La Jornada martes 7 de marzo de 2000

Alberto Aziz Nassif
Construir las campañas

En un estudio sobre los medios de comunicación y el accidente de la central nuclear estadunidense Three Mile Island, Eliseo Veron escribió que los "acontecimientos sociales no son objetos que se encuentren ya hechos en alguna parte de la realidad y cuyas propiedades y avatares nos son dados a conocer de inmediato por los medios con mayor o menor fidelidad. Sólo existen en la medida en que esos medios los elaboran (...) Los medios informativos son el lugar en donde las sociedades industriales producen nuestra realidad", (Construir el acontecimiento, Gedisa 1983). De una manera paralela se puede indicar que una parte muy importante de la vida política en México se hace hoy en los medios y de forma prioritaria, las campañas electorales.

La semana pasada, el Instituto Federal Electoral (IFE) dio a conocer los resultados del primer monitoreo sobre la cobertura de las campañas electorales, el cual cubrió del 19 de enero al 22 de febrero de este año, en 126 noticiarios de radio y 84 de televisión en todo el país. Los resultados son interesantes sobre todo si se leen en perspectiva. La cobertura noticiosa de los partidos y las campañas ha evolucionado de la siguiente forma, según el IFE: en 1988 la oposición prácticamente no existía en los medios, a pesar de que sí estaba presente en la sociedad; así, 83.1 por ciento de la cobertura fue para el PRI, 3.1 para el PAN y sólo 1.6 por ciento para el Frente Democrático Nacional. Esa elección fue altamente conflictiva, entre otras cosas por el choque entre un esquema electoral no competitivo y una irrupción masiva de votos opositores; las consecuencias se conocen: el fraude y una severa crisis de legitimidad. La oposición tuvo, según cifras oficiales, la mitad de los votos, y prácticamente estuvo ausente en los medios. En 1994, la cobertura cambió y PRI tuvo 41 por ciento, PAN 17.8 por ciento y PRD 18.7 por ciento. El distintivo de esas elecciones fue la desigualdad, tanto en el acceso a los medios, como en las cantidades de dinero que el PRI gastó frente a la oposición. Seis años después, el PRI sigue siendo el que más cobertura tiene según el monitoreo, ya que durante las primeras semanas de campaña tuvo 31.9 por ciento, frente a 28.2 de la Alianza por el Cambio y 25.9 por ciento de la Alianza por México. A pesar de que el mundo de los estados es heterogéneo y en entidades en donde gobierna la oposición, ésta tiene una mayor cobertura que el PRI, los promedios nacionales favorecen al tricolor en tiempo de cobertura y en notas positivas. Por otra parte, la gran mayoría de las notas ha tenido un carácter neutral, según el monitoreo.

ƑEstamos en situación de igualdad? ƑLas campañas en los medios se ubican dentro de parámetros democráticos? ƑEstá mejor informada la sociedad? No se puede desconocer que los números muestran una cobertura diferente a la que hubo hace 12 o seis años, pero al mismo tiempo, resulta claro también que este análisis numérico no indica criterios de tipo cualitativo para saber si estamos caminando rumbo a una democracia de opinión pública, de más debate y calidad en la vida pública. Atravesamos por una mezcla de una paradoja y de una fantasía: la primera resulta de que a pesar de que la cobertura ha mejorado en términos de igualdad y hay más información de las campañas en los medios, no necesariamente la sociedad está mejor informada; y la segunda tiene que ver con esa ilusión de que cuando finalmente lleguemos a la democracia, las campañas serán el espacio para debatir los proyectos y las alternativas, y no para escuchar la descalificación, el insulto y las vanidades de los candidatos.

Uno de los problemas que se presenta ahora es la disyuntiva de saber si los medios reportan y destacan las partes más escandalosas de los candidatos y partidos o si éstos no generan un esfuerzo consistente para producir campañas en un nivel de debate sobre los proyectos. En este cuadro tal vez tengamos que entender que el modelo de partido profesional camina sobre estrategias de campaña basadas en la mercadotecnia y por lo tanto, la política está sometida a ese modelo, así que el debate en las democracias contemporáneas se reduce a spots, fotos, melodías pegajosas y a una hora de debate real por televisión, porque la construcción de las campañas no puede ser de otra forma. ƑSerá así?