Ť Habría participado en el robo y la venta de unos mil 500 vehículos


Encarcelado en Veracruz, Rodolfo Patatuchi enfrenta delitos menores

Ť A principios del los años 80, el zar de los robacoches creó una banda con Daniel Arizmendi

Andrés Morales, corresponsal, Veracruz, Ver., 5 de marzo Ť Desde diciembre pasado, el penal Ignacio Allende de este puerto alberga a un peculiar delincuente: Rodolfo Patatuchi Domínguez, quien ha sabido cuidarse a tal grado que, hasta el momento, no existe indagatoria judicial que compruebe los delitos que ostensiblemente lleva en su mote: el zar de los robacoches. Los cargos por los que nuevamente está en prisión son menores, aunque las autoridades policiales estiman que habría participado en el robo y comercialización de hasta mil 500 vehículos.

En 1995 Patatuchi fue detenido en Veracruz y procesado por fraude, falsificación y uso ilegal de documentos fiscales en la venta de dos vehículos, pero inexplicablemente salió libre dos años después.

patatuchi-2 De acuerdo con una investigación realizada por el reportero en Oaxaca y Veracruz, que incluyó entrevistas a jefes policiacos en activo o retirados, el historial delictivo del Patatuchi, como también se le conoce, data de su adolescencia y en un tiempo se le vinculó con los albores criminales de Daniel Arizmendi, El mochaorejas.

El Patatuchi es un hombre de 45 años con fama de delincuente mayor en el sureste mexicano, donde se presume que ha organizado o participado en el robo y tráfico de más de mil 500 vehículos, y su exportación ilegal a países europeos y centroamericanos. Las procuradurías de seis entidades han realizado investigaciones acerca de él.

Después de más de dos décadas en que se dedicó a blanquear y clonar automóviles desde su base de operación en Tuxtepec, la segunda ciudad en importancia de Oaxaca, y luego de obtener en Veracruz una preliberación irregular en l997, con la cual se libró de cumplir una condena de casi seis años por el delito de fraude, el 6 de diciembre pasado la Procuraduría veracruzana lo capturó en territorio oaxaqueño y lo trasladó a la penitenciaria de este puerto. Un juez le negó la libertad bajo caución por considerarlo "sujeto peligroso para la sociedad", según expresó el subprocurador regional Reinaldo Madruga Picazo.

Robacerdos precoz

En círculos de Tuxtepec se liga al apellido Patatuchi con actividades delictivas de tiempo atrás. Dan cuenta de la habilidad de Rodolfo para apropiarse de lo ajeno desde la adolescencia. Lo recuerdan como un individuo que provocó "dolores de cabeza" a su padre, Rodolfo Patatuchi Regules, descendiente de emigrantes sicilianos que vivía en forma modesta y tuvo que "clausurar" una carnicería abierta por su hijo a los 11 años de edad, porque no registraba gastos en la adquisición de cerdos y cada día aumentaban las quejas por la misteriosa y constante desaparición de animales de las piaras de sus vecinos.

El Siciliano, sobrenombre con el que también se conoce a el Patatuchi, no concluyó el bachillerato y emigró a la capital del país a probar suerte como ayudante de mecánico automotriz. Ahí, según la presunción policial, comenzó el negocio que lo convertiría en un hombre acaudalado y a la vez un mito dentro del hampa organizada: el robo de vehículos y su posterior comercialización en las entidades cercanas.

Los primeros y más importantes socios que tuvo en su nuevo oficio fueron los hermanos Daniel y Aurelio Arizmendi López. Los tres consolidaron una banda que operaba principalmente en Toluca y Ciudad Nezahualcóyolt, estado de México, y pronto vendieron un importante número de automóviles chuecos, acción en la que se presume tuvo apoyo de funcionarios judiciales gracias a las fuertes sumas de dinero que les entregaban.

La relación Patatuchi-Arizmendi es reconocida oficialmente por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca, que un día después de la detención de el zar de los robacoches emitió un comunicado en el que señaló que esa entidad no se convertiría en "rehén ni paraíso de delincuentes" perseguidos en varios estados.

Noel Cruz Matías, vocero de la Procuraduría oaxaqueña, informó que los inicios criminales de Patatuchi con los Arizmendi fueron conocidos a raíz de una investigación secreta realizada conjuntamente con autoridades judiciales del estado de México para determinar la procedencia de automóviles robados que circulaban en Oaxaca, principalmente en la región de Tuxtepec, y que incluso eran triangulados a países de Europa y Centroamérica.

En la segunda mitad de los años ochenta, la banda Patatuchi-Arizmendi se desintegró, mas continuó la amistad entre ambos. El primero se dedicaría al robo y tráfico de automotores y el segundo el secuestro de personas. Incluso, durante la investigación que realizó la Procuraduría General de la República para capturar a El mochaorejas, se habló con insistencia sobre su estancia en casas ubicadas en Tuxtepec, que habrían sido adquiridas a través de prestanombres durante el periodo que duró su sociedad con el Patatuchi, según documentó en junio de l998 un reportaje de la revista de análisis político La Voz de Tuxtepec.

El texto detalla la participación de cuatro tuxtepecanos con la banda de Arizmendi y la posible estancia en Tuxtepec y en el municipio San Bartolo del entonces prófugo de la justicia.

