VIERNES 17 DE MARZO DE 2000

La militarización

 

* Luis Javier Garrido *

El movimiento estudiantil de la UNAM, que en 1999 fue desdeñado por el gobierno y por los partidos políticos, es hoy en día uno de los factores que más están impactando el escenario electoral de 2000, pues al no tener respuesta de parte del gobierno ni de las instituciones del Estado no hace más que esclarecer cuáles son las políticas autoritarias que el grupo tecnocrático pretende imponer por seis años más en el país.

1. La rectoría de la UNAM no parece tener, a un mes de la intervención policiaco-militar en las instalaciones universitarias, más recurso que el de la fuerza para enfrentar la inconformidad que se manifiesta cada vez más en las diversas comunidades que integran la máxima casa de estudios del país, desmintiendo así su propio discurso sobre "la reconciliación" y evidenciando lo que serían las relaciones del gobierno con la sociedad de imponerse a Francisco Labastida en la silla presidencial, como lo han pactado Zedillo, Córdoba y Salinas.

2. El candidato presidencial, priísta Francisco Labastida Ochoa, no puede ocultar que él ha sido y sigue siendo el principal responsable de las políticas oficiales en la UNAM, al igual que en Chiapas. Y que si su cerrazón ante cualquier tipo de diálogo le concitó en el pasado las congratulaciones del FMI o del Departamento del Tesoro, ahora a los mexicanos no hace más que advertirles sobre la gravedad de los conflictos que se producirían en el país de llegar a la Presidencia de la República un individuo como él, con un pasado oscuro, que no tiene más oferta política que la del autoritarismo, y que ante las demandas de los universitarios, como ante las de los pueblos indios, al igual que Ernesto Zedillo ha dado evidencias de sus limitaciones recurriendo de manera sistemática a la represión y a la propaganda.

3. ƑQué futuro le puede deparar al país con seis años más del mismo grupo enquistado en el poder, disponiendo a su arbitrio de los recursos nacionales y desmantelando las instituciones que se edificaron con el esfuerzo de muchas generaciones?

4. La UNAM no puede alcanzar ni siquiera una apariencia de "normalidad", aun cuando la mayoría de los medios insisten en ignorar el conflicto en todas sus dimensiones. No nada más minimizando el hecho gravísimo de que decenas de valiosos universitarios siguen detenidos en el Reclusorio Norte, engañándose a los padres de familia y a la sociedad sobre los procesos que se les fabrican, sino de que en las diversas escuelas y facultades lejos de distenderse la situación se siguen multiplicando los signos de un creciente autoritarismo que se manifiesta en una negativa al diálogo, en el desdén a las demandas de las comunidades académicas y ahora en la tentativa por militarizar las instalaciones universitarias.

5. El anuncio hecho por Enrique del Val (secretario general de la UNAM), en el sentido de que el rector De la Fuente demandará al Consejo Universitario que avale su decisión de solicitar a la PFP que se haga cargo de "la vigilancia y resguardo" de las instalaciones universitarias (La Jornada, 14 de marzo), muestra no nada más el desprecio del régimen hacia la condena que hizo la sociedad mexicana de la intervención poli-ciaco-militar en la UNAM, sino una actitud de irresponsabilidad que es anuncio de hacia dónde prevé el régimen llevar a la principal universidad del continente, pues quienes go-biernan al país parecen suponer que el descontento de la comunidad va a aumentar y que, al seguir careciendo de razones para enfrentarlo, no tienen más recurso que el de la fuerza, con lo que ponen además de relieve que de llegar a reunirse su "congreso" no sólo no resolverá los problemas que las autoridades han generado, sino que va a agravarlos.

6. La pretensión del gobierno federal de militarizar a la Universidad Nacional, en términos muy parecidos a los que se dieron en las universidades chilenas durante la dictadura pinochetista, no es en consecuencia más que otro signo de lo que acontecería en el país con un gobierno encabezado por Francisco Labastida, y resulta sorprendente por lo mismo que no se hayan levantado voces desde la oposición partidaria para denunciar este nuevo atentado oficial a la inteligencia y a la cultura.

7. ƑCreerán de verdad Zedillo y Labastida que los universitarios mexicanos van a aceptar trabajar bajo una vigilancia policiaco-militar?

8. La lucha del Consejo General de Huelga está teniendo a fin de cuentas alcances mucho mayores de los que buscaron los propios estudiantes de la UNAM al iniciar la defensa del principio de la gratuidad de la educación pública superior en México, aunque ese impacto era de suponerse cuando se agravó el conflicto por la negativa del go-bierno mexicano a ceder en su proyecto estratégico para el capital trasnacional. La movilización de 1999-2000 de los estudian-tes mexicanos terminó por plantear a nivel no sólo nacional sino también internacional el problema de las universidades públicas en el nuevo siglo y de la necesidad de que los valo-res de la educación superior y de la cultura se defiendan de la injerencia de las grandes empresas trasnacionales y de aquellos go-biernos que están actuando como ejecutores de políticas que han antepuesto los intereses de consorcios privados a los derechos de los pueblos.

9. Las movilizaciones que se han producido en los últimos días lo mismo en España, Francia o Inglaterra que en Uruguay, Chile, Ecuador o Argentina, demandando la inme-diata liberación de todos los estudiantes de la UNAM detenidos en el Reclusorio Norte, y de las que la prensa mexicana no ha informado, muestran por un lado que, lejos de lo que pretenden las autoridades, el CGH no está aislado ni mucho menos derrotado, y que por otro lado esa lucha que apenas se inicia no tiene un significado local, como pretendieron muchas voces en México, sino internacional, y que por lo mismo anuncia una vasta discusión sobre el tema, organizada no por los gobiernos, sino por los mismos universitarios.

10. El movimiento estudiantil de la UNAM como la insurgencia de los pueblos indios de Chiapas ha puesto en evidencia que el cambio político en México no puede venir del escenario institucional, sino de la movilización y el diálogo de las fuerzas sociales y de la solidaridad internacional. Y ese es un cálculo que no han hecho los gobernantes mexicanos para quienes el escenario de la globalización se les está revirtiendo. *