EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Tere Vale: Ƒse vale?
Camaradas al rescate. En el curso de los próximo 20 días, el Partido de la Democracia Social (PDS), que preside Gilberto Rincón Gallardo, elevará una petición ante el Consejo Estatal Electoral del Distrito Federal para exigir que se cancele el registro de Andrés Manuel López Obrador como candidato del PRD al gobierno capitalino.
La medida puede tener éxito porque detrás de ella están el secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco Altamirano, y por lo menos un miembro del equipo de campaña de Francisco Labastida Ochoa, el ex subsecretario Jorge Alcocer.
Ex integrantes del comité central del viejo Partido Comunista Mexicano (PCM), ex compañeros de banca en la comisión política del efímero Partido Socialista Unificado de México (PSUM), ex teóricos "eurocomunistas" del fugaz Partido Mexicano Socialista (PMS), ex cuadros desencantados en los primeros años del PRD, Alcocer y Rincón Gallardo, hoy por hoy, son algunos de los últimos conversos de la ex izquierda mexicana al proyecto histórico del neoliberalismo.
Para decirlo con palabras de entonces, la vida les ha ocurrido una vez como tragedia y ahora los hace partícipes de un music-hall. Juzgue usted si no. La mañana del 3 de enero de 1998 estaban reunidos y sin empleo en casa de Alcocer, cuando sonó el teléfono y supieron que Labastida Ochoa era, desde ese momento, el nuevo secretario de Gobernación y el tercero en el sexenio de Zedillo.
Quienes conocen la historia cuentan que la noticia les produjo estragos y les cambió los planes de golpe. Un minuto antes de la llamada, Alcocer y Rincón definían los estatutos de la minúscula organización que estaban a punto de sacar al mercado y que después de sesudos estudios habían resuelto posicionar como "socialdemócrata", toda vez que ningún otro partido ocupaba ese nicho de ventas. Estas promisorias ideas gobernaban sus mentes, cuando ambos oyeron el timbre del teléfono. Y del destino...
Labastida preguntó por Alcocer y cuando lo tuvo al otro lado de la línea fue conciso: "Te invito a que te vengas, como subsecretario, a llevar mis relaciones con el PAN y el PRD". Como articulista de un periódico a colores, Alcocer había llovido un diluvio de insultos sobre el PRD y otro tanto sobre la sociedad civil en cuanto paraguas del EZLN. Los cronómetros no se ponen de acuerdo acerca del número de segundos que tardó en aceptar la oferta, aunque todos coinciden en que fueron menos de 10.
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Una jugada sucia. Para decirlo con Joaquín Sabina, que mañana canta en el Zócalo a las 2 de la tarde: el día que Alcocer cambió su "imaginación al poder" por una tétrica oficina en Bucareli, el PDS quedó unido solitariamente al nombre de Rincón Gallardo, pero nadie ignora que desde la subsecretaría de Desarrollo Político, Alcocer lo mantuvo siempre bien informado, lo ayudó a superar los trámites de su registro y nunca le escatimó apoyo... al menos moral, que es lo último que se le niega a un camarada de lucha.
Hoy el régimen se encuentra en aprietos, duros aprietos -sabe que no va a recuperar el Gobierno de la ciudad de México- y necesita ayuda. El PDS parece enteramente listo a entrar en acción. A cuatro meses de las elecciones del 2 de julio, según las encuestas confiables, López Obrador se ha despegado de Silva Herzog, que no crece, mientras Labastida cae. El PRI requiere con desesperación de una victoria de 2 millones de votos en el DF, para alcanzar la meta de 18 millones que pretende lograr en todo el país.
En los próximos días, de acuerdo con información fidedigna de Miguel Angel Velázquez (véase la columna Ciudad Perdida del jueves 2 de marzo de 2000), la conductora de radio y candidata del PDS al Gobierno de la capital, doña Teresa Vale, solicitará la anulación del registro de López Obrador, alegando que no cumple con los cinco años de residencia en el DF que marca la ley y "acusándolo" de ser tabasqueño.
