JUEVES 9 DE MARZO DE 2000
* Prácticamente controlaba todos los recursos
Provocó malestar al interior de la procuraduría su plan de trabajo
José Galán y Gustavo Castillo * Juan Manuel Izábal Villicaña, oficial mayor de la Procuraduría General de la República (PGR), muerto ayer por la mañana, prácticamente manejaba todos los recursos de la dependencia, incluyendo al personal ministerial y de la Policía Judicial Federal; controlaba enormes sumas de dinero, los salarios, las relaciones con el sindicato, las armas, las municiones, la gasolina de los aviones y, sobre todo, la lucha contra la corrupción.
Juan Manuel Izábal puso en práctica un agresivo plan de capacitación, que incluía pruebas de polígrafo, sicológicas y antidoping, lo que provocó malestar dentro de la corporación. "Actuaba bajo las órdenes directas del procurador Jorge Madrazo Cuéllar. Eran muy amigos", afirmó una fuente interna. Dijeron que tan sólo en los últimos cuatro meses, por instrucciones de Izábal, 250 agentes federales fueron dados de baja, luego de que no pasaron los promedios mínimos y fueron encontrados culpables de corrupción o con rastros de droga en el organismo.
En su afán por actuar mediante la vía legal, incluso llegó a consignar expedientes de malos elementos ante la Contraloría Interna; no se conformaba con separarlos de la institución, sino que buscaba aplicar la ley. Siempre estaba armado con una pistola automática Pietro Beretta de nueve milímetros, señalaron.
Izábal Villicaña, de 41 años y padre de tres pequeños, era abogado. Formó parte del equipo de Jorge Madrazo Cuéllar, procurador general de la República, desde que éste era secretario técnico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Posteriormente, en la Comisión Nacional de Derechos Humanos fue nombrado director general administrativo, y más tarde, oficial mayor, puesto que ocupó hasta el 4 de diciembre de 1996, cuando se fue a la PGR con ese mismo cargo.