La Jornada domingo 19 de marzo de 2000

José Agustín Ortiz Pinchetti
Sí, sí podría perder el PRI... Ƒpero cómo?

En 1998 la derrota del PRI se volvió "pensable", en 97 volvió a aparecer "probable", en septiembre de 99, ante la posibilidad de la Alianza Opositora, 67 por ciento pensó votar contra el PRI, pero al final de 99 la derrota priísta pareció "imposible". Pero al final de enero de 2000 volvió a ser "posible" y hoy suena "probable" aunque de ninguna manera segura. Y no somos nosotros los opinólogos catastrofistas los que lo decimos. Muchos analistas extranjeros están manejando la hipótesis" y esta semana el gobierno de Canadá preveía "la sólida posibilidad de que el partido en el poder pierda la Presidencia".

Llama la atención lo poco que se está trabajando el escenario de la derrota del PRI. ƑHay cierta negación colectiva?, muchos cierran los ojos y prefieren no ver la imagen del derrocamiento del sistema tlatoani. Hoy, las únicas medidas preventivas las están tomando los inversionistas que ya no quieren comprar valores a menos que estén a la vista y tampoco se atreven a meterse en negocios a muy largo plazo. Pero "retirar las fichas, esperar y ver" es un juego habitual de los tímidos capitalistas mexicanos al final de cada sexenio.

ƑCómo podría perder el PRI las elecciones? Podría seguir dos caminos. A) El castastrófico: perder la elección a la Presidencia y con ello el control de ambas Cámaras federales y/o el Distrito Federal. Si esta derrota es reconocida deportivamente se acabo el sistema tlatoani.

B) También podría perder por efectos de impactos severos: si gana la Presidencia con un mínimo de votos, pero no alcanza los suficientes para controlar las Cámaras y para ganar el DF y/o su asamblea, en ese caso Labastida ya no sería un tlatoani, sería un presidente republicano acosado por la oposición y cargando las herencias y legados del sistema tlatoani. Para mantener y/o salvar la gobernabilidad tendría que llegar lo antes posible a un acuerdo con los opositores. E iniciar por su lado y/o con ellos el desmantelamiento y/o el recambio del aparato.

ƑEsto es posible? Técnicamente sí. Es un milagro que un partido que ha sido eje de un sistema autoritario durante 71 años pueda sobrevivir en un juego de elecciones libres, después de un desempeño en los últimos 20 años que merece cero en crecimiento económico; 10 menos cero en política social y 25 menos cero en corrupción. Un partido así sólo puede ganar unas elecciones con el apoyo del Estado, pero si este es insuficiente y/o los frenos que se le han puesto funcionan podría el PRI perfectamente perder el 2 de julio del 2000.

Además tenemos el problema con el candidato, un hombre de buenas prendas pero que proyecta una imagen borrosa y continuista. Nadie le cree sus propósitos de enmienda. El ascenso de Fox seguramente es muy preocupante para el PRI. Están percibiendo el error estratégico que cometieron al "golpear" con todos los recursos la imagen de Cárdenas. Ahora tratan de aminorar ese efecto y según encuestas bien hechas Cárdenas empieza a repuntar. Lo que vemos como tendencia clara es el descenso de Labastida y de todo lo que este personaje abandera: sobre todo la corrupción y su impunidad.

La derrota del PRI puede facilitarse por la existencia de un "IFE". Este instituto es todavía una burocracia monumental, heredera de la Secretaría de Gobernación. Pero algunos segmentos y sobre todo la acción de ciertos consejeros pudieran establecer un monitoreo para impedir las tácticas de coacción, compra e inducción del voto que son en este momento los recursos decisivos del PRI.

La develación forzada del "secreto bancario" va a hacer evidentes las relaciones entre el sistema tlatoani y la nomenclatura (es decir la casta de poderosos). Todo esto dará ímpetu a las campañas de los opositores y muy probablemente haga disminuir las posibilidades de triunfo de Labastida de una imposición al más alto rango.

A 100 días de los comicios deberíamos preguntarnos 1) cómo podría el PRI manejar estas corrientes adversas y, por la razón o por la fuerza, con buenos o malos medios imponerse nuevamente. 2) Qué impactos tendría en la estructura económica y social del país, en el imaginario colectivo en lo que los mexicanos esperan o temen del poder con esta posible derrota o una victoria forzada del PRI.

3) Qué podemos hacer para evitar que la hora de julio no sea del principio de una etapa negra en la historia de México... Me temo que este latiguillo con el que cierro el artículo suene como aquello de que "lo sabremos en el próximo episodio"... y así será.