Ť Les pide dar a conocer propuestas claras y programas de gobierno
Campañas constructivas, demanda Zedillo a candidatos presidenciales
Ť El presidente de la República no dicta ni modifica los resultados electorales, asegura a empresarios
Rosa Elvira Vargas Ť Tras varias semanas de un ambiente político y de campañas en que los aspirantes a la Presidencia han privilegiado la descalificación y aun el denuesto hacia sus contrincantes, Ernesto Zedillo pidió ayer la realización de contiendas electorales constructivas y con claras propuestas y programas de gobierno. Ratificó que su administración respetará a todos los partidos y candidatos, y expresó que hoy, ''el presidente de la República no juzga, no dicta, ni modifica los resultados electorales''.
El mandatario habló ante los integrantes de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), cuyo dirigente Alberto Fernández Garza había señalado momentos antes que la gobernabilidad del país es un desafío, y que ante hechos recientes de ''desbordamiento social'' (como los ocurridos en El Mexe, Hidalgo), el actual sistema político ''ha sufrido un desgaste que no garantiza la capacidad completa del Estado'' para contenerlos.
Célebre hace algunos meses cuando, en plena huelga de la UNAM, planteó cerrar la institución, el líder empresarial dijo ayer que algunos candidatos a la Presidencia no quieren acordar un debate público ''por temor a mostrar sus debilidades'', y consideró aún insepulta toda posibilidad de fraude electoral, pues demandó se elimine de una vez y para siempre ''toda tentación de alterar la voluntad ciudadana o la pretensión de conseguir el triunfo a costa de la paz o aprovechando ventajas ilegítimas''.
Respeto, civilidad y tolerancia
En respuesta, el jefe del Ejecutivo hizo una larga disertación en la que tocó aspectos de economía, de política y programas sociales de su administración. Ante todo, dijo que ha actuado siempre en congruencia con una profunda convicción democrática, y se manifestó por la práctica de una cultura política de respeto, de civilidad y de tolerancia, orientada por el interés superior de México.
Al inicio, Zedillo ratificó a la organización patronal su confianza en que el país mantendrá su ritmo de crecimiento a un promedio anual de 5 por ciento y ello, además, sin ''incurrir en la irresponsabilidad fiscal, que fue el signo de otras épocas''.
Reforzó el proceder de su administración en forma distinta a la de otras, señalando que será posible este año alcanzar una inflación que no supere 10 por ciento, incluso con la liberalización del sistema de precios y con una política de tipo de cambio flexible. Cuando esa meta se logró en el pasado, apuntó, se hizo sustentándola en una política cambiaria que comprometió la estabilidad financiera y en el control administrativo de precios clave de la economía, lo que también resultó insostenible.
Hoy, se ufanó, el gobierno federal ''no pretende controlar ni controla artificialmente la inflación, porque sabemos que ello, más pronto que tarde se revierte con efectos muy graves, señaladamente para quienes menos tienen''.
Más adelante ponderó el abandono de prácticas proteccionistas y estatistas que sólo protegían, dijo, la ineficacia y la mala calidad, y se ha conseguido dar nueva solidez a la economía nacional, y eso se reconoce internacionalmente, como ocurrió hace unos días, cuando se otorgó al país el llamado grado de inversión.
Como lo hiciera apenas el jueves ante los hombres de empresa más poderosos del país, el mandatario alertó que los hechos positivos no deben llevar a aflojar el paso o a relajar el esfuerzo. Los buenos resultados, recalcó, no deben ser pretexto para ningún triunfalismo y sí, en cambio, ser alicientes para perseverar en la disciplina fiscal y monetaria.
Enseguida, el Ejecutivo ilustró -como de hecho lo hace cada que se encuentra con los integrantes de la Coparmex- sobre los programas y montos orientados al ''auténtico desarrollo social'', donde incluyó lo relacionado con salud, educación y seguridad pública, entre otros.
Sería sin embargo el capítulo de la democracia y su expresión electoral, donde el presidente Zedillo haría ayer una amplia exposición para, entre otras afirmaciones, señalar que su gobierno tuvo razón al promover y defender que las instituciones electorales fuesen totalmente independientes y desvinculadas del Ejecutivo, ciudadanizando a las autoridades y dotándolas de patrimonio y autonomía en el ejercicio de sus recursos.
Así, y tras asegurar que hoy el Presidente no tiene nada que ver con los resultados electorales, dijo estar convencido de que le asistía la razón cuando promovió y defendió reglas claras para la competencia electoral; para el acceso de los partidos políticos y candidatos a los medios de comunicación, y para lograr que el financiamiento con el que operan aquéllos sea predominantemente público.
En este último punto -el del financiamiento- apuntó que sin ese elemento, ''la reforma acabaría por no valer la pena'', y recordó que hubo partidos que se opusieron a llevar a la ley el carácter público del dinero para la acción política.
''Ante esa negativa, lo recuerdo muy bien, a fines de 1996 no dudé en asumir enteramente la responsabilidad política y las críticas por asignar recursos públicos, siempre escasos, a la actividad de partidos y candidatos. Debo decirles que nunca lamentaré haber asumido esa responsabilidad y esas críticas'', planteó Zedillo.
Enseguida, comentó que ve con satisfacción que hoy, inclusive aquellos que criticaron y se opusieron a la aplicación de ese principio -que como se recuerda fue el PAN- ''están ejerciendo los recursos públicos a que tienen legítimo derecho por el bien de la democracia mexicana''.
Zedillo continuó su mensaje por la vía de ponderar las acciones de su gestión a favor de la libertad de expresión, de garantizar el derecho de los ciudadanos a organizarse y participar en las lides políticas y también, casi al final, de pedir campañas propositivas y respetuosas.
''Es mi convicción que las contiendas electorales deben ser constructivas, deben basarse en la expresión clara de propuestas y programas de gobierno para que los ciudadanos decidan fundadamente el sentido de su voto. Esto es esencial, asimismo, para acreditar la democracia como el sistema que facilita la formación de mejores gobiernos'', apuntó.