LUNES 6 DE MARZO DE 2000

* Dos horas y media de concierto con temas clásicos viejos y nuevos


El tren de la melancolía llegó al Zócalo; bajó el pasajero Sabina

Joaqu’n Sabina, cham‡n posmoderno, poeta, aunque Žl no quiera que le llamen as’ n Fotos: Cristina Rodr’guez

Desde los trenes de la línea 2 del Metro comenzó la fiesta; grupos de jóvenes, adultos, familias enteras, amigos y gente minusválida se dirigían a ver gratis al delgado chamán posmoderno en la Plaza de la Constitución, un enorme murciélago con máscara de la Luna surcaba las cabezas de los asistentes; apareció un Joaquín Sabina gigante con alas negras de papel maché caminando en la frontera imaginaria que marcaban los asistentes; se escuchaban los tambores y a lo lejos los danzantes bailaban; la explanada de concreto ya estaba a tres cuartos poco antes de las dos de la tarde. Joaqu’n Sabina, cham‡n posmoderno, poeta, aunque Žl no quiera que le llamen as’ n Fotos: Cristina Rodr’guez

El sonido dio la segunda llamada y el público de las primeras filas se peleaba con los reporteros por estar al pie del escenario; se escuchaban los gritos de "šsuelo, suelo, suelo!"; el ambiente era de alto nivel; únicamente faltaba la estrella principal.

Joaqu’n Sabina, cham‡n posmoderno, poeta, aunque Žl no quiera que le llamen as’ n Fotos: Cristina Rodr’guez Cuando apareció la escuálida figura del poeta Sabina, los asistentes enardecieron, cosa que no dejó de hacer durante dos horas y media. El concierto se centró en la presentanción de sus nuevos temas contenidos en su disco 19 días y 500 noches, aunque cantó temas clásicos como Así estoy yo sin ti, Calle melancolía, Pacto entre caballeros y Ruido. Los gritos que se alcanzaban a escuchar pedían las propias: Hotel, dulce hotel; El rap del optimista, Con un par... en una tarde en la que Sabina fue el más sorprendido: "es increíble que me hagan más caso en este lugar que en un lugar más pequeño".