* Mediante la violencia mantienen el monopolio en la distribución de enervantes
Detectan en Estados Unidos 10 bandas de narcos
Georgina Saldierna * Hasta 1999, el gobierno de Estados Unidos había detectado la operación de al menos 10 importantes grupos de narcotraficantes que dominaban las ventas de cocaína, crack, heroína, pcp y mariguana en las principales ciudades de aquella nación.
A estas pandillas urbanas, afiliadas a los sindicatos tradicionales del crimen organizado y a otros grupos delictivos, se les considera las principales responsables de la violencia relacionada con las drogas, que es usada para establecer y mantener monopolios de distribución de enervantes en donde la competencia es intensa y las ganancias son elevadas.
De acuerdo con el "Diagnóstico Conjunto sobre el Problema de las Drogas", aprobado por los gobiernos de México y Estados Unidos, al menos desde los primeros años de la década de los 70, los "discípulos de los gangsters" se han visto involucrados en la distribución de drogas en toda el área de Chicago y en los estados ubicados a lo largo del río Misisipi, desde Wisconsin hasta el Golfo de México, y en otras entidades de las costas oriental y occidental, como Nueva York y California. Con alrededor de 100 mil integrantes, el grupo controla gran parte de la distribución de crack y heroína.
En la ciudad de Los Angeles se asientan las pandillas urbanas de los Crips y los Bloods, las cuales producen una proporción considerable del pcp disponible en Estados Unidos, aunque también están involucradas en la distribución de cocaína y crack en varias ciudades. Las dos pandillas se caracterizan por su propensión a la violencia.
La organización de Wilfredo Cardona operaba en Florida, y a algunos de sus miembros, enjuiciados por importar y distribuir heroína y cocaína, se les decomisaron bienes por un valor cercano a los 2 millones de dólares.
La banda de la Calle Uno operaba en Washington y controlaba gran parte del mercado del crack mediante el uso de la violencia y la intimidación. Durante el juicio que se hizo a sus miembros, 11 testigos fueron heridos a balazos y seis de ellos fallecieron.
En Savannah, Georgia, operaba la organización de Ricky Jivens, la cual se dedicaba a la distribución de crack. Cerca de 20 miembros de este grupo fueron enjuiciados por delitos de droga y violencia; seis de ellos cumplen sentencias de cadena perpetua.
El grupo local de los Angeles del Infierno, que trabajaba en Salem, Massachusetts, fue desmantelado, pero otros de la misma organización siguen operando en todo el país.
Según el documento, se ha detectado la presencia de más grupos delictivos. Como el de Sarah Bernhardt, que tiene su base en Bolinas, California; el llamado Nueva Nación Zulú, que controlaba el mercado del crack en la zona norte de Filadelfia, y el de Jimmy Jiménez, que operaba desde Starr County, Texas. Este último tiene su base en el poblado de Roma, cerca de la frontera con México, y ha sido responsable de pasar de contrabando toneladas de mariguana que son llevadas a Chicago, Detroit, Houston y Carolina del Norte.
En Massachusetts se identificó a otro grupo de narcotraficantes responsables de la distribución de cocaína y pcp, que les proporcionaba ganancias de 10 mil dólares a la semana. Impusieron la ley del silencio entre los residentes de Charlestown.
De acuerdo con el documento, hay varios factores que contribuyen al éxito de las organizaciones trasnacionales del narcotráfico, así como al de los grupos estadunidenses de distribución de drogas. Entre ellos se encuentran: gran demanda de enervantes, altas ganancias, cohesión e impenetrabilidad de los grupos de traficantes, corrupción, violencia e intimidación, flexibilidad operativa de los cárteles y acceso a equipos de alta tecnología.
Sobre el primero, se afirma que en Estados Unidos existen aproximadamente 2.7 millones de consumidores frecuentes de drogas. Se estima, por ejemplo, que dos tercios de la oferta de cocaína que hay en aquel país es consumida por aproximadamente 30 por ciento del número total de adictos a ese enervante. Además, hay una población aún más vasta de consumidores ocasionales o experimentales, parte de los cuales llegarán a ser frecuentes.
En relación con las ganancias, el estudio refiere la última cifra que se tiene al respecto y que data de 1993, cuando los estadunidenses gastaron 49 mil millones de dólares en drogas prohibidas, de los cuales, 31 mil millones fueron para la adquisición de cocaína, 7 mil para heroína, 9 mil para mariguana y 2 mil para otros enervantes.
Por lo que toca a la impenetrabilidad de los grupos de narcotraficantes, el documento refiere que los cárteles internacionales de la droga están muy atentos a su seguridad y se expanden con cautela, según lineamientos minuciosamente definidos, para incluir relaciones familiares y asociaciones de viejo cuño.
La penetración de la policía en estas organizaciones es muy difícil, debido a la intensa desconfianza hacia quienes no pertenecen a ellas. El documento resalta que los distribuidores y vendedores callejeros investigan cuidadosamente a sus contactos y clientes nuevos, y utilizan intermediarios (personas o empresas con actividades legítimas que encubren otras ilícitas) y vigilantes para evitar detección y arresto.
Un elemento fundamental de la estrategia de los narcotraficantes es la corrupción de funcionarios de gobierno. Si aquella no se reconoce y no se combate puede llegar a ser sistémica y poner en peligro los cimientos de las naciones, advierte el texto. En Estados Unidos la corrupción relacionada con las drogas no es un problema sistémico, pero de vez en cuando se identifican funcionarios corruptos en todos los niveles.
Por último, se resalta el poder económico de las bandas, el cual les permite tener acceso a equipos de alta tecnología y todo tipo de medios de transporte.