MIERCOLES 15 DE MARZO DE 2000
Ť Salman Raduyev no tomaba decisiones desde 1996 por enfermedad
Capturan servicios secretos rusos a ex líder rebelde checheno
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 14 de marzo Ť La captura en Chechenia del otrora influyente comandante rebelde Salman Raduyev, es un golpe de efecto y ha sido presentado aquí como un gran triunfo de los servicios secretos rusos, que llevaron a cabo la operación sin disparar un solo tiro y lograron traerlo a esta capital a pesar de que, se dice, tenía cerca de cien guardaespaldas.
Es la versión oficial. No se dan detalles, invocando el carácter de la operación. Sin embargo, el hecho de que Raduyev haya sido detenido en una zona controlada por el ejército ruso, siembra dudas sobre lo que sucedió en realidad.
No se excluye que Raduyev mordió el anzuelo de los servicios secretos rusos y creyó que podría comprar su fuga al extranjero, vía Daguestán. Por ello, estaba acompañado sólo por tres personas, una de las cuales era su "tesorero" particular y se había rasurado su larga barba, símbolo de su convicción islámica.
En todo caso, el significado real de la captura de Raduyev, quien dista de ser aquel desafiante jefe militar que llegó a tener bajo sus órdenes a 10 mil hombres, está más relacionado con sus cuentas pendientes con la justicia rusa que con el peligro que pudiera representar ahora y tendrá poca incidencia en la actual guerra.
Prácticamente apartado de la toma de decisiones en Chechenia desde enero de 1996, a consecuencia de un atentado que le causó serios daños en sus facultades mentales, Raduyev no tuvo ninguna participación en los combates de la segunda guerra y, custodiado por sus hombres de confianza, huía de un lado a otro.
Para sus antiguos compañeros de armas -el presidente Masjadov, el jefe militar Basaiev, y otros- las extravagantes amenazas de Raduyev, como su anuncio de que había ordenado iniciar una guerra nuclear contra Rusia, eran más "un problema médico que político".
Quién sabe qué incoherencias habrá dicho Raduyev en sus primeros interrogatorios, pero este martes el procurador general de Rusia, Viacheslav Ustinov, no pudo evitar el comentario: "Me parece que después de la herida que sufrió en la cabeza, tiene ratones dándole vueltas en el cerebro".
Raduyev había sido dado por muerto en varias ocasiones y, en los últimos años, se le sometió a varias intervenciones quirúrgicas, primero para salvarle la vida y, luego, para recomponerle la cara, dado que una bala expansiva le voló un ojo, la nariz y parte del cráneo.
Se le tuvo que implantar una placa de titanio en la cabeza, que le mereció el apodo de El Titanic, aunque Raduyev prefería que se le llamara "general y comandante en jefe del ejército de Dudaiev", en honor de su suegro, el presidente checheno Dzhojar Dudaiev eliminado por los servicios secretos rusos con empleo de un misil tierra-tierra.
Raduyev adquirió protagonismo, hace cuatro años, con su acción más espectacular: al frente de 250 combatientes tomó como rehenes a más de 3 mil pacientes de un hospital de Kizliar, en Daguestán, y logró escapar llevándose como parapeto humano a 150 rehenes.
Perseguido por el ejército ruso, fue cercado en el poblado de Pervomaiskoye y, tras encarnizados combates, logró romper el cerco, pero murieron la mayoría de los rehenes y hubo varios cientos de heridos entre la población civil del lugar.
Poco después, el automóvil de Raduyev cayó en una emboscada, hasta ahora no se sabe si de los rusos o de clanes chechenos contrarios, y se le dio por muerto. Reapareció ocho meses después con el rostro desfigurado, más adelante se sometería a operaciones de cirugía plástica, y empezó a hacer declaraciones poco sustentadas en la realidad.
Sin embargo, ello no fue impedimento para que Raduyev ordenara (la autoría, verdadera o producto de su desequilibrio, fue reivindicada por él), varios atentados: las explosiones en un trolebús en Moscú y en las estaciones ferroviarias de Armavir y Piatigorsk, así como un fallido intento de asesinato de Eduard Schevardnadze, el presidente de Georgia.
Ahora, los cargos que debe enfrentar por esos atentados, junto con el de "rebelión armada", podrían significarle ser condenado a la pena muerte, cuya moratoria en Rusia, dentro de los requisitos para formar parte del Consejo de Europa, se traduce automáticamente en cadena perpetua.
El Titanic acabó por hundirse en tierra firme y se convirtió en argumento idóneo para que el Kremlin reanime su retórica "antiterrorista". El presidente interino, Vladimir Putin, presentó a Raduyev como "el segundo terrorista checheno más odioso y sanguinario", y afirmó que su "detención es tan sólo el comienzo de lo que espera a los demás cabecillas chechenos".
Exhibido como trofeo, Raduyev no va a decidir la votación en los comicios del próximo 26 de marzo, pero acaso sí represente votos adicionales en favor de Putin.
Coincidencia o no, el anuncio de la captura de Raduyev se hizo el mismo día que Rusia reiteró su rechazo a cualquier tipo de injerencia foránea en Chechenia, desconociendo las recomendaciones de un alto el fuego y buscar una solución política, que formuló una delegación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, tras visitar el pasado fin de semana la zona de guerra.
Continúan los combates
Tropas rusas y rebeldes chechenos continuaron sus enfrentamientos en la zona del desfiladero de Argún, principalmente en la localidad de Komsomolskoye, mientras el ministro de Defensa ruso, Igor Sergeyev, afirmó que los separatistas están prácticamente eliminados, se dividieron en pequeños grupos y podrían tratar de huir de Chechenia. Sergeyev asistió al funeral de ocho de los 81 paracaidistas que murieron el 29 de febrero durante un combate con unos 2 mil rebeldes en el desfiladero de Argún, uno de los peores golpes al ejército ruso en los seis meses del conflicto.