"A finales de mayo ųuna semana después de la detención de su familiaų Arizmendi fue visto en distintos lugares. Testigos aseguran que lo reconocieron al caminar tranquilamente vestido con un pantalón de mezclilla y camisa roja por las calles de Jiutepec, Morelos, en compañía de una mujer y dos hombres." Días después, una llamada anónima alertó al procurador Arturo Estrada sobre la estancia de Arizmendi en el hotel Lofer, pero éste fue avisado, y cuando los agentes policiacos acudieron a ese lugar, ya había huido y sólo encontraron pastillas psicotrópicas en la habitación señalada, detalla la publicación. Versiones extraoficiales señalan que el propio Patatuchi facilitó la estadía de El mochaorejas en la zona.

De acuerdo con la información recabada, una vez separado de los Arizmendi, Patatuchi se trasladó a Tuxtepec y empezó a tejer una red de complicidades para el plagio de unidades y su blanqueo, a través de la agencia automotriz denominada Pana ųcontracción de su apellido y el de su esposa Virginia Navaų, ubicada en la colonia Costa Verde. La función de la agencia era expedir las facturas para la venta de los vehículos robados.

Esa empresa fantasma facturaba anualmente, en promedio, l50 vehículos vendidos, por lo que se calcula que en diez años de operación habrían sido remarcadas y vendidas en diferentes partes de la República mil 500 unidades. Otras versiones señalan que la cifra podría ser mayor si se toman en cuenta las unidades que no pasaban por la agencia Pana.

El modus operandi del huésped del penal Ignacio Allende fue complejo y refleja una dedicación minuciosa de eliminar las huellas del hurto, como para clonar los automóviles de una manera artística, "porque Patatuchi era un artista de la simulación", sostiene un alto funcionario del gobierno oaxaqueño. El éxito de el zar de los robacoches ųcalificado en el hampa como el rey del doblajeų consistió en comercializar en forma legal las unidades plagiadas en entidades del centro y sur del país, después de su aparente regularización con documentos falsos o robados de las agencias de origen.

En el primer caso, en la automotriz Pana ųadministrada junto con sus hijos Rodolfo y Edwin Patatuchi Navaų, que al parecer tenía una sucursal en Veracruz denominada Autos Bulevar, se expedía una factura apócrifa, se falsificaban sellos fiscales y llaves, y se remarcaban los números de motor y otras partes del automóvil con tecnología de punta que dificultaba detectar la alteración. Así se efectuaba la clonación.

Otra opción, que requería más "trámites" y dinero invertido, era crear "autos mellizos o gemelos", y el proceso consistía en sobornar a empleados de agencias automotrices legalmente establecidas para que extrajeran documentación original, y con ella en su poder, el remarcaje de los autos coincidía casi a la perfección con la factura "lícita" que los acompañaba, aunque en otro sitio del país circulara una unidad idéntica o gemela a la vendida en Tuxtepec.

Hurtos, a pedido del cliente

Empero, cubrir un mercado con clientes exigentes no era cosa sencilla, por lo que el flujo tanto de unidades como de documentación tampoco se daba al azar, sino que se desprendía de la demanda de marcas y modelos "sobre pedido", que en su mayoría consistía en camionetas Suburban y coches que iban desde un Volkswagen austero hasta unidades de lujo.

De acuerdo con las estimaciones policiacas, la zona de influencia que el zar de los robacoches presumía, la configuraban Tabasco, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Campeche y Yucatán. Sin embargo, este nicho resultó insuficiente y Rodolfo Patatuchi decidió entrar al negocio de la exportación. Así, a través de "excelentes contactos" en el recinto portuario de Veracruz y la frontera con Guatemala, logró triangular unidades hacia Centroamérica y Europa. "Los policías y funcionarios que lo ayudaron, no se lograron identificar pero recibieron dádivas extraordinarias para facilitar la salida de los vehículos por el puerto de Veracruz y la región del Soconusco en el estado de Chiapas", se explica en informes recogidos por investigadores policiacos que pidieron el anonimato.

Agentes que participaron en las investigaciones e intentaron capturarlo in fraganti sin resultado satisfactorio, ubican su "época dorada" de l992 a l998, cuando gozó de un fuero no escrito que le proporcionaban diferentes autoridades.

En ese periodo acumuló una fortuna que se estima en más de 30 millones de dólares, parte de los cuales invirtió en casas de lujo en Oaxaca, Veracruz y Quintana Roo, así como en hoteles, restaurantes y ranchos agrícolas en la Cuenca del Papaloapan. El Patatuchi gustaba de pasear en automóviles lujosos por las calles tuxtepecanas y otra de sus debilidades eran las joyas, que usaba o regalaba a amistades cercanas.

En esa Tuxtepec uno de los mejores clientes de la joyería El Crisantemo era Fito Patatuchi, a quien le facturaban importantes cantidades por la adquisición de prendas. En ese negocio se le elaboró la pulsera en oro de 24 kilates con l5 brillantes que portaba en la mano izquierda.

Varios investigadores consideran que Patatuchi desembolsaba grandes sumas de dinero para comprar voluntades, investigaciones y veredictos de los responsables de impartir justicia.