MARTES 7 DE MARZO DE 2000

Ť Primer intercambio entre ambas naciones


Suscriben México e Israel un tratado de libre comercio

Ť El acuerdo, también expresión a favor de la paz: Weizman y Zedillo

Rosa Elvira Vargas, enviada, Jerusalén, 6 de marzo Ť México e Israel convinieron hoy en que la suscripción de un acuerdo de libre comercio representa la base para una nueva relación bilateral. Con esa vía, dijo el presidente israelí Ezer Weizman, se incrementa la unión entre los dos pueblos y constituye un paso adelante en su comprensión y amistad. Ernesto Zedillo resaltó, por su parte, que el intercambio comercial significa uno de los vínculos más sólidos entre dos sociedades y propicia formas para ampliar y profundizar la cooperación y el entendimiento.

Sin embargo, para ambos mandatarios la nueva forma de vinculación entre estos pueblos de cultura milenaria implica también una expresión conjunta a favor de la paz.

"México quiere para estas tierras, para todo el Medio Oriente, un porvenir de justicia y progreso, de paz y armonía. Ese es el porvenir que merece Israel, que merecen todos los pueblos de la región que a lo largo de miles de años tanto han dado a la humanidad, a la historia, a la civilización'', expresó Zedillo.

En respuesta, el presidente Weizman refirió que durante la estancia de la delegación mexicana, su país "hace grandes y sinceros esfuerzos para adelantar el proceso de la paz".

Convino, y sin duda la expresión implicaba mucho más que afán retórico, que las dificultades para lograr la pacificación son muchas, "pero cuando evaluamos el adelanto logrado debemos recordar el gran proceso efectuado en los últimos 22 años. Israel firmó convenios de paz con Egipto, con Jordania y llegó a acuerdos con los palestinos. Creo positivamente que llegaremos a un acuerdo comprensivo con todos nuestros vecinos, aunque sea necesario más tiempo''.

Una ceremonia austera en un salón obra de Chagall

Con la parquedad y sencillez que dan a casi todos sus actos, Ernesto Zedillo y su comitiva fueron recibidos en la Residencia Presidencial de Israel, en el área aledaña a un jardín adornado con arbustos y discretas esculturas en mármol. En un espacio de amplia cochera, y sin más marcialidad que una pequeña banda militar y la formación de un grupo de muchachos y muchachas del Servicio Militar, Weizman y su visitante pasaron revista a esa guardia de honor y escucharon los himnos nacionales.

MIDEAST_ISRAEL_MEXICO-1 Cada uno dirigió un breve mensaje y de inmediato caminaron al Salón de los Vitrales, obra creación de Chagall, y de nuevo en esa forma de austera disposición atestiguaron de pie y detrás sus representantes, la rúbrica del acuerdo comercial que correspondió a la canciller Rosario Green y al secretario de Comercio, Herminio Blanco, del lado mexicano, y a David Levy, ministro de Relaciones Exteriores de Israel.

Zedillo aseguró que el tratado comercial es bueno para México y también para Israel, pues permitirá potenciar las enormes posibilidades de complementación económica de los dos países, y estimulará a otras naciones de América Latina a estrechar vínculos de intercambio con Tel Aviv.

Este es el primer intercambio que suscriben los mexicanos con una nación del Medio Oriente y se buscó tenerlo, expuso, porque el país no sólo está interesado en ampliar sus vínculos productivos, sino por admiración a la historia, la cultura y el afán de libertad, justicia y progreso del pueblo israelí.

En la negociación y firma del tratado intervinieron, a partir de 1998, por la Secretaría de Comercio, Jaime Zabludovski, ahora embajador ante la Unión Europea, y su sustituto, Luis de la Calle, además la embajadora Carmen Moreno, subsecretaria de la cancillería, el titular de la Secofi, Herminio Blanco, así como las representaciones empresariales de los dos países.

Siempre persuadido de las bondades del libre intercambio, el presidente Zedillo lo definió como un hito para el comienzo de una nueva etapa de las relaciones entre México e Israel, una nueva etapa de mayor entendimiento y amistad, de mayor cooperación y beneficios mutuos.

Son los dos, apuntó entonces, pueblos orgullosos de su historia y su cultura milenarias, que saben guardar sus tradiciones y avanzar con decisión y confianza al futuro. México e Israel tendrán una amistad, aseguró, "siempre creciente''.

Weizman, un político de 76 años nacido en Tel Aviv y que durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Real Fuerza Aérea Británica y más tarde en la de Israel, es hombre de pocas palabras, de mensajes breves.

