Marco Rascón
Un país sin izquierda
Hemos entrado al cubo. Al espacio sin referencias ni ubicación histórica. Al país sin memoria. En esta lucha por las ubicuidades, no bastó la disputa por el centro y ahora se siguieron con la izquierda como botín.
La izquierda empezó a morir en México cuando dejó de ser espacio de principios y conductas por la igualdad social, y se pensó que todas las ruinas del régimen priísta podían servir para reconstruir una patria nueva. Se ocupa y usa a la izquierda como un hotel de paso por sus errores: no ha sabido mantener la mezcla justa entre el avance político-electoral y la labor transformadora. Por estos errores, los adversarios se han crecido y ahora siembran una democracia bipartidista entre dos derechas neoliberales.
La izquierda ha sido colonizada por la cultura priísta, las prácticas autoritarias, el oportunismo, el culto al pragmatismo; se sustituyó la militancia por operadores y el activismo fue remplazado por personal remunerado que trabaja a destajo y convierte la actividad política en mera mercadotecnia. Desde el individualismo muchos representaron a "la sociedad civil" creando fobia a todo lo que sea organización política o tenga perfil clasista. Los grupos políticos ya no son espacios de debate, sino pequeñas empresas que juegan a la bolsa de las posiciones internas. La política se convirtió en la única posibilidad de ascenso social y reconocimiento.
La izquierda se perdió en el cubo de la irrealidad del país. El vacío de contenidos, el desprecio al trabajo de otros y a la solidaridad, la falta de ideas y programas sustentados en problemas concretos y la ausencia de estudio de la realidad, le abrieron paso al pragmatismo. Alianzas y traiciones fueron la nueva regla para el trato. Decir una cosa y hacer otra, y ofrecer un puesto para quitar a otro, se convirtieron en la táctica preferida de la guerra de posiciones. Los conceptos fueron estirados de acuerdo a la necesidad del momento. La democracia se hizo para los tiempos como oposición; ahora como gobierno se exige disciplina y candidatos de unidad. Las campañas electorales no son para avanzar sino para ocultar errores y hasta las más grandes manifestaciones son intrascendentes, pues se entra al Zócalo por Madero con entusisamo e indignación y se sale por Pino Suárez o 5 de Mayo con grandes confusiones.
"Luchar", como palabra, tiene ahora un significado peyorativo. Es sinónimo de tosudez, terquedad, intolerancia y desestabilización. La palabra "gobernabilidad" apareció en el vocabulario de la izquierda, como si ésta fuese responsable de resolver la decadencia y tuviera como tarea, reproducir el mismo sistema que cuestionaba.
Solo un punto une a la izquierda mexicana: las derrotas. La de la UNAM se clava todos los días; la del 2 de julio avanza con muy graves consecuencias, ante el hecho de que la nación quedará sin opciones para un cambio verdadero.
En el campo internacional, la izquierda mexicana perdió su visión latinoamericana. Se empezó a ver hacia el norte como ideal y se fue aceptando que nuestro futuro no era Bolivar sino la doctrina Monroe y se extendió la moda anti-cubana, anti-Fidel y anti-Revolución. Sin embargo, hacia el sur no hubo posibilidades de referencias ante el fracaso del Frente Sandinista en Nicaragua y el Farabundo Martí en el Salvador. A Cuba se le exigió cambiar desde la izquierda, cuando Estados Unidos no ha cambiado un milímetro su posición frente a México y Latinoamérica.
Miles de libros escritos, estudios, estrategias, conocimiento de fenómenos sociales y políticos, permanecen abandonados en los libreros, pues la nueva izquierda dejó de leer y escribir. El pensamiento de los intelectuales de izquierda se ha hecho pobre y errático, pues tomó la vanguardia para destruir el pensamiento anterior, pero no ha sido sustituido por falta de teóricos para la acción y exceso de enciclopedistas. La sustitución del humanismo marxista por la astrología, hace que nos guiemos sólo por corazonadas y oráculos. "Ganaremos" se dice, y buscamos en una encuesta lo que no hemos hecho ni construido, esperando que exista (y alguién aplique) la ley de la alternancia.
En el cubo nacional, ha crecido la paranoia triunfalista y la confusión: mientras todos se dicen de izquierda, la derecha avanza. La izquierda mexicana fue el topo que trabajó durante décadas por el cambio democrático y ahora la comedia es que todo se convierta en un triunfo de derecha y por tanto, en tragedia. Por ello, habrá inquilinos priístas como Ricardo Monreal o Barraza de Tijuana, que en una sola elección pasaran por tres partidos.
Austria nos quedará chiquita si se impone Labastida-Fox: que se preocupe el mundo por México y que el topo empiece de nuevo a cavar, para salir del cubo.