Sicodrama
* Jean Meyer *
El diccionario dice: ''Representación teatral con fines sicoterapéuticos''. ƑCuáles fines sicoterapéuticos persigue el Consejo de Seguridad de la ONU cuando vota, sin problema, el envío de 5 mil soldados al Congo? ƑDarse buena conciencia frente a las diversas limpiezas étnicas que se llevan al cabo en esa inmensa república africana y en su periferia? La misma pregunta vale cuando uno lee el comunicado del Partido Nacionalista Vasco, después del asesinato de Fernando Buesa, dirigente socialista vasco. En ese caso se puede hablar de esquizofrenia, o por lo menos de una extraña perversión de la democracia, puesto que el PNV que gobierna en Euskadi, gracias a la democracia, ha firmado una alianza con la ETA que se dedica al asesinato de los representantes políticos de sus adversarios demócratas.
México es teatro y testigo de muchos sicodramas, pero hoy quiero hablar del sicodrama que Austria le ha permitido a Europa poner en representación. El principal problema de la Comunidad Europea desde principio de año no ha sido la guerra de Chechenia, con sus atrocidades globales y particulares (de repente el mundo se conmueve al ver la foto de un cadáver jalado detrás de un camión: Héctor y Aquiles): eso es un "asunto interno ruso" y después de muchas palabrerías, cada quien ha retomado el camino de Moscú para no quedar mal con el futuro presidente, Vladimir Putin.
Rusia, no: Austria, ese país es el problema; por lo menos su gobierno, pero ese país también, acusado de desmemoriado, de genéticamente nazi, de nunca desnazificado, ese país ha sido duramente, enérgicamente, de manera contundente estigmatizado, condenado y castigado por la alianza trabada entre el partido conservador y el partido de Jorge Haider, el hombre que toda Europa y el mundo occidental "adora odiar" (como ese otro austríaco, de Hollywood, Erich von Stroheim). Repito lo que dice Hermann Tertsch: "combatir a Haider es legítimo y necesario. Hacer una política cretina y contraproducente no es más que sin razón. Y, tristemente, parece que al alimón".
Haider representa el populismo derechista, capaz de lograr el voto de los obreros (51% votaron por él) y de los jóvenes, cansados de un sistema falsamente bipartidista (socialistas y conservadores) que, desde 50 años, repartía el botín. Los socialistas, en el poder en casi toda Europa no han entendido lo que pasa y no aceptan que los electores ("el pueblo") voten tan mal. Ellos y sus socios, como ayer la democracia cristiana italiana, como hoy el PRI en México, al no permitir la verdadera alternancia, al no resignarse a dejar el poder unos años, para rejuvenecer, para aprender de nuevo la política y las necesidades de la sociedad, ellos son los que engendran a los Haider. Frente a los caciques inamovibles que se turnan plazas, chambas y negocios, la gente escucha a quien toca una música diferente.
No es necesario tener simpatía por Haider para decir, como Tertsch, que es "indignante la sacra indignación" que se ha apoderado de toda la clase política europea, estadunidense, israelí, y que ha culminado con sanciones sin sentido ni precedentes. Esa hipocresía es cobarde, porque durante esas semanas la matanza a mansalva seguía en Chechenia. Mientras el secretario francés de Relaciones se felicitaba de la franqueza de Vladimir Putin, la ministra francesa Martine Aubry se negaba a saludar a su colega austríaca; a los embajadores de Viena, se les ha vetado todo contacto con los gobiernos de una Unión Europea de la cual Austria es miembro...
Una de esas embajadoras recordaba hace poco en Le Monde que Austria ha sido uno de los países más abiertos de Europa, si no es que el más abierto, a los refugiados y a los inmigrantes. Con 12% de inmigrantes no ha vivido el equivalente de la cacería al marroquí realizada por los españoles del Ejido (Almería). La cacería al austríaco realizada por Europa, dizque para cerrarle el paso a un nuevo Hitler, es un disparate peligroso. Revela el deseo de lavar barato la mala conciencia europea frente a su incapacidad a enfrentar problemas mucho más graves, mucho más reales, mucho más trágicos. No hay que humillar a la gran Rusia, humillemos, pues, a la pequeña Austria. *