Destacó que existen volúmenes de comercio entre México e Israel por unos 150 millones de dólares anuales, y que alrededor de 50 firmas israelíes ya han invertido en suelo mexicano, "y nos gustaría ver una expansión de las inversiones'' de aquel país en este territorio de Medio Oriente.

Este hombre, de paso lento, figura encorvada y a quien corresponden las funciones protocolarias de su gobierno, resaltó que las dos naciones han aprendido a combinar el pasado con el futuro y con el presente, para llegar a una cultura moderna y llena de vida; una cultura que se apoya en los valores del respeto al prójimo y de la democracia.

"Somos sociedades que supieron entrelazarse con distintas culturas, y que al fundirlas, crea la identidad que las une, incluyendo el respeto a las distinciones", dijo Weizman, sobre quien han pesado a últimas fechas, y no obstante su fuerte peso político, acusaciones de corrupción, de las que se está librando.

Cuando todo el ceremonial concluyó en la residencia presidencial, todavía Weizman y Zedillo sostuvieron una ronda privada de conversaciones, en la que el anfitrión refirió parte de su biografía y sus andanzas por la difícil historia de su país. Por la noche volverían a encontrarse, en la misma residencia, en el mismo Salón de los Vitrales para una similar, austera y sobria cena que en nada correspondía al peso económico y político de la inmensa mayoría de los comensales.


Ť El mayor registro en el mundo del exterminio judío


Visita la comitiva presidencial el Museo del Holocausto

Ť Es el más vergonzoso acto de barbarie, escribió Ernesto Zedillo

Rosa Elvira Vargas, enviada, Jerusalén, 6 de marzo Ť La voz de Shevan Weiss es baja y sin matices. Su expresión no se altera; tampoco dramatiza ni da apariencia de afectación. Pero es tan puntual su descripción del horror del Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial, que la atmósfera que crean su voz y el recinto donde las pronuncia, sobrecoge e impone una marca de silencio, apenas de susurro.

El presidente Ernesto Zedillo llegó hoy al Yad Vashem, el Museo del Holocausto, que se encuentra en el Monte de los Recuerdos y que guarda en su interior el registro más grande en el mundo del exterminio judío a manos de los nazis y sus aliados, ocurrido entre las décadas de los 30 y mediados de los 40. Son más de 50 millones de páginas y cientos de fotografías, además de una librería con más de 75 mil publicaciones sobre el tema. En el mismo conjunto arquitectónico están también la Sala de los Recuerdos, el Valle de las Comunidades y el Memorial de los Niños.

Una pared con inscripciones metálicas y los principales iconos de la religión judía recibe a los miles que diariamente recorren el recinto. El arribo del mandatario y su numerosa comitiva no limitó el acceso de los visitantes habituales. Pero Weiss no se altera con la aglomeración que provocan los mexicanos. Inicia su explicación, destacando el protagonismo de los judíos durante la Primera Guerra Mundial y el ascenso al poder de Adolfo Hitler.

Paso a paso, fotografías, carteles, billetes y otros objetos muestran la evolución del sentimiento antisemita en Alemania. El narrador ubica tres fases del Holocausto, las cuales pasan por la persecución y expulsión política de los judíos, su reclusión en ghettos y los campos de exterminio.

Ellos eran considerados, ilustra el también presidente del Consejo Internacional de Judíos, como "corruptores de la raza aria''. Los alemanes desarrollaron métodos "seudocientíficos'' para determinar quién era judío. Y no obstante ser apenas un núcleo de 500 mil personas viviendo en Alemania, contra los varios millones que habitaban los países vecinos, se les responsabilizó de todos los males. Y se pasó a la violencia generalizada en su contra, en noviembre de 1938 en la llamada Noche de los Cristales, precisa Weiss con su tono inmutable.

La sucesión de salas, donde las fotografías amplificadas muestran el horror en los rostros, las famélicas figuras, los escombros del gettho con sus niños como un despojo más, las carretas llenas de cadáveres, los inmensos campos de concentración, el trabajo forzado, las cámaras de gases... y Auschwitz, y el gettho de Varsovia, y los vagones del ferrocarril para los traslados sin retorno, y los cientos de espacios no identificados, pero que acaso tampoco sea necesario hacerlo a estas alturas.

