La Jornada miércoles 22 de marzo de 2000

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Extrañas formas de celebrar a sus héroes las que tiene la familia imperial decadente: eleva a las máximas alturas oratorias del ritual juarista a quien luego caerá en desgracia procurada; premia (en el día del natalicio del defensor de la patria) los méritos de jefes militares estadunidenses, y se revuelve tragicómicamente entre sus propias secreciones, tratando de escapar de su Frankenstein llamado Fobaproa.

"šViva Fox!"... frente a Labastida...

Terribles calores del inicio de primavera: en Oaxaca, frente a Francisco Labastida, un orador priísta enfebrecido se desgañitaba en la arenga dedicada al candidato presidencial sinaloense: "šViva Oaxaca, Viva Fox, Viva Fox, Viva México!", dijo ese líder de una colonia popular. El candidato del apellido olvidado le preguntó con una frialdad que debió sonarle a sentencia de muerte (política) la razón por la cual había dicho Fox y no Labastida. "Fue por la emoción", trataría de justificarse el angustiado líder de colonos que, al final, no pudo dejar de llorar de tristeza por su equívoco heráldico (y ni modo que al pobre líder de colonos lo quiten de vocero, como a Fernando Solís Cámara, el pionero en las confesiones públicas del inconciente).

Guelatao Ƒwhere is this place?

Pero no fue el único olvido importante de este 21 de marzo que algunos tecnócratas y empresarios metidos a la política creyeron que sólo era el inicio de la primavera. Ernesto Zedillo, por ejemplo, desaprovechó la última oportunidad de visitar ese polvoso punto geográfico donde el siglo pasado nació un pastorcillo que de haber vivido en esta época estaría gustoso de saber que hasta Guelatao llegarían las enseñanzas del inglés y las maravillas de las computadoras. No había habido antes presidente de México que se abstuviera de visitar en alguna oportunidad tal sitio cívico premoderno. El doctor Zedillo, sin embargo, no tuvo tiempo y ya no lo tendrá. Tan escaso es ya el tiempo que, por ejemplo, para cumplir con el protocolo del homenaje cívico a Juárez, el presidente debió hacer una ceremonia matutina en Palacio Nacional (otra reliquia avasallada por la modernidad de Los Pinos) para tener tiempo de viajar con calma a Lisboa, donde hoy firmará el Tratado de Libre Comercio de nuestro país con la Unión Europea.

La procuraduría de los mensajes póstumos

En esa ceremonia juarista en la que a algunos personajes sólo les faltó llevar los pases de abordar en la mano, la memoria de uno de los más grandes mexicanos no fue bien servida. Para recordar los méritos de un hombre que rigió su vida hasta en los peores momentos por el respeto inquebrantable de la ley, se designó al procurador federal de justicia, Jorge Madrazo, quien pasa por una grave crisis política social debido a la acumulación de sucesos que muestran que en esa delicadísima oficina se viven corrupciones y vergüenzas que no son propias de una o algunas cuantas personas, sino de la corriente que encabezan Jorge Carpizo y Jorge Madrazo, y que se han apropiado del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y de la Procuraduría General de la República.

Madrazo, el procurador, no el gobernador (que tiene lo propio), quiso descargar las culpas de su equipo en unos cuantos a los que llamó "desleales" y "traidores". Pareciese que el citado procurador se va especializando en la defenestración de los muertos que en vida fueron parte de su entorno político. Ya antes descalificó sin piedad a Mario Ruiz Massieu, cuando presuntamente se había suicidado y había dejado cartas y recados acusatorios contra altos personajes de la política nacional (empezando por el Presidente). Ahora ha pronunciado párrafos estremecedores que sin duda llevan dedicatoria para Juan Manuel Izábal, quien fue oficial mayor de la PGR y antes ocupó otros cargos en el bando Carpizo-Madrazo.

