MIERCOLES 15 DE MARZ0 DE 2000

Ť La montaña de las mariposas es su nueva novela


Soy fiel a las palabras con las que nací, confiesa Aridjis

Ť La literatura era un jardín secreto al que yo entraba, señala

César Güemes, enviado, Contepec, Mich. Ť La cercanía con la muerte no impide a Homero Aridjis enarbolar un estandarte que lo guía de manera personal: ''He sido fiel a las palabras con las que nací".

Esas palabras, que vinieron de sus abuelos y padres lo llevaron a convertirse en escritor, profesión con la que soñaba, incluso después de recibir por accidente un escopetazo en el vientre que lo mantuvo ocho horas en el limbo, donde el miedo no existe aunque la vida se adelgace.

Quizá con ánimo de conjurar ese fin que no lo fue, se dio a la tarea de escribir su más reciente novela La montaña de las mariposas (Alfaguara), comenta su autor en el sitio a que la obra hace referencia. Lo acompaña el presidente municipal de Contepec, Roberto Velázquez, quien explica la problemática del cerro Altamirano a cuya falda crece el poblado: un solo guardabosques cuida del cerro mientras por todos los puntos cardinales acuden diariamente 100 leñadores para talar y llevarse los árboles que conforman uno de los santuarios básicos de la mariposa Monarca. Ante el hecho, el municipio ofreció a los mismos leñadores que reforestaran la zona, a partir de lo cual fueron sembrados 450 mil árboles que con la sequía se ven en serio peligro.

La montaña... habla de un pueblo real, con habitantes de carne y hueso, y de millones de mariposas que, de seguir así la situación, en breve no tendrán el refugio que por derecho natural les corresponde.

Cercanía con la muerte

Con Aridjis recorremos Contepec. Y a la entrada, de nuevo la muerte: el panteón, ya lleno, que da cuenta de sus silenciosos habitantes. El pudo estar ahí: ''El accidente para mí fue determinante. Fue uno de esos momentos de los que hablan los poetas, los chamanes o los santos: la cercanía con la muerte. Me cambió la vida. Antes me gustaba jugar futbol. Era un niño muy dedicado al deporte, dormía con el balón al lado".

-ƑAlcanzó a darse cuenta de lo ocurrido?

-Sí, pero no tenía miedo. El miedo lo tuvieron mis padres. Me concreté a casi morir en el hospital. En esa época, cuando aquí una persona tenía un accidente de bala, por ejemplo, se moría. Pasé ocho horas entre el accidente y el comienzo de la operación. Sobreviví de milagro. El traslado a Toluca, en ese tiempo, era por terracería.

Sin embargo, otro destino le deparaban los libros escritos y leídos: ''La literatura era un jardín secreto al que yo entraba. Mis padres no estaban enterados de que yo escribía".

-ƑEstaríamos hablando de una autobiografía en esta novela?

-Cuando se compara el recuerdo con el presente siempre hay variantes y modificaciones. Lo importante era tomar como punto de partida el pueblo, que es real y tiene habitantes reales, el nombre de una familia y algunos hechos. Y comenzar a inventar. No es una autobiografía o, si lo es, sería novelada. Crecí en una tradición literaria que admiraba mucho cuando joven: la de la novela autobiográfica como la que practicaron James Joyce, Rilke, Dylan Thomas o Musil. Claro, esas son novelas de formación.

-Si las novelas autorreferenciales son de formación, Ƒa qué se debe que esperó la plena madurez para hacer una de ellas?

-Tuve un intento con El poeta niño, pero resultó un texto casi de viñetas de mi infancia. Ahora quise entrar a una novela de formación, reconstruyendo el pasado.

-Quizá sucede que sólo la madurez permite evocar con fuerza el pasado.

-Creo que sí. Uno tiene más presente el pasado a medida que madura. Me refiero al pasado más remoto. Yo quería que la novela hablara de un poblado de los años cincuenta con la cultura de la época, que recreara la vida familiar.

-ƑCuál es la distancia que hay entre el niño que fue aquí en Contepec y el hombre que es ahora en el mismo sitio?

-Es cercana: desde que era un niño soñaba con ser escritor. Creo que a lo largo de la vida he sido fiel a mí mismo. O sea, he sido fiel a las palabras con las que nací. He pasado mi vida entre libros y en el ejercicio de la literatura. Eso es lo que más deseaba cuando vivía aquí. El descubrimiento de la literatura ocurre en Contepec.

-Muchos pobladores lo saludan. Son sus personajes. ƑQué dicen de su libro?

-Lo que pasa con los personajes provenientes de personas reales es que en ocasiones no les gusta verse a sí mismas. Por ejemplo, si digo que recuerdo las moscas revoloteando la frente de Chon, el peluquero, a lo mejor no le va a gustar. Es un acto de irreverencia literaria que las personas no atisban. Pero no hay mala fe.

-La problemática adicional del sitio es que la depredación de los bosques pone en riesgo la llegada de las Monarca. ƑCómo se relaciona su labor de novelista con esta realidad cotidiana en Contepec?

-El cerro Altamirano estuvo muy vinculado a mí. Con el Grupo de los Cien lo que más me interesaba era salvar este cerro. Los talamontes acaban con los bosques en Michoacán y en el estado de México. Uno de mis intereses era cómo conservar este cerro y la justificación perfecta la dio la mariposa Monarca. Por eso es que se declaró santuario protegido en 1986.