A Weiss no se le olvida tampoco mencionar que en algún momento de la guerra, el máximo líder de los musulmanes se alió con el poder fascista. Llega entonces a aquella famosa fotografía tomada tras la capitulación nazi a las barracas de un campo de concentración, y en donde literalmente yacen decenas de hombres, jóvenes todos, sólo a la espera de la muerte. Sólo en ese punto el presidente Zedillo hace un alto para comentar que entre ese grupo de moribundos se identificó a sí mismo, no hace mucho, Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz en 1986.

Curiosamente, en el tránsito entre esas galerías y la llegada a la bóveda silente donde se encuentra la Flama Perenne, hay un breve espacio con obras de arte que parecieran recordar que, pese a todo, la vida persiste.

La entrada al Mausoleo de la Recordación, obliga a todos ųsin excluir por supuesto al presidente Zedillo y a su hijo Ernestoų a colocarse la kipá en la cabeza. Sólo los miembros de la familia montan guardia en la explanada donde se encuentra la flama, lugar en el que en el piso están inscritos los nombres de los campos de concentración, de los getthos y los otros sitios de la barbarie. Se escucha entonces el coro triste, la voz que atraviesa la oscuridad de un grupo de niños. Y enseguida la de un rabino. El Presidente aviva la llama al accionar una llave de gas, mientras el humo llega al cielo por una pequeña abertura en el techo.

Con esa, su misma voz baja, sin matices, Weiss explica que para avivar la llama de esta cripta de recordación "al lado de las cenizas de nuestros mártires, comulgamos con el recuerdo de los seis millones de nuestro pueblo que sufrieron el exterminio y el martirio infligido por los nazis y sus cómplices; de las comunidades y familias de la casa de Jacob, que fueron destruidas con el designio criminal de borrar el nombre de Israel y su cultura de la faz de la tierra''.

Recordamos con veneración ųprosigueų el espíritu de nuestros hermanos que sacrificaron sus vidas con tanta abnegación, la epopeya heroica de los encarcelados en los getthos y de los combatientes que se alzaron y encendieron la llama de la rebelión para salvar el honor de su pueblo, la lucha excelsa y constante de las masas de Israel para preservar su dignidad humana y su cultura judía, los justos de todos los pueblos que arriesgaron la vida por salvar judíos de la ley de Yad Vashem''.

Y por último, la entrada a un alucinante salón de cristales y luces, donde una voz repite sin cesar el nombre, lugar y fecha del nombre de infantes judíos asesinados. Es el recinto memorial de los Niños, a la salida del cual el presidente Zedillo inscribe en el libro de visitantes distinguidos: "En nombre del pueblo de México rindo homenaje a los niños, hombres y mujeres judíos sacrificados en el más vergonzoso acto de barbarie de la humanidad; que su cruel sacrificio nos dé, al menos a todos, inspiración y fuerza para luchar siempre por la libertad, la tolerancia y la concordia entre todos los pueblos de la Tierra''.

Nadie sale igual que como entró al Museo del Holocausto. El silencio se mantiene y Weiss cumplió de nuevo su tarea de mantener viva la memoria de la destrucción humana y, de paso, apenas insinuado señalar que hay la búsqueda de nuevas interpretaciones históricas, que buscan dejar el exterminio nazi como un mero saldo de víctimas de guerra y no como, aseguran en Israel que ocurrió: la deliberada campaña de exterminio de un pueblo.

Reuniones de la delegación con Peres, Levy y Barak

La agenda presidencial prosiguió con un almuerzo con el ex primer ministro Shimon Peres, una audiencia con el alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, y el canciller David Levy. Más tarde visitó al primer ministro, Ehud Barak, con quien, según la información oficial, conversó sobre el proceso de paz en Medio Oriente.

El mandatario israelí aseguró que su país tiene disposición para un proceso de paz serio, que la salida de las tropas de Israel de Líbano evitará que sigan los pretextos para atacar a su pueblo. "La estrategia es ante todo, lograr la paz'', indicó Barak.

Por otra parte, y ya a la vista de todos, se pudo constatar que el presidente Zedillo incorporó a la comitiva presidencial a todos los funcionarios de origen judío con puestos de algún nivel en su gabinete, y por eso están aquí los subsecretarios de Hacienda, Santiago Levy; de Comunicaciones y Transportes, Aaron Dichter, y Jorge Silverstein, así como el embajador de México ante la Unión Europea, Jaime Zabludovsky.

Y forman parte también de los invitados de Los Pinos, los creadores de origen judío, Arnoldo Cohen, pintor, y Arturo Ripstein, cineasta.