La Jornada miércoles 15 de marzo de 2000

Alejandro Nadal
WANO sobre Laguna Verde

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) buscó mantener en secreto el informe sobre Laguna Verde preparado por WANO, la asociación mundial de operadores de plantas nucleares. Ahora conocemos las razones de la paraestatal. El informe WANO, dado a conocer por Greenpeace, es un testimonio asombroso del mal manejo de la planta de Laguna Verde. Sus 200 páginas presentan docenas de ejemplos de incompetencia y negligencia de los operadores de la central nuclear. Las fallas van desde la incapacidad para seguir las instrucciones de los manuales de operación, hasta las reacciones erróneas del personal en la simulación de eventos irregulares.

Lo más grave es que los problemas identificados por WANO se relacionan con los sistemas de seguridad de la planta. Cabe señalar que un accidente severo, por ejemplo por pérdida de refrigerante en uno de los reactores, acarrearía terribles consecuencias sobre la salud en la zona aledaña a la planta, y en una porción considerable del territorio nacional. La conclusión al leerse el informe WANO es clara: la nucleoeléctrica de Laguna Verde debe cerrar.

Algunos ejemplo notables de las deficiencias encontradas por WANO son los siguientes.

22-IX-98: con la Unidad 1 al 85 por ciento de su capacidad, una de las barras de control no pudo insertarse dentro del lapso requerido de siete segundos debido al deterioro de un diafragma de hule en la válvula del sistema de paro automático. Estas fallas pueden tener graves consecuencias sobre los niveles de actividad en el núcleo del reactor.

8-II-98: el flujo en el interior del núcleo del reactor de la Unidad 1 rebasó el tope máximo autorizado durante medio segundo, tiempo suficiente para desencadenar un evento grave en la unidad.

4-IV-98: pérdida de refrigerante durante el cierre del reactor I. En octubre de 1999 se presentaron seis eventos similares.

19-II-98: problemas en una bomba de recirculación de la Unidad 2 debido a una falla en la tarjeta del circuito mientras el reactor estaba operando al 100 por ciento. Durante el evento el reactor rebasó el umbral de su tope de operación, pero el personal no activó el paro automático (SCRAM) tal y como se requiere en esos casos.

7-IX-98: en pleno proceso de transición de la Unidad I a niveles inferiores de actividad para investigar un fuga en el pozo seco, la bomba A de recirculación no respondió a la orden de cambio a una velocidad inferior y el operador tuvo que detener su funcionamiento. La falla se debió a la suciedad en los contactos de transmisión en los controles de la bomba. Los contactos no son inspeccionados en las rutinas de mantenimiento preventivo.

14-V-98: con la Unidad l funcionando al 100 por ciento, mientras se investiga una entrada de aire al contenedor primario, se declara una fuga de refrigerante y pérdidas del mismo. La fuga fue provocada por la falta de un empaque en una válvula. La válvula fue removida durante la recarga anterior y el personal no colocó el empaque al rearmarla. La fuga ya había sido detectada pero el empaque no había sido recolocado.

11-I-99: el personal de operaciones, ingeniería e instrumentos cambió un sistema de monitoreo de radioactividad en gases. Después del cambio se determinó que el nuevo nivel no había sido establecido de acuerdo con el manual para calcular las dosis fuera de la planta.

La cultura de seguridad no es el fuerte de la CFE. Pero, además, el informe WANO identifica deficiencias no sólo en los componentes medulares de los dos reactores, sino en los equipos y componentes periféricos. Sin esos equipos periféricos el personal en el cuarto de control no podría detectar problemas con rapidez y precisión, ni corregirlos. También identificó la manipulación de los sensores de niveles de radioactividad en la planta. Si esos sensores no están bien calibrados, el personal de la planta y la población vecina están expuestos a dosis de radioactividad mayores a las permitidas.

La ley reglamentaria del artículo 27 constitucional en materia nuclear establece claramente que la prioridad número uno en la operación de una planta nuclear es la seguridad. La falta de una cultura de seguridad en Laguna Verde, las deficiencias en el manejo de la central y el mal estado de sus equipos y componentes, revelan que la prioridad ha sido, ante todo, mantener en operación, a cualquier precio, las dos unidades de Laguna Verde. La Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas (Conasenusa), y el titular de la Secretaría de Energía deben una explicación al Congreso y al país. Mientras tanto, la planta nuclear de Laguna Verde debe cerrar.