En rigor, será una jugada sucia, no sólo indigna de una dama como la señora Vale sino incluso de honorables caballeros como Jesús Silva Herzog y Santiago Creel, y para decirlo pronto, indigna de toda la llamada "clase política" tan celosa de su prestigio. Se trata de una acción tan repugnante, que Diódoro Carrasco, autor de la idea, ha tenido que solicitar los servicios del PDS por la misma razón que en Francia contratan a los marroquíes para limpiar las letrinas: porque a todo mundo le da asco hacerlo.
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Diódoro: no, gracias. Semanas antes de fin de año, un alto dirigente del PAN se acercó a una respetabilísima periodista para contarle que Carrasco había tocado a las puertas de AN con el ingenioso empeño de sugerir que echaran abajo la candidatura de López Obrador. "ƑY?", repuso la acuciosa reportera. "Dijimos que no", afirmó el hombre de las barbas. Pero eso no es lo importante, añadió con malicia.
Lo que flota en el ambiente desde entonces es que, desdeñado por el PAN, Carrasco se encaminó al PRD y soltó una propuesta que ha encolerizado a Amalia García: si la dirección perredista impugnara a López Obrador, Amalia pasaría a sustituirlo como candidata y Jesús Zambrano, el número dos en la estructura del partido, se convertiría automáticamente en número uno.
Rechazado por el PAN y el PRD, el secretario de Gobernación buscó la solidaridad del PARM y del Verde Ecologista, pero todo fue inútil. Ya desesperaba creyendo que era imposible pedirle un favor de esa índole al partido de Manuel Camacho, cuando de repente se acordó de Rincón Gallardo y del PDS.
Hoy, el acuerdo está listo. Al cabo de su campaña presidencial, Rincón será premiado con un escaño en el Senado de la República y la señora Vale "perderá" el gobierno del DF pero "ganará" una curul. Aun cuando la maniobra no prospere. Son los riesgos de la democracia...
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Las dudas de Fox. Lo previsible es que, antes del 28 de marzo, Tere Vale presente su recurso legal ante el Consejo Estatal Electoral, donde se armará un gran revuelo. La moción será secundada por los representantes del PRI, del PARM, del PVEM y quizá del Partido del Centro Democrático, que postula a Marcelo Ebrard. Aunque algunos analistas lo dan por hecho, no es tan seguro que el PAN se sume a la cargada, o que el PRD salga en defensa de su líder.
Los principales noticiarios de radio y televisión, así como los diarios salinistas, activarán una estruendosa campaña de linchamiento contra López Obrador, y tras el ruidoso vapuleo, nuevas encuestas pagadas por el PRI y la residencia oficial de Los Pinos, "revelarán" un franco descenso en las intenciones de voto a favor del ex presidente nacional del PRD.
Si el Consejo Estatal Electoral declara improcedente la petición de Tere Vale, ésta apelará ante los tribunales federales, donde el dictamen -de una instancia visiblemente manipulada por el régimen- sería negativo para Andrés Manuel y dejaría al PRD fuera de la contienda porque, de acuerdo con la ley, habría expirado el plazo último para registrar a un candidato suplente.
Este es el escenario jurídico ideal, soñado obsesivamente por Carrasco, por el equipo de campaña de Silva Herzog, por el mismísimo Santiago Creel y por otros políticos "opositores" de cortas luces. No parecen compartir estas ideas los estrategas de Vicente Fox, para quienes el triunfo de López Obrador en la zona urbana que concentra el mayor número de votos del país reduciría sensiblemente los subtotales de Labastida a escala nacional y aumentaría las posibilidades del ex gobernador de Guanajuato.
Ahora bien, contra el empuje de toda la maquinaria del Estado que se le vendrá encima en los próximos días, López Obrador tiene un amplio abanico de recursos para defenderse y, lo más importante, vencer. El factor decisivo en esta deliciosa coyuntura será el manejo del tiempo.
