VIERNES 17 DE MARZO DE 2000

* Hoy miro hacia la vida, dijo en el teatro Clavijero


Chavela Vargas logró seducir a un público envuelto en la solemnidad

* La cantante pidió a todos que entonaran Volver volver

Arturo Jiménez, enviado, Veracruz, Ver., * La noche del martes, en el teatro Francisco Javier Clavijero, la cantante Chavela Vargas sedujo y regresó al buen camino de la espontaneidad y la jarochidad a un público secuestrado por un ánimo solemne, que de pronto apareció en trajes oscuros, vestidos elegantes y celulares impertinentes.

Pero en el clímax, ya acompañada del Mariachi 2000 y con el respetable rehabilitado por ella, la maga de los sentimientos dijo: "Quiero pedirle a este público tan bello, tan caluroso, tan jarocho, que cantemos todos Volver volver.

ųƑQuieren cantar conmigo en coro?

ųSíiii ųfue la respuesta en medio de chiflidos, y el leve lapsus flemático quedó hecho pedazos.

Cientos de volveres retumbaron en el, ése sí, engalanado teatro Clavijero, cuyo espíritu porfiriano también cedió paso a una atmósfera abierta y festiva.

El círculo estaba cerrado, el rito se cumplía, Chavela Vargas había oficiado con maestría para reinaugurar ese nuevo espacio de la cultura. Atrás parecen quedar los tiempos recientes de actos políticos, cívicos y de sección de sociales.

Luego los mariachis callaron, es decir, salieron del escenario, pues sólo habían irrumpido para acompañar a la cantante con tres interpretaciones. Debía ser el fin, pero la octogenaria artista todavía regaló aquello de ''no hubo poeta que me diera un buen consejo" y otra pieza más en la que asume: ''Hoy voy hacia la vida, antes iba hacia la muerte''.

 

Deseo de cantar en Veracruz

 

Chavela Vargas había comenzado su concierto como debe ser, cantando, casi declamando el poema-canción que ha hecho de Macorina, sufriendo con Que te vaya bien (''qué me importa que quieras a otra y a mí me desprecies") y con Un mundo raro, y languideciendo aún más que Agustín Lara con Piensa en mí.

ƑQué puede decirse de un concierto de Chavela Vargas?, Ƒque pareciera que cada canción la interpreta por primera vez?, Ƒque su voz es singularísima, áspera, profunda? (''parece venir del fondo de la tierra", comentó Paolo Rocca, presidente de la Fundación TAMSA).

ƑO que en sus presentaciones se asiste a la manifestación de la energía inagotable de una señora de 81 años, que obsequia su arte en un acto de complicidad?

Chavela Vargas le da un propio tempo a sus interpretaciones y sus palabras se escurren desde muy adentro de sus adentros, para empapar de gozo y tristeza al espectador. ''šQuién supiera reír como llora Chavela!", le canta Joaquín Sabina.

Ella comentó desde el escenario: ''Lo más hermoso que transporta el aire es el canto". Chavela se presentó con un sarape de fondo blanco y grecas café y, por supuesto, rojas. Llevaba zapatos y pantalón blancos, este último tan puesto como los que le criticaban a la niña rebelde de San Joaquín de Flores, en su natal Costa Rica.

Su tempo de voz también lo es de movimientos. Sus brazos y manos, casi nunca quietos, se mueven lentos, seguros, como aspas. A veces con las manos en la cara medita su canto y a veces esas extremidades se encuentran frente a ella, por encima de la cabeza, aspirando una canción e inhalándola después, ya enchavelada.

De nuevo, Chavela Vargas regaló su franqueza y humor. Tras irse en una barca que lleva una cruz de olvido, tomó agua e hizo suponer que era tequila, como los miles de tragos que se bebió en 35 años de parranda. ''Me tomé todo el tequila de México", ha dicho.

Risas y enseguida, con la mayor facilidad del mundo, como si cantar no le ameritara concentración alguna, e-je-cu-ta, magistral, lo de ''cuando tú te hayas ido, me envolverán las sombras". Y sumergió a todos en la penumbra vaga de su pequeña alcoba.

''Tantas ganas que tenía de venir aquí, pero nadie me invitaba, hasta que me invitó TAMSA''. Antes del concierto, durante la inauguración, a la que asistieron el gobernador Miguel Alemán y el alcalde porteño Francisco Avila Camberos, Rocca había explicado que se les ocurrió invitar a Chavela Vargas porque, en una entrevista, ella declaró que si venía a México le gustaría cantar en Veracruz.

 

Clímax y catarsis

 

Tras asumir, con José Alfredo Jiménez, ''nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores", anunció la canción de su autoría María Tepozteca. ''La escribí en el mágico valle de Tepoztlán, cuando una musa o un muso pasó por ahí". Y cantó: ''Tepozteca linda, de pezón erecto de zapote prieto".

ƑQué más podría decirse a estas alturas de suspiros y melancolía? Quizá que ya no era necesario oír las letras, pues con la pura fuerza de la voz bastaba, como le pasa a los alemanes o franceses que la escuchan. Es algo así como clavarse en la forma y no tanto en el contenido, con lo que Octavio Paz estaría de acuerdo. La música y ya, sin adjetivos, con lo que Enrique Krauze también coincidiría.

Con el clímax a la vista, trajo a cuento la belleza de su interpretación de La Llorona. La murmuró, la susurró y sus músicos abrazaron su voz mientras la Llorona la tapaba con su rebozo porque se moría de frío. ''šQué chingona interpretación!", gritó alguien en bajito. Y en el remate, exaltada, Chavela clamó: ''Si ya te he dado la vida, Llorona, Ƒqué más quieres, quieres más?".

El público terminó de entregarse. La intérprete mandó un beso a los que estaban afuera, en el zócalo porteño, viéndola y escuchándola en dos megapantallas. "Ahorita estamos adentro, pero al rato nos vemos allá afuera", les dijo.

Llegaron el mariachi, La bien pagá y Ella, con lo que terminó de embriagar a todos. Vino el clímax, la catarsis y la anagnórisis. Se gritó y se silbó. Chavela exclamó: ''šMéxico, creo en ti!'' Ya el camino estaba franco para el canto coral de Volver volver.