La Jornada miércoles 15 de marzo de 2000

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

El sentido mediático de la novedad suele generar injusticias graves. Una de ellas, que se da con mucha frecuencia, es que los medios se vuelquen sobre lo inmediato, lo escandaloso, lo llamativo, y dejen de lado lo profundo, lo trascendente. Salvo excepciones, tal es el caso de la muerte de cinco personas por suministro de bióxido de carbono, en lugar de oxígeno, en Puerto Vallarta el domingo pasado.

Tal incidente es, desde luego, altamente censurable, y nadie en su sano juicio puede desdeñar la talla criminal de la pifia cometida en un hospital público jalisciense.

Los árboles y el bosque

Pero tampoco es sano ni equilibrado ver tan sólo los árboles y no el bosque. El problema de fondo del sistema público de salud no son los errores circunstanciales que pudiesen haberse cometido en Puerto Vallarta, sino el persistente desmantelamiento de ese aparato sanitario oficial para entregarlo en manos de capitales privados, dejando a los mexicanos pobres en situación de absoluto desamparo, como entes necesariamente prescindibles que son para los fríos cálculos del neoliberalismo, en materia de redituabilidad económica.

Lo grave no sólo es el caso de Puerto Vallarta, ni lo importante es tan sólo investigar si la culpa fue del empleado de Infra que surtió con bióxido de carbono lo que debería ser oxígeno, o si los empleados del nosocomio fueron negligentes al verificar que la etiqueta dijese lo que no decía, o si los médicos debieron detectar a tiempo las causas de la alta incidencia de muertes que se dio en unas horas.

Recortes, corrupción, marginación

Lo grave y lo importante es que el gobierno federal mantiene una política de abandono en materia de salud pública, restringiendo los fondos efectivos disponibles para las instituciones del ramo (como el ISSSTE, el IMSS y los hospitales de la secretaría federal de salud y sus similares en los estados), permitiendo una corrupción crónica (que ha generado fortunas de escándalo entre políticos priístas que han hecho de los contratos y las ventas una fuente tan ancha de enriquecimiento como proporcionalmente lo ha sido de desdicha para los usuarios de esos servicios) y condenando a millones de mexicanos pobres al maltrato, la desidia, los errores y la marginación.

ƑTres médicos? ƑTres científicos? No: tres políticos priístas

No son ocultos los signos de esa politización que ha sido nefasta para la operación de esos sistemas de salud pública. El Seguro Social, el ISSSTE y la Secretaría de Salud han sido durante larguísimo tiempo dirigidos por personajes que forman parte más bien del elenco estelar del priísmo que de la élite científica del país. Véanse nada más los nombres y las historias de quienes hoy ocupan esos cargos: Genaro Borrego, en el Seguro Social (cuyos principales intereses están en la política de su natal Zacatecas, por donde se le menciona como posible candidato a senador, y en la política priísta en general, donde ha sido presidente nacional de ese partido y parte de una familia feliz en la que han destacado tanto él como Emilio Gamboa, quien también estuvo antes en ese mismo cargo); Socorro Díaz, que ha recorrido su tiempo de estancia en el ISSSTE como lo haría un peregrino por el desierto, en espera del arribo a la tierra prometida, que en el caso de la colimense pretende ser una candidatura, de preferencia plurinominal, a una diputación federal, y José Antonio González Fernández (quien entre otras de sus chambitas tuvo también la de dirigir el ISSSTE) que ahora encabeza la secretaría de Salud como premio de consolación por haber sido desplazado por Esteban Moctezuma de la dirigencia formal del PRI. Tres políticos, tres priístas, tres aspirantes a cargos de elección popular, a mejores cargos, a presupuestos más robustos, son quienes dirigen tres de las instituciones centrales de la salud de los mexicanos pobres.