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Laberintos mentales. Los psicoanalistas que atienden regularmente a Serapio Bedoya para curarlo de las taras que lo convirtieron en el tonto de Tecamacharco, han advertido una peligrosa patología en el lenguaje del candidato del PRI a la Presidencia de la República. Al examinar las declaraciones que Labastida hizo en su reciente gira a Chiapas, detectaron síntomas de "sadismo oral" que reflejan una personalidad psicótica, deformada, tal vez por hondas humillaciones sufridas en la infancia.
El martes, en Tapachula, el sinaloense aprovechó la pregunta de un reportero acerca de los acuerdos de San Andrés e improvisó revolucionarios conceptos en materia de ciencia política: "Las leyes no se dictan desde la selva", dijo con la jactanciosa seguridad de quien sabe que se dictan desde Washington.
Al día siguiente, en el Soconusco, durante una gira por la zona donde la erosión y las lluvias de septiembre de 1998 destruyeron caminos, ciudades y aldeas, propuso que las bases de apoyo del EZLN "se integren a los cuerpos de seguridad" y se desempeñen "por ejemplo, dentro de la policía".
En el subconsciente del candidato, señalan los expertos, "prevalecen rasgos del niño que fue": hijo sandwich, hermano intermedio, ansioso de atraer hacia sí la atención de los padres, con una necesidad compulsiva de arrodillar a sus adversarios para satisfacer deseos que el pudor de esta página no se atreve a decir.
Según los especialistas, Labastida reprimió estas pulsiones durante su corta visita a San Cristóbal de Las Casas, donde, para él, reside el "enemigo" más "temible" que el EZLN: el obispo Samuel Ruiz. Por ello se cuidó de guardar silencio en torno de la rebelión indígena, expresando inseguridad personal y desconfianza en el esquema que lo protege físicamente. En cambio, una vez fuera de la zona de "peligro", lejos de la selva y de los Altos de Chiapas, dio rienda suelta a sus fantasmas y trató de "humillar" verbalmente a los zapatistas, caricaturizándolos como salvajes que pretenden legislar "desde la selva" y situándolos en su verdadera dimensión de "matones" y "subalternos" al invitarlos a trabajar como policías.
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Vuelven Los Chinchulines. Lejos del diván de Freud -y del espectáculo que sobre ese tema presenta esta noche Jesusa Rodríguez en El Hábito-, las declaraciones de Labastida no hicieron sino respetar las directrices de la estrategia de guerra contra el EZLN que él mismo trazó como secretario de Gobernación: "No hay enfrentamientos entre las partes, porque si no pareciera que todos los días se están disparando de balazos", dijo el miércoles en Acacoyagua.
De su filípica, la frase más inquietante es aquella que se refiere "a las partes". ƑCuáles son las partes? Labastida no parece abarcar en esta designación genérica a las tropas del Ejército federal, ni a los soldados de la policía estatal, sino a los paramilitares. Y éstos, en su variante llamada Los Chinchulines, una de las organizaciones criminales más antiguas de Chiapas, atacaron el miércoles el poblado de Nachajev, en el municipio de Chilón, amenazaron a los pobladores y prometieron regresar a matarlos.
Mientras, Labastida filosofaba en el Soconusco, el propio miércoles, en las montañas de la Frailesca y en las calles del pueblo Nicolás Ruiz aún apestaba a pólvora y a gases lacrimógenos tras la agresión que paramilitares priístas lanzaron contra campesinos afiliados al PRD, al tiempo que en la selva, cerca de Guadalupe Tepeyac, y en el municipio de Las Margaritas, bajo nubes de aviones y helicópteros rasantes, el Ejército implantaba nuevos retenes, ahora con el fin de intimidar a las mujeres zapatistas que el próximo día 8 desfilarán por San Cristóbal para conmemorar el día internacional de la otra mitad del cielo.
Lo que está claro, en todo caso, es que mediante una combinación de maniobras legales en el DF, grupos paramilitares en Chiapas, decenas de miles de soldados en las líneas del cerco donde actúan "las partes", recortes al presupuesto en Los Pinos, sainetes del gobernador de Campeche, fugas de jurisconsultos conspicuos por las cañerías de la UNAM y otros despropósitos tan ridículos como siniestros, la minoría golpista avanza rumbo a la única transición que aprueba: de la dictablanda a la dictadura.