MIERCOLES 15 DE MARZ0 DE 2000
Ť El periodista y escritor recibió el premio hispanoamericano Lya Kostakowsky
Las telenovelas, espejo institucional de las sociedades, dijo Monsiváis
Ť Es la gran industria de la metamorfosis, señaló el autor del ensayo Cinturón de castidad
Ť Lya y Luis se acercaban de manera peligrosa al ideal de pareja perfecta, aseveró
Angel Vargas Ť Esta vez Carlos Monsiváis no llegó tarde. Aun así ofreció disculpas; lejos de ser costumbre o sutil broma, fue una manera de evocar aquellos entrañables tiempos en los que tenía que excusar su retraso a la cena que semana a semana Lya Kostakowsky y Luis Cardoza y Aragón brindaban a un grupo de amigos en su casa en Coyoacán.
Si se considera lo que habría de referir momentos más adelante el periodista y escritor, el mediodía de este martes no distó mucho de aquellas sesiones dominicales de antaño, en las que Pablo González Casanova, Augusto Monterroso, Bárbara Jacobs, Eugenia Huerta y, en ocasiones, Fernando Benítez, Gabriel García Márquez, Neus Espresate, Vicente y Albita Rojo, y Elena Poniatowska, entre otros, se reunían con aquella afable pareja para discutir asuntos varios, que iban desde aspectos inherentes al arte hasta cuestiones particulares de la vida pública.
Ahora varios de los mencionados estaban ahí otra vez, en la casa de Coyoacán, atestiguando y compartiendo la alegría de Carlos Monsiváis por recibir el Premio Anual de Ensayo Literario Hispanoamericano Lya Kostakowsky, que desde hace seis años otorga la Fundación Cardoza y Aragón y cuyo tema para esta versión fue ''El impacto de la telenovela en América Latina".
El galardonado llegó temprano. Antes de las 13:00 horas ya se le veía por la casa platicando lo mismo con Carlos Payán que con Jorge Alberto Manrique, con Juan Villoro que con Elba Esther Gordillo o Margo Glantz, con diversas personas que hicieron del momento un acto cálido y emotivo, alejado de esa solemnidad un tanto gélida y acartonada que en ocasiones caracteriza este tipo de ceremonias.
No obstante su puntualidad de esta ocasión, Monsiváis decidió intitular sus palabras de agradecimiento A Lya y a Luis, disculpándome por llegar tarde. Y es que, como el cronista confesó, casi nunca llegó a tiempo a las cenas que la pareja ofrecía.
Binomio que cultivó la inteligencia
Carlos Payán Velver fue el encargado de dar lectura al acta donde se consignaron las cualidades del ensayo ganador. Flanqueado por los otros integrantes del jurado (Juan Villoro, Florence Toussaint y Alberto Barrera Tyszka; Beatriz Sarlo no pudo asistir), el senador explicó que, de los 58 trabajos participantes, Cinturón de castidad fue el que más cumplió con el caracter de ensayo literario.
Subrayó, asimismo, que merced a la calidad de varios de los textos inscritos, el jurado decidió otorgar dos menciones. Una para la argentina Valentina Alvarez, por Emborráchame de amor, y la otra para el colombiano Germán Rey, por Polifemo entre pucheros. Acto seguido, y para ceder la palabra al autor de Entrada libre, entregó a éste el cheque de 25 mil dólares y bromeó: ''A ver si en algún momento, de ahora en adelante Carlos Monsiváis es capaz de invitarnos una comida, un café... (o) nos regala un libro".
Luego de agradecer con una sonrisa el premio, que secundó a las del público, el escritor se dispuso a leer su texto, en el cual recordó algunos momentos enriquecedores que compartió con Lya y Luis por más de tres décadas.
De entre los varios pasajes que rememoró, se dibujó en el aire la imagen de una pareja generosa e inteligente, que gustaba llevar con alegría su existencia.
''Lya y Luis se acercaban peligrosamente al ideal de pareja perfecta, y en la memoria -y en esta casa- son indesligables. Expresan una forma de ser, una manera escueta y ascética de vivir, un culto a la inteligencia, un compromiso que nunca descendió a la declamación. Lya y Luis se complementan gracias a la discusión incesante, esa forja del punto de vista conjunto que fue una de sus obras maestras", dijo Monsiváis.
Identidad de corazón y espíritu
''Recuerdo ahora -prosiguió- cuando les conté una escena de una ceremonia de premiación de cantantes. Ganó la mujer de una pareja afamada por cantar mirándose a los ojos, a la mínima distancia que permite la imposibilidad de fusión corporal. Ella, sin alejar la vista de su marido, que le enviaba besos, comentó: 'El y yo estamos siempre tan unidos, somos tan el mismo espíritu y el mismo corazón, que en lugar de ser uno somos dos'. Lya y Luis festejaron el apotegma inesperado y aseguraron ser exactamente así."
Y luego, el autor de Amor perdido amalgamó la imagen de ese par de creadores con el tema de su ensayo, el cual presentó, por cierto, bajo el seudónimo de ''Televidente insomne" y que, definió, no es un análisis de las telenovelas, sino el papel de éstas como factor de estabilidad melodramática en América Latina:
''No me imagino a Lya y a Luis siguiendo los avatares de un mundo, el de la telenovela, en donde jamás nadie dirá la palabra 'avatares'. La telenovela se ha desarrollado hasta convertirse en el espejo institucional de las sociedades que las contemplan con atención implacable o de manera distraída (la distracción es la forma perfecta del monitoreo, del zapping, que hace del vistazo el comentario de las ofertas).
''En más de 40 años, la telenovela ha impuesto el lenguaje de la estilización social (decir lo mismo pero con énfasis es decir otra cosa), le ha dado a generaciones de actrices y de actores las oportunidades integradas de la fama y la desaparición, ha dotado de cánones del mueble y el vestuario a los cuartos vacíos y a las familias desnudas de América Latina, ha repetido sus tramas hasta volverlas los más genuinos árboles genealógicos de su público, ha innovado con prudencia y se ha repetido con fastidio.
''Es el universo al que me he asomado con timidez y que ya recibe la atención, por lo visto, científica de los miles de comunicadores que transforman el panorama global. (Ahora, Viernes le grabaría entrevistas sin cesar a Robinson Crusoe). Es la gran industria de la metamorfosis: ingresa un drama o una tragedia a la atención nacional, dos días más tarde es una telenovela."
Monsiváis habló ''del honor multiplicado" que le significa recibir el premio con el nombre de Lya Kostakowsky y el cual fue instituido por Luis Cardoza y Aragón.
Los asistentes lo escucharon finalizar su lectura: ''Y si participé en un concurso sobre la influencia cultural de las telenovelas en América Latina es, entre otras cosas, porque en mis 35 años de amistad con los Cardoza jamás comentamos una sola telenovela, y me propuse añadir algo a nuestro repertorio de temas... Me corrijo, sí que comentamos con Lya y Luis y en cada ocasión una gran telenovela, inacabable, a la que entonces, por nuestra ignorancia mediática, le dábamos el nombre de vida pública".
La ceremonia llegó a su fin. Las felicitaciones y el brindis no se hicieron esperar. En tanto, se anunció que el tema de la séptima versión de ese galardón será ''Vasos comunicantes: literatura y pintura en América Latina". El jurado se integrará por Vicente Rojo, José Miguel Ullán, Jorge Alberto Manrique, Saúl Yurkiévich y una persona aún por definir".