva Herzog y Creel Miranda, juntos, no suman 50). Pese a las encuestas manipuladoras de la prensa salinista, el ex presidente nacional del PRD, de acuerdo con sus propias mediciones, empieza a despegarse del abanderado del PRI, en un panorama donde cada día son más visibles las pifias de éste, al tiempo que Labastida se desploma.
Presente en los medios electrónicos, buscado por múltiples asociaciones de profesionales ansiosos de darse una perspectiva de futuro, ovacionado en los barrios de los más pobres, a quienes ha definido como el sector prioritario de su programa de trabajo, López Obrador ha vuelto a la práctica de la ubicuidad para dejarse ver en todas partes y difundir una propuesta que está cobrando fuerza en la base de la sociedad. La transcribo tal como la leí:
"Tenemos que seguir luchando para que la vida de nuestra ciudad sea cada vez más democrática. Aún falta transformar la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en un auténtico poder legislativo con plenas facultades. La actual jefatura de Gobierno debe convertirse en un verdadero poder ejecutivo como el de los estados de la federación. Y las delegaciones deben pasar a ser municipios con todas las de la ley y con autoridades electas por los vecinos.
"La democracia se logra a plenitud cuando el pueblo se organiza y se gobierna a sí mismo. En este marco, la primera iniciativa de ley que enviaré a la asamblea va a proponer que los comités vecinales se vuelvan gobiernos ciudadanos, gobiernos de la gente. Vamos a crear núcleos de gobierno en colonias, barrios, pueblos y unidades habitacionales. Hoy en día, la ciudad está divida en más de mil 300 unidades territoriales, donde actúan más de mil 300 comités vecinales. Pero estos comités tienen facultades muy limitadas. Por eso las transformaremos en gobiernos de los vecinos.
"Cada unidad de gobierno ciudadano tendrá recursos y atribuciones para aplicar programas de desarrollo social, dar mantenimiento a obras y servicios públicos. Por ejemplo, tapar baches, pintar escuelas, mejorar los parques, etcétera, y manejar a la Policía Preventiva para hacerla más eficaz en su función de cuidar la seguridad pública de los ciudadanos".
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Bueno para el DF, bueno para San Andrés. Si la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprueba, y el Congreso de la Unión ratifica esta propuesta, los beneficios directos no serían sólo para los capitalinos porque tendrían repercusiones en todo el país. Si en la ciudad de México se da un cuarto nivel de gobierno, porque así lo determinan democráticamente sus habitantes, Ƒdónde quedarían las arengas racistas de aquellos que desconocieron los acuerdos de San Andrés, mintiendo al asegurar que "pretenden crear un cuarto nivel de gobierno", lo cual por otra parte es falso?
En los históricos documentos que el 16 de febrero de 1996 firmaron los representantes oficiales del presidente Zedillo y los comandantes del EZLN, el régimen se comprometió a plasmar en la Constitución una figura legal que reconocería la personalidad jurídica de los pueblos indios, y el derecho de éstos a ejercer su autonomía, decidiendo por ellos mismos las pautas y modalidades de su desarrollo.
Eso fue lo que el Ejecutivo federal aceptó. Los acuerdos no hablan, ni mucho menos, de erigir fronteras internas para las "etnias", ni de sustraer a las comunidades del ámbito del gobierno municipal o estatal. No obstante, los propagandistas del atraso montaron todo un compendio de calumnias, augurándonos un desgarramiento similar al de la ex Yugoslavia, "con muchos pequeños estados dentro del Estado", y con una situación jurídica aberrante, en la que habría "un cuarto nivel de gobierno".
Hoy, López Obrador va mucho más lejos. Democratizar la ciudad, plantea, no puede ser una acción que se limite a poner el poder en manos de personas honestas, capaces, eficientes y firmes, como Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles, que han probado tales virtudes con creces. Hay que entregarle el poder a los ciudadanos. El neoliberalismo se ha caracterizado en el mundo por la obsesiva pulsión de transformar a los gobiernos nacionales en "gobiernos", como ocurre hoy en México. Y los "gobiernos", como nos consta, son todo excepto aquello que debieran ser: instrumentos al servicio del Estado, es decir, de la sociedad que en éste se expresa y perpetua.
Al suprimir las funciones de protección social que por naturaleza deben efectuar los gobiernos, la sociedad quedó desprotegida en los flancos más disímbolos: ante los nuevos problemas que la violencia cultural del neoliberalismo impuso a nuestras vidas, las "instituciones" y los "gobiernos" nos dieron la espalda. Por lo tanto, la sociedad se vio obligada a crear sus propios mecanismos de defensa, y las víctimas de una y de otra injusticia y de una y de otra calamidad natural, se asociaron espontáneamente para defenderse. Hoy en día, en todo el planeta, el entramado que han tejido las ONG constituye, en los hechos, una forma alternativa o complementaria de gobierno.
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De allí, tal vez, la otra vertiente de la propuesta política de López Obrador. "Entregaremos el poder a los gobiernos ciudadanos, pero además impulsaremos el trabajo de las organizaciones civiles que han surgido para enfrentar y resolver problemas que las instituciones tradicionales -muchas de ellas destruidas por la política neoliberal del PRI-, ni siquiera toman en cuenta.
