Juan Angulo Osorio
El nuevo PRI y el nuevo PRD en Guerrero
También en Guerrero el gobernador se ha puesto a la cabeza de la campaña de Francisco Labastida Ochoa.
Pese a la nueva institucionalidad electoral, y las leyes que le dan cuerpo, las reglas no escritas del régimen priísta se cumplen con todo rigor y sin pausa. Y una de estas normas es que los gobernadores tienen la encomienda de sacar el triunfo, de hacer ganar a los candidatos de su partido, de dar el dinero necesario para ese propósito, según lo ha recordado de un modo muy verosímil el prófugo ex mandatario de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid.
Siempre que se les cuestiona al respecto los priístas exigen pruebas, haciendo abstracción del hecho de que siguen manteniendo el control partidista sobre instituciones clave de una democracia representativa. Y cuando la nueva institucionalidad electoral llega a afectarlos, se vuelven contra ella de diversos modos.
Dos ejemplos en Guerrero pueden ilustrar esta realidad. El nuevo titular de la Contaduría Mayor de Hacienda del Congreso local no es, ni con mucho, un miembro de la oposición, como es la tendencia en las democracias avanzadas. Es decir, que la vigilancia de los recursos públicos se deje a un representante de un partido distinto al que ejerce el Poder Ejecutivo. Esto es algo impensable entre los priístas guerrerenses.
Pero tampoco es algún calificado contador público respetado por la sociedad, que pueda ser garantía de neutralidad en el ejercicio del cargo. El nuevo contador mayor es nada menos que el anterior secretario de Finanzas del Comité Directivo Estatal del PRI que, por cierto, encabezaba quien es ahora el presidente de la Comisión de Gobierno del Congreso local.
La medida se tomó en el Congreso en los mismos días en que el gobernador, mediante su secretario general de gobierno, lanzó una iniciativa de reforma política que no tendrá ningún futuro mientras desde el PRI no se vea ninguna disposición a rendir cuentas claras de cómo gastan sus gobernantes el dinero del público.
El otro ejemplo es la incipiente y sucia campaña de prensa que se endereza contra el presidente del Consejo local del IFE. El domingo 6 de febrero, el candidato presidencial del PRI encabezó un acto en la ciudad de Tlapa, centro de la región indígena de Guerrero, en el que participó como uno de los oradores el gobernador René Juárez Cisneros, quien asistió a la cabeza de varios funcionarios de su gabinete.
Allí, el gobernador hizo abierto proselitismo por su candidato que provocó críticas de la oposición perredista en el Congreso local, y sobre todo un sorpresivo llamado público de parte de los consejeros de la Junta Local del IFE, encabezados por su presidente. Muy precisos, los consejeros señalaron que efectivamente el gobernador no violaba ningún precepto legal, pero al mismo tiempo le pedían que no se escudase en las insuficiencias del Cofipe para justificar actividades de proselitismo que afectaran la equidad y pudieran así "alterar los ánimos y las pasiones al excluir a los que no comparten sus posiciones". El gobierno de Juárez Cisneros respondió mediante un comunicado oficial que calificaba de "protagónicos" a los consejeros, que es la frase favorita contra quienes aún se atreven a enfrentar al régimen, o incluso a criticar sobre todo si el objetivo de la crítica es el Presidente de la República o, en este caso, un humilde mandatario.
Parecía que todo quedaría allí, pero apenas el jueves apareció un libelo infamante contra el presidente del Consejo Local del IFE en uno de los periódicos favoritos del gobierno estatal en Chilpancingo, que pudiera anunciar un tipo de campaña que se debe denunciar y enfrentar. Un día después, el gobernador recibiría en Acapulco al candidato presidencial del PDS, Gilberto Rincón Gallardo, en una "visita de cortesía" como fue, dijo, la de Labastida y en la que el gobernador se definió como el garante de "la equidad y la transparencia" de la contienda electoral.
Mientras tanto, aquí la oposición panista no pinta, al punto en que este partido no tuvo siquiera quórum en sus convenciones electorales. Y por su parte, el PRD parece estar dando un giro radical, si se atiende al tipo de candidatos que emergieron ganadores de las elecciones internas. Son candidatos apuntalados por un nuevo y heterogéneo bloque de fuerzas que se proponen dejar atrás lo que llaman "política de confrontación", en referencia a la que ha representado en el estado el senador Félix Salgado Macedonio.
Así, se lanza el mensaje de que para ser candidato del PRD no hay que luchar en las calles o desde la tribuna parlamentaria o desde los ayuntamientos, sino sólo hacer alta política en el Palacio de Gobierno de Chilpancingo, en Casa Guerrero o en alguna que otra dependencia federal.
Diez años, más de 200 perredistas asesinados, varios presos políticos después, y con los mismos problemas de pobreza, soberbia de los priístas y militarización, el nuevo bloque hegemónico del PRD guerrerense le apuesta ahora a una política de diálogo y entendimiento con el gobierno de René Juárez en la idea de que ésta rendirá más frutos a ese partido y a sus dirigentes.
Parece pues que se está formando ya un nuevo PRD, del mismo modo en que existe un nuevo PRI.
ƑY si Cuauhtémoc Cárdenas no gana en Guerrero dónde ganará?