JUEVES 16 DE MARZO DE 2000

ƑEl diálogo ha muerto?

* Octavio Rodríguez Araujo *

El 11 de marzo, en la sección para niños de La Jornada, apareció una esquela en la que se lamentan por "el trágico deceso de El diálogo". ƑSerá que el diálogo descansa en paz para siempre, como también se dice en esa esquela?

Hice una pequeña encuesta entre mis alumnos de sexto semestre de licenciatura en la Facultad de Ciencias Políticas (UNAM) y ninguno piensa que sus padres los entiendan, aunque algunos de aquéllos creen que sí entienden a sus padres. Los niños y los adolescentes, según opinan, no pueden dialogar con sus mayores: no nos entienden, dicen; no nos oyen, se quejan. Y es posible que tengan razón. Pero, según recuerdo, el fenómeno de incomunicación no es exclusivo de esta generación, sino de todas. La diferencia es que ahora los jóvenes, más que los niños, se rebelan y por su rebeldía se lanzan como pueden contra todos los adultos, incluso contra quienes de veras quieren dialogar con ellos, y también se lanzan contra los demás jóvenes.

Así, recientemente en la misma facultad, un sector del Comité de Huelga tenía unas grandes bocinas y música distorsionada por una mala amplificación a gran volumen, quizá con el objeto de que no se pudieran impartir clases. Quienes se atrevieron a pedirles que le bajaran al volumen fueron ignorados y no sólo no hubo diálogo sino tampoco entendimiento de ninguna especie, como por ejemplo que la libertad de ellos quedaba limitada por la de los demás que querían clases. Planteamiento incomprensible para los jóvenes rebeldes, pues la única libertad que vale, según toda evidencia, es la de ellos. ƑDiálogo? Imposible. ƑEntendimiento? Menos.

Algo hay de cierto en la ausencia de diálogo entre generaciones, con la circunstancia agravante de que en una misma generación tampoco hay diálogo. ƑNo son las discotecas el lugar preferido por los jóvenes que se quieren divertir? En su interior, con más de 110 decibeles es casi imposible hablar, mucho menos comunicarse mediante un diálogo inteligente. Es más, por el tipo de música, ni siquiera hay contacto entre los cuerpos que, viéndolo bien, también es un modo de comunicación y, eventualmente y por extensión, de diálogo, pues hay estímulos y respuestas en la búsqueda de acuerdos mutuos. La película American Beauty (EUA, 1999), dirigida por Sam Mendes, toca el tema, como muchas otras, pero su director tiene la virtud de plantearnos el problema de la incomunicación entre los adultos casados (tanto los padres de Jane, como los de Ricky) y la absoluta incomunicación de estos con sus hijos. Un aspecto de la crisis de fin de siglo.

El tema del diálogo, o más bien de las dificultades del diálogo, si acaso no de su muerte, fue resaltado en el conflicto de la UNAM, pero es evidente que lo trasciende. Antes, sin embargo (y no soy de los que piensan que los tiempos pasados fueron mejores), había diálogo y debate entre los jóvenes, aunque tampoco existiera una buena relación con los adultos. Ahora, como se vio muchas veces en las discusiones en el CGH, el diálogo suele ser sustituido por la diatriba y la descalificación, y el lenguaje, por si no fuera suficiente, sustituido por calificativos que quieren decir muchas cosas y ninguna a la vez (sublenguaje, dicen los expertos).

ƑSerá lo anterior una consecuencia de la larga crisis económica y del neoliberalismo? Pienso que sí, pues tanto la crisis como el neoliberalismo han provocado una brutal individualización de la sociedad, es decir, la pérdida del sentido de comunidad, de grupo, de generación, de pareja como un binomio asociado para luchar juntos, etcétera. La gran pregunta, a mi juicio, es si los jóvenes (los adultos ya vamos de salida) se aceptan como son y como los dueños del poder quieren que sean, o si su sentimiento de rebeldía lo podrán encauzar para romper la lógica de la incomunicación y del individualismo y volver a construir no sólo el sentido gregario sino también la identidad como generación que nos va a suceder y todo lo que esto implica en términos de aceptación o de cambio. *