"Todas las organizaciones de la sociedad civil serán respetadas e inscritas en un registro, recibirán recursos y suscribiremos con ellas acuerdos para realizar proyectos específicos en materia de salud, educación, cultura, combate de adicciones, atención a discapacitados, enfermos terminales, adultos ancianos, niñas y niños de la calle y otros programas de beneficio más general.
"Con los gobiernos vecinales atenderemos a los ciudadanos allí donde viven; con las organizaciones civiles atenderemos a la población de acuerdo con necesidades concretas para sectores y grupos sociales, más allá de divisiones territoriales".
No cuesta ningún trabajo apreciar la diferencia que existe entre esta visión de la política y el discurso del presidente Zedillo en Davos. Para el titular del Ejecutivo, las ONG son una especie de asociaciones delictuosas, en las que convergen fanáticos (no lo dijo pero lo pensó) de "extrema izquierda y extrema derecha", cuyo único objetivo es oponerse a la globalización. En el pensamiento religioso de los monetaristas -que es también el de Silva Herzog y el de Creel- no caben la sociedad ni el ciudadano como sujetos de su propia historia. Al igual que los liberales del siglo XIX, los de hoy tampoco desean que participemos en la vida pública sino como testigos de sus hazañas, inquilinos del territorio y cifras, abultadas cifras en los censos que tanto les sirven para pedir, a nombre nuestro, limosna en la ONU.
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Cuatro años cuatro. Hoy tenía que ser un día de fiesta en Tecamacharco, o por lo menos en El Imperio de los Sentidos, o por lo menos en la mesa del tonto del pueblo. El motivo para celebrar no es pequeño. Contra todo pronóstico, esta página cumple cuatro años de atosigar a sus fieles e infieles lectores cada sábado. Las cosas, empero, van de mal en peor. Quienes hacíamos el semanario Las Cabras tuvimos que rematar el nombre de la publicación a efecto de liquidar a nuestros deudores. Estamos, pues, en bancarrota y sin futuro por delante.
Lamentamos la muerte de don Fernando Benítez por todo lo que dejará vacío su ausencia. Deploramos la actitud del rector Juan Ramón de la Fuente, cuyo colaborador más cercano, hoy por hoy, es el procurador de "justicia" de la República, Jorge Madrazo, con el que juega a sitiar, perversamente, a un pequeño núcleo de estudiantes de la UNAM, a los que no retirará las órdenes de captura para forzarlos a una "negociación" por vía del estrangulamiento.
Mal como todo está, lo que más nos puede es la sorpresiva noticia que proviene del Centro Nacional de Nutrición. A los 67 años de edad, con la conciencia limpia, pero con los bolsillos vacíos, René Villanueva, nuestro mayor musicólogo popular, está batiéndose como un león contra el cáncer. Es por ello que en este y otros diarios, sus amigos han dado voces de auxilio invitando al público en general a depositar aunque sea unos fierros en la cuenta Bancomer 5222431-8 a nombre de Beatriz Zalce, su esposa y coautora de incontables llamadas de atención a las desventuras que a otros afligen. Para sumarse a esta campaña, el tonto del pueblo desea contar una anécdota. Va por René Villanueva.
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Un Vázquez Montalbán único. Ocurrió hace diez noches en Monterrey. Delante de una cerveza clara, a una mesa del simpático y disidente café Nuevo Brasil, Manuel Vázquez Montalbán aceptó mi sencilla oferta. Yo había amenazado con entrevistarlo a las cuatro de la tarde. Eran las diez de la noche, no lo había conseguido, pero finalmente lo tenía frente a mí. Lo vi tan, pero tan cansado, que decidí abreviarle el esfuerzo y le pedí un favor.
-El ejemplar de Marcos: El señor de los espejos que me regaló su editorial, vino con varios pliegos en blanco. Hay partes en que uno se queda picadísimo. ƑSería tan amable de escribirme de su puño y letra lo que en esta página en blanco se comió el impresor? -le dije.
-ƑLo que sea? -sonrió.
Tomó el libro. Leyó el último renglón de la página 133: "Allí está en el cielo el ojo del Esta-...", y agregó en lo alto de la vacía página 134:
"...mento ideal de la globalización mientras y nos da pavor que pueda convertirnos en ácaros de selva, aunque sea de la selva Lacandona, una de las mejores selvas, mejor incluso que las selvas de Boston a pesar de que tía Helen comente que Boston no es lo que era desde que los zapatistas citan a Elliot y saben distinguir un martín pescador de una (ilegible)... Por lo que Marcos decide que es mejor retirarnos a nuestros aposentos y las calesas navegas en el cielo sin que sepamos si son del PRI o del PAN o de Peter Pan...".
Fin del autógrafo. Ahora, para apoyar a René Villanueva, el tonto del pueblo saca a subasta este ejemplar, que el día del remate será certificado por notario público. Si usted desea pujar, envíe su oferta al correo electrónico de acá abajo.