Cada 24 horas mueren 89 personas por armas de fuego
EU, el imperio de la violencia
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 8 de marzo * El presidente Bill Clinton sostuvo el martes una reunión con líderes del Congreso para promover, una vez más, un mayor control de las armas de fuego y su cauda de víctimas. Sin embargo, esto es sólo un ejemplo más de una sociedad herida por la violencia cotidiana y la violencia con que responde el gobierno.
De hecho, como el Departamento de Estado recientemente afirmó que México carece de "capacidad institucional" para controlar el narcotráfico, aquí se puede decir que existe una "incapacidad institucional" para controlar la violencia, igual si ésta se expresa en las calles, si proviene de la policía o es aplicada por el gobierno.
La guerra contra el crimen ha promovido prácticas policiacas que resultan en más violencia de las autoridades y el resultado han sido quejas ciudadanas en Los Angeles, Chicago y hasta en Nueva York, así como en decenas de otras ciudades.
Los funcionarios hablan cotidianamente de estos problemas e invierten montos e-normes de recursos públicos, pero no han logrado cambiar esta realidad en los últimos años. Esto, objetivamente, revela una incapacidad institucional.
En estos últimos días un niño de seis años mató a una niña de la misma edad en Michigan con una pistola que encontró en su casa, y se acaban de enterrar los cuerpos de tres personas en Pittsburgh a las que un hombre enfurecido decidió disparar al azar en dos restaurantes de comida rápida. En Nueva York, cinco taxistas han sido asaltados y asesinados en los últimos dos meses. Según cálculos revelados por el Daily News, éstos nos son casos aislados. Unos 12 niños mueren cada día en este país a causa de un arma de fuego, una fracción de las 89 personas que fallecen a causa de armas cada 24 horas.
La violencia también se genera a manos de las autoridades. Los casos recientes más conocidos son la muerte del inmigrante de Guinea Amadou Diallo por 41 balazos de la policía de Nueva York y la tortura del inmigrante haitiano Abner Louima, también por agentes neoyorquinos. Pero sólo en esta última semana, en Nueva York dos agentes fueron acusados de haber golpeado a una mujer inocente, junto con numerosos casos parecidos en Los Angeles; en el país hay unos 10 mil casos de brutalidad policiaca por ser resueltos.
La violencia institucional más extrema ha sido la encarcelacion de la población. El reverendo Jesse Jackson señala las consecuencias ųcuenta el articulista Robert Scheer, de Los Angeles Timesų de una política "racista" para enfrentar al "crimen" con la violencia de la cárcel. Estados Unidos mantiene en prisión a 2 millones de personas. "Tenemos 500 mil prisioneros más que China, que tiene una población cuatro veces mayor que la nuestra, y así nos quejamos de su récord de derechos humanos", escribió Scheer.
"Este país ha utilizado un sistema de apartheid con base en las prisiones como una alternativa a una integración real de sus minorías raciales más grandes.... los políticos buscan cómo construir más prisiones que escuelas y pagar mayores salarios a guardias de cárcel que a los maestros", señala el analista. Como repite de forma incansable el reverendo Jackson, casi una tercera parte de los jóvenes negros se encuentran en algún lugar del sistema judicial, y hay muchos más en la cárcel que en las universidades.
La pregunta es: Ƒlas autoridades no pueden o no quieren, controlar la violencia? Los funcionarios repiten sus declaraciones sobre el control de las armas y de la violencia, pero al parecer, las instituciones no logran avanzar en ese sentido.
Si no es por esta incapacidad institucional, cómo se explica que las armas sean tan fácilmente accesibles para que un niño de seis años pueda conseguir una; que autoridades actúen con suficiente impunidad justificada por las políticas anticrimen impulsadas por políticos que creen que la violencia sólo se enfrenta con violencia, y finalmente, un sistema de justicia que decide que la prisión es la forma de defender a la sociedad.
De hecho, este país tiene un excelente programa de educación para la violencia, que comienza a brindarse a tierna edad. Un niño meterá unas monedas en un juego electrónico en un mall o un hotel. Ahí, una empresa ha colocado en sus manos un rifle o pistola "de a mentis" y un juego computarizado donde el objetivo es matar y destruir todo. Más tarde verá por televisión a personas matándose entre sí. La mañana siguiente podría descubrir una pistola en la casa y decidir llevársela a la escuela. Otro niño que le cae mal podría ser el enemigo. Al ser cuestionados, podrían responder, "fue como en la tele". Eso dijo el niño de seis años en Michigan.
A fin de cuentas, con policías que pueden matar a un hombre desarmado y declarar, junto con los políticos, que fue "una tragedia" pero no "un crimen"; con millones más invertidos en cárceles, mañana otros 12 niños morirán por arma de fuego. Mañana, otros jóvenes serán golpeados por policías que decidieron que son sospechosos. Mañana, otros hombres despertarán en sus celdas en lo que todo mundo sabe que son más bien "escuelas de violencia" que centros de readaptación social.