MARTES 21 DE MARZO DE 2000

Ť Comienza temporada en la isleta del viejo Bosque de Chapultepec


El lago de los cisnes, una tradición entre el inmovilismo y el éxito

Ť La Compañía Nacional de Danza ofrece una obra sin cambios en casi un cuarto de siglo

Ť Constituye para muchos mexicanos su primer o único encuentro con el arte dancístico

Miryam Audiffred Ť Si en 1998 el coreógrafo francés Roland Petit presentó en el Festival Castell una renovada versión de El lago de los cisnes -basada en el despojo de los tutús, las zapatillas de punta y la esencia femenina-, en México esta obra de danza clásica está a punto de cumplir un cuarto de siglo sumergida en un letargo casi total.

Lejos de aquella controvertida interpretación del Ballet National de Marsella -que hizo de los cisnes encantados masculinas criaturas de la noche y de la doncella una mujer terrenal-, la versión que la Compañía Nacional de Danza presenta en el islote del lago del viejo Bosque de Chapultepec no ha sufrido modificaciones coreográficas ni estilísticas en los últimos 24 años.

ensayo-cisnes-3-jpg A diferencia de la versión francesa, que tras nutrirse del lenguaje contemporáneo rompió con la tradición de ligar al cisne con lo femenino, el respeto de las compañías mexicanas a la música de Chaikovski y a la coreografía original de Lev Ivanov y Marius Petipa ha controlado las temporadas de las últimas décadas.

De hecho, los cambios efectuados desde aquella histórica presentación de 1976 se enfocaron sólo a aspectos técnicos como iluminación y efectos especiales.

Sin embargo, lejos de cualquier pronóstico la inmovilidad que envuelve a la versión mexicana de El lago de los cisnes no ha generado críticas o cuestionamientos mayores. Por el contrario, la puesta en escena ha trascendido la esfera de las obras de arte para convertirse en una tradición que involucra a múltiples generaciones cada primavera.

Historia que involucra multitudes

Sencilla y mágica, la historia que envuelve a El lago de los cisnes es, para muchos mexicanos, su primer o su único encuentro con el mundo de la danza. Es más, se calcula que 80 por ciento de los que asisten a estas funciones sólo conocen esta pieza o la de El cascanueces, también de Chaikovski.

ensayo-cisnes-2-jpg Para la crítica e investigadora Margarita Tortajada, la Compañía Nacional de Danza tuvo el ''superacierto" de convertir el bosque de Chapultepec en el gran escenario de esta pieza clásica.

''Si bien lo que presentan es lo facilón de la danza -dice- es impresionante la manera en que han podido llegar a ese público masivo que difícilmente se acerca al Palacio de Bellas Artes o a los grandes teatros.

''Mientras el público que frecuenta el teatro tiene nivel económico y educacional elevados, quienes disfrutan de estas funciones pertenecen a todas las clases sociales y están muy lejos de ser especialistas. Yo diría que son personas comunes y corrientes."

Al comenzar hoy su temporada -que por cierto durará hasta el 16 de abril-, El lago de los cisnes tiene el éxito garantizado. En los últimos años, no hay función que no tenga un lleno total.

De manera sorprendente existen agencias de viajes que, en el interior de la República, organizan ''paquetes relámpago" a la ciudad de México que incluyen el boleto de entrada -cuyo costo oscila de 60 a 90 pesos-, una noche de hospedaje y la transportación.

ƑQué obra clásica puede causar tal expectativa? Sólo una que, con 750 mil pesos para su producción, reúne en un mismo espacio la frescura de la naturaleza, la luz de una luna pálida y los movimientos de una mágica historia de amor como la de Sigfrido y Odette, así como un centenar de reflectores, cinco o seis kilómetros de cable, juegos pirotécnicos y varios caballos.

Tihui Gutiérrez, despedida

Si El lago de los cisnes es una de las obras clave del repertorio clásico ello no implica que se trate de una pieza insustituible, asegura el director de la Compañía Nacional de Danza, Cuauhtémoc Nájera, para quien esta coreografía es, ante todo, un momento de descubrimientos.

Con hora y media de duración, esta puesta en escena ideada por el ingeniero Salvador Vázquez Araujo y el bailarín Felipe Segura permite poner a prueba a los 65 hombres y mujeres que integran la compañía los que, en algunos casos, encuentran en esta obra una primera oportunidad para interpretar los roles principales, ya que se requieren unas diez parejas para mantener con vida al príncipe y a la princesa que bailan en las 30 funciones.

También hay quienes, como la bailarina Tihui Gutiérrez, dan inicio a una despedida que pone fin a una larga carrera de ensayos, presentaciones y fracturas.

Y es que la vida de una bailarina empieza joven y termina joven en la mayoría de los casos. Tihui, por ejemplo, interpretará por última vez a Odette y a Odile después de haber sido la primera bailarina de la compañía desde 1994 y de haberse sumergido en el mundo de la danza a los 12 años.

Ser la primera bailarina no fue fácil. De hecho, nunca lo es. Baste decir que 95 por ciento de las chicas que entran al mundo de la danza jamás logran escalar hasta esta posición, pues el camino es muy largo. Antes hay que pasar ocho años en escuelas -como la Nacional de Danza-, ingresar en alguna compañía profesional y transitar del cuerpo de baile a los corifeos, alcanzar el nombre de segunda bailarina y después ser elegida por ''la técnica y la personalidad", la primera.

En el caso de los varones la carrera empieza un poco más tarde. Si las niñas entran a sus clases a los 12 años, los hombres tienen que hacerlo a los 16 o 18, cuando tienen edad para dejar su casa si los padres no están de acuerdo con su decisión.

Y no sólo eso, los prejuicios sociales también han logrado que las instituciones de enseñanza dancística modifiquen sus planes de estudio a fin de que estos jóvenes puedan aprovechar el tiempo que se vieron obligados a perder.