Orlando Delgado Selley
La banca comercial/ VI y última
El acuerdo votado en la Cámara de Diputados establece que se respaldan los pagarés emitidos y que serán sustituidos por pagarés con nuevas garantías, pero que serán negociables en el mercado secundario: Otra parte del acuerdo fue el nuevo programa de apoyo a deudores, denominado Punto Final, para enfatizar que se trataba del último "esfuerzo" de los bancos para colaborar con sus acreditados en cartera vencida.
En ese año, de nueva cuenta, el financiamiento se redujo en términos reales en 8.9 por ciento, acumulando una caída de 67 por ciento en cuatro años; el saldo de la cartera vencida fue de $99 mil 511 millones, que elevó el índice a 11.4 por ciento de la cartera total; los pasivos del Fobaproa por compras de cartera a los bancos creció a $279 mil 716 millones, sin considerar los bancos Inverlat, Unión, Cremi, Oriente, Obrero, Interestatal, Sureste, Capital, Industrial, Promotor del Norte y Anáhuac. Sumada la cartera vencida y los créditos al Fobaproa, para los bancos en situación normal, alcanzaba 43 por ciento de la cartera, proporción muy alta y que daba clara cuenta que la crisis persistía.
Sin embargo, el margen financiero aumentó 36 por ciento, en tanto que provisiones preventivas para riesgos crediticios prácticamente permanecieron constantes, significó un margen financiero ajustado cercano a los $49 mil 500 millones, cifra que casi duplicaba la del año anterior, lo que ratificaba la pérdida de importancia de los ingresos por intereses derivados de la operación crediticia. Por ello, las utilidades netas volvieron a crecer, manteniéndose aún en niveles bajos, pero finalmente, sobre todo para algunos bancos en particular, empezando a recuperar su condición de negocio rentable.
El año pasado confirmó las tendencias que se habían observado: el financiamiento al sector privado continuó cayendo en términos reales, ahora 12 por ciento, lo que ya acumula una contracción histórica del orden de 71 por ciento. Sin embargo, con información para siete de las principales instituciones, la utilidad neta aumentó 203 por ciento; prestando cada vez menos recursos a los usuarios del crédito, los bancos aumentan paulatina, pero consistentemente sus utilidades. Como señalamos hace varias semanas: "Esta es precisamente la situación generada por la liberalización; empresas privadas que deciden a su entero arbitrio si dedican recursos al crédito, recursos que ciertamente no son de ellos, sino de los ahorradores; pero, si llega a ocurrir que toman decisiones inadecuadas o simplemente defraudan a las propias instituciones, entonces el gobierno interviene y asume las pérdidas y el costo del capital, repartiéndolas entre todos los causantes, en aras de "proteger" al sistema financiero, cuando lo que verdaderamente se protege es el negocio bancario y no al sistema de intermediación entre el ahorro y el crédito" (La Jornada, 15/2/00, p.26).