Dijo ayer el procurador, durante la ceremonia juarista, que "el cerrar los espacios de impunidad, y el no disimular las deslealtades produce, entre otros efectos, que los desleales acusados por sus culpas agravadas tomen en sus manos la ejecución de su condena".

Macabra justificación de un presunto suicidio. Sobre todo proviniendo de alguien que políticamente está condenado a muerte y que, posiblemente, haya tenido en esa subida a los cielos oratorios juaristas su pago de marcha antes de dejar el cargo para permitir que el gobierno zedillista intente una agónica recomposición en esa área, acaso tratando de renovar esperanzas de que algunas de las principales investigaciones no desarrolladas satisfactoriamente, como la del asesinato de Colosio, pudiesen ser vueltas a manosear, para aparentar que esos movimientos burocráticos pudiesen buscar la justicia que cuando menos este gobierno, el zedillista, ya no impartió.

La lucha de clases según San Vicente (desde Washington)

Otro personaje importante que no pudo celebrar en México las glorias juaristas fue Vicente Fox. El guanajuatense estaba ayer en la capital estadunidense, en el University Club, presentando su "Nueva agenda de las relaciones entre México y Estados Unidos". Allá, el candidato con botas dijo que "la hora de las alianzas ya pasó", que el voto cardenista se va a dividir pero no todo irá para él, pues hay perredistas que, reconoció, "simplemente me odian". Y volvió sobre el tema que tanto escozor causa hasta entre sus mismos publirrelacionistas: el hecho de que "los jóvenes, los educados y los de mayores ingresos" no están con el PRI, pues a este partido le apoyan "los más pobres, los menos educados y los más viejos".

Fox no tuvo oportunidad de conmemorar el natalicio de Juárez, no sólo por las diferencias ideológicas que de manera natural puede haber entre un representante de la derecha no ilustrada y el liberalismo juarista, sino, además, porque los intereses inmediatos del ex gerente latinoamericano de la Coca Cola consisten en ganarse la simpatía de los políticos importantes de Estados Unidos, de hacerles ver que no sólo no corren riesgos ante la eventualidad de que él gane la Presidencia sino que, acaso, en él tendrán al mejor socio jamás pensado (y vaya que Salinas y Zedillo han hecho méritos al respecto). En ese flirteo con las elites estadunidenses, lo de menos son los pastorcillos, las flautas de carrizo, los carruajes y la lucha contra los intervencionismos.

Desde luego, sería injusto cargar toda la tinta en el expediente foxista. Las fuerzas armadas mexicanas rindieron ayer peculiar homenaje al jefe del Estado Mayor de las estadunidenses, en una ceremonia que, cuando menos, tuvo poco tino para escoger fecha, pues nadie que admire la lucha juarista puede sentirse conmovido al ver que el natalicio del héroe mexicano coincida con ese gesto hecho por el general secretario de la Defensa Nacional a favor de un mando castrense extranjero que es hoy, en la circunstancia actual, por su origen estadunidense, el equivalente a un mando francés a mediados del siglo pasado.

Astillas: Mario Luis Fuentes ha recibido, aunque sea a destiempo, un encargo a la altura del papel importante que jugó en los momentos difíciles del zedillismo, los iniciales, los relacionados con la consolidación primero de la coordinación de campaña que los colosistas presuntamente puros regateaban a quienes trabajaban con el doctor Zedillo, y luego la instalación de la campaña presidencial de relevo. Fuentes fue enviado al abrir la presente administración al DIF, de donde luego pasó a la secretaría de gestión social del CEN del PRI. Ahora, por lo que resta del sexenio, estará en el cargo que ha dejado Genaro Borrego para ir a Zacatecas a combatir al monrealismo. Acaso la experiencia tenida con Borrego, quien duró un sexenio en el cargo, desarrollando así una reforma interna sin rupturas, pueda ayudar a que Mario Luis sea considerado, después del próximo 1o. de diciembre, por quien llegue al poder, como un "funcionario de carrera en el sector de la seguridad y la salud públicas".

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