MARTES 21 DE MARZO DE 2000

Itacate, un alto en el camino

En agosto de 1993, hace ya más de seis años y gracias a la hospitalidad de nuestro diario, La Jornada, empezamos a escribir semana a semana el Itacate.

Envuelto en una servilleta, amorosamente bordada, lo llevamos hasta nuestros lectores para compartir, así, la riqueza inacabable del universo de la cocina mexicana en su sentido más profundo: como muestra de nuestra riqueza natural y de la sabiduría de los hombres y mujeres que durante siglos han cultivado el campo mexicano y aprovechado todas las especies vegetales y animales, preparándolas con creatividad y presentándolas a la mesa en ollas, cazuelas, textiles bordados, molcajetes, que son también muestra de lo que pueden lograr las manos artesanas. La nuestra es sin duda una de las cocinas más importantes del mundo, pero es sobre todo una parte fundamental de nuestra raíz y junto con las lenguas maternas de cada grupo que vive en México, identifica y da continuidad a nuestras culturas.

No sin tristeza, tenemos que hacer un receso. Agradecemos al director fundador de La Jornada, Carlos Payán y a su directora general, Carmen Lira, su amistad y apoyo; también a Braulio Peralta, que tenía en el inicio la sección de cultura, y a Pablo Espinosa, coordinador actual, que entiende la llamada cultura popular como parte importante de ese todo indivisible que es la cultura.

Reconocemos la sonrisa que adivinamos siempre cálida al otro lado del teléfono, de Angel, Angélica, Carlos Paul, Gloria, Merry, Raquel y de todos los compañeros que han hecho posible la aparición semanal del Itacate. A nuestros lectores por sus comentarios, sus publicaciones, sus datos, sus reflexiones, su grata y fiel compañía, también de corazón, nuestro agradecimiento, así como a los cocineros y cocineras, y a los investigadores e investigadoras que han compartido con nosotros, en inolvidables momentos, su sabiduría.

Ť Marco Buenrostro y Cristina Barros Ť-