Y, además, no hay que perderlo de vista, entre los proyectos del neoliberalismo dominante está la cancelación de esos servicios de salud (que resultan muy onerosos para los planes primermundistas de los gobiernos recientes) para entregarlos al juego libre, salvaje, inhumano, del mercado. Ya se han dado pasos en ese sentido, como la aprobación de los seguros privados de salud, materia en la cual diversas empresas (cuyos directivos suelen tener trato privilegiado, y complicidades, con los poderes priístas, el saliente y el presuntamente venidero) han invertido capitales cuantiosos en espera de ganancias igualmente cuantiosas en este negocio que es el de la salud.

Cinco muertos en Vallarta son apenas un indicio (importante por cuanto está documentado) de los errores que se cometen cada día, cada hora. Pero no hay que perder de vista que las historias de los horrores que viven los mexicanos pobres al solicitar la atención de los servicios públicos de salud servirían para llenar cada día las planas todas de todos los diarios y los tiempos todos de todos los noticieros electrónicos.

Veamos los árboles, pero también el bosque

Pantera: Bien por Pancho. Primero prometió que una de las primeras cosas que haría al llegar al poder sería proporcionar computadoras y clases de inglés a todos los niños (tuviesen o no qué comer, tuviesen o no electricidad, tuviesen o no siquiera un salón de clases medianamente decoroso) y luego, al darse cuenta del enorme costo que significaría el cumplimiento de tan electorera promesa, dejó el asunto ya no en el terreno de "una de las primeras cosas que haré", sino en el hipotético, genérico e intemporal compromiso de "luchar" porque tales ofertas se vuelvan realidad. Total, si el sexenio venidero se le fuese luchando para cumplirlas, él habrá finiquitado su carga de cuando menos luchar...

Y ahora Pancho ha anunciado otra más de sus aventuras. Ha dicho frente a una agrupación de abogados que no sólo tiene las manos limpias (como dijo y recontradijo en su precampaña, contra la versión de su entonces adversario, Roberto Madrazo; todo ello antes de que ambas manos, la del sinaloense y la del tabasqueño, se fundieran en amistoso y fraterno saludo y en compromiso de unidad cicatrizada) sino que, además, las tiene "también firmes, y sé usarlas para apretar, con el rigor que se requiera". Las palabras, con forma de llave perica, fueron dichas ante los citados leguleyos asociados, entre los que destacaban Luis Echeverría (2 de octubre no se olvida) y el obispo Onésimo Cepeda (miembro del también apretador Club de Roma, una de cuyas tuercas más recientes han sido la diócesis de San Cristóbal de las Casas y la nunciatura apostólica).

Candidaturas y declaraciones patrimoniales

Ya que está por salir la convocatoria priísta para postular candidatos a senadores y diputados federales de mayoría, cobra importancia el cumplimiento real de otra de las promesas labastidistas, la de conocer el patrimonio de los aspirantes para saber si se han conducido con honestidad durante su carrera política.

En Tijuana, el diputado local priísta Jaime Martínez Veloz hizo pública ayer su declaración patrimonial, solicitando que los otros que como él aspiran a una senaduría hagan lo propio. Martínez Veloz ha ganado por mayoría elecciones de diputado federal y local por distritos de Tijuana, una ciudad dominada por el panismo, y ahora aspira a ser candidato a senador, al igual que lo hacen Antonio Meza Estrada, quien fue director de la comisión nacional de los libros de texto, y Carlos Bustamante, un empresario riquísimo (algunas de cuyas cuentas nadan en la panza del Fobaproa) a quien presuntamente apoyan Mario Vázquez Raña y Eduardo Bours.

Astillas: La campaña de Cárdenas estaría por entrar a una fase de replanteamientos, con más agresividad publicitaria y propuestas más claras. Por lo pronto, ayer, Cuauhtémoc contestó con suavidad a la mano que le tendió antier Labastida al advertir éste que no debe descartarse al michoacano de los escenarios victoriosos... Conviene guardar en el archivo esa declaración elitista de Fox: ""Los mexicanos con mejor nivel de ingresos, mayor nivel educativo, quienes invierten, deciden y piensan, están mayoritariamente con nosotros"...

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