MIERCOLES 15 DE MARZO DE 2000

Ť DESTELLOS

El 25 de marzo, Barbarito y Pío Leyva, en el Hard

Los músicos de sangre, figuras indispensables para entender la música de la isla: Barbarito Torres y Pío Leyva, El Rey del Laúd y el Montunero de Cuba, respectivamente, comparten el escenario el 25 de marzo en una más de las Noches cubanas del Hard Rock Live, en donde echarán mano del sabor y el humo de su sonido con sabor a ron.

Barbarito Torres (que no es el hermano menor de Ana Bárbara) es natural de Matanzas, Cuba, tierra del danzón y el guaguancó; luego de tocar un rato en los clubes cubanos al lado de su padre, inició su carrera de forma profesional en 1970, cuando fundó el grupo Serenata Yumurina. Ha colaborado con numerosos grupos y artistas, como Celio González, Elio Revé, Sierra Maestra y Albita Rodríguez. Sus ejecuciones más brillantes las ha hecho como invitado en el álbum Buena Vista Social Club y A toda Cuba le gusta, de Afro Cuban All Stars. Barbarito continúa la tradición de los grandes laudistas cubanos e incorpora novedosas variantes: jazz, música brasileña y estadunidense.

Por otra parte, Pío Leyva nació en Morón, provincia de Camagüey, Cuba, en 1915; se inició en la música como bongosero de la Orquesta Siboney en su ciudad natal. Posteriormente formó parte de dúos y tríos, así como de diversas agrupaciones de música popular; se le considera el mejor intérprete del son montuno. Francisco Guayabal, Dime adiós Carmelina, Eran dos amigos y otros sones de la música popular cubana encuentran en Pío el sentimiento con el que fueron escritos.

 

Una noche de bailadores, en el puerto

Jaime Whaley, enviado, Veracruz Ť No acaban de dar las ocho campanadas del reloj de la torre de la parroquia cuando ya el ansioso público que se arremolina abajo, sobre la calle de enfrente, empieza a tomar su sitio sobre uno de los lados de la plaza principal de la ciudad.

Es la noche de un sábado y los bailadores del puerto, que son cientos, se aprestan a demostrar su inclinación por este ancestral ritmo, sin que se trate de ver qué pareja aguanta más o saca los mejores pasos; simplemente, es este un ejercicio de disfrute por algo tan propio como lo es el danzón. Para pronto, no se trata de ningún maratón.

Viejos, jóvenes y hasta niños forman la heterógenea concurrencia que todos los martes, jueves y sábados se da cita en la Plaza de Armas para sacarle lustre a las losas del bien cuidado cuadrángulo que encara, por tres de sus costados, a los mundialmente reconocidos portales de este puerto.

Ya en el templete, la danzonera Alma de Veracruz, a cargo del maestro Bernabé García, deja escuchar las primeros acordes de este cadencioso y cálido ritmo y las parejas se toman para danzar los primeros ocho compases antes del primer descanso, en el que ellas, con aromática gardenia arriba de la oreja, se abanican candorosamente, en tanto que ellos, tocada su cabeza con originales panamá o jipi-japa, les ofrecen su pañuelo para secarse el sudor que perla su frente.

Desde la película Danzón, aquella que estelarizó hace casi una década María Rojo, este más que centenario baile ha retomado su sitio en las preferencias de los veracruzanos. Varios grupos como el Tres Generaciones, Bella Epoca, Viva la Senectud o el Círculo Failde, este último en honor al músico cubano que en el siglo XIX le dio un nuevo giro a la contradanza francesa, se han formado para asegurar la inmortalidad del danzón.

Pero esta noche quienes atraen el mirar de los curiosos, turistas o no, son los chavos de la escuela Nereidas que, acompañados de su instructora Elizabeth Avila --morena de juncal porte--, dan cátedra de buen bailar a pesar de la cortedad de sus edades, como es el caso de Michael, de 7 años, y su pareja Gabriela, un año menor.

Esta brigada infantil recibe cuatro horas de clase a la semana y bien que lo dejan ver, pues ya los han invitado a estar en la Olimpiada deportiva en mayo en Guadalajara. Una de sus cartas de recomendación es Lluvia, jarochita de 9 años, y su pareja Lalo, de igual edad, aplaudidos y admirados en cuanto lugar se presentan.