MIERCOLES 22 DE MARZO DE 2000
Ť En noviembre deberá presentar al Papa su renuncia a la diócesis de Tehuantepec
Lona Reyes cerrará un capítulo en la Iglesia
Ť Es el último de los 5 prelados que desafiaron los poderes clerical y político en defensa de los pobres
Blanche Petrich, enviada /I parte, Tehuantepec, Oaxaca, 20 de marzo Ť Las leyes canónicas ordenan a los prelados que al cumplir 75 años sometan su dimisión al Papa. Por lo tanto, en su próximo cumpleaños -el primero de noviembre-, el obispo de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes, firmará su renuncia. Y con ello se cerrará un capítulo en la historia de la Iglesia mexicana: el de los obispos que en defensa de su opción por los pobres desafiaron a los poderes eclesiales y políticos de su tiempo.
Son cinco los protagonistas de esta épica que abarca cuatro décadas: Sergio Méndez Arceo, de Cuernavaca; José Llaguno, de la Tarahumara, y Bartolomé Carrasco, emérito de Oaxaca, quienes ya fallecieron. En San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz espera una respuesta del Vaticano. Y aquí, atareado con múltiples compromisos cotidianos, en el bochorno del calorón del mediodía, Lona Reyes se pasa la mano por la cara como espantando un mal pensamiento. "Parezco canceroso contando las horas. No quiero pensar en eso".
A sus parroquianos les ha pedido que no le organicen despedidas. De modo que las fiestas que oficialmente inician en la próxima Pascua sólo serán "homenajes". Pero este domingo, en la misa celebrada en honor al mártir salvadoreño, arzobispo Oscar Arnulfo Romero, "el padre obispo", como le dicen, aludió directamente al tema de su partida. Con lo cual, el reloj empezó oficialmentente su cuenta regresiva. "Sé -dijo-que este avión está por aterrizar y me quedan pocos meses de vuelo."
Un hombre de acción
El lema vital de este hombre descansa en una frase de Juan 23: "La fe nos lleva a la acción". Estas palabras, remarca, son su estímulo. "Gandhi decía que no dejaba ningún legado, que mejor vieran lo que hacía. Su testamento fue su vida".
La diplomacia no es su fuerte. Su discurso -su prédica, mejor dicho- suena más contestatario, incluso, que el de su vecino de diócesis, Samuel Ruiz: "Con la Iglesia institucional poca suerte he tenido", dice en algún momento de la entrevista con La Jornada, aludiendo sus eternas dificultades con los sucesivos nuncios, o la poca solidaridad que con él tuvo el cuerpo episcopal. En otro momento revela la poca importancia que le da al aparato y a la jerarquía: "Tuve el privilegio de nunca haber estudiado en Roma".
Lona Reyes se coloca la mitra obispal sobre la cabeza solamente si es estrictamente necesario. Durante la misa usa una estola de manta sobre la camiseta sudada, y bajo la sotana asoman sus deshilachados pantalones vaqueros. Poco amigo de las entrevistas, prefiere llevar de un lado a otro, mostrando pedazos de su obra pastoral a los entrevistadores. Cojea ligeramente, pues no se ha dado tiempo de pasar por el zapatero remendón para que le arregle un remache a su huarache polvoriento. Nada denota sus 75 años.
Aún le arde el nombramiento de un obispo coadjutor. Este, Felipe Padilla, interino de Huejutla, no ha hecho precisamente buenas migas con Lona, a pesar de que lleva ya seis años conviviendo con él, puerta con puerta, en la misma curia. Enviado en tiempos del máximo opositor de Lona, el primer nuncio Jerónimo Prigione, Padilla dejó bien claro desde su llegada que su misión era desarticular el trabajo del obipo residente. "Me imagino que con él han querido que yo truene. Desde el primer momento quiso dejar bien claro que él traía todos los poderes para hacer y deshacer. Cometió muchos errores."
No le agrada abordar el tema; tampoco lo evade: "Es cierto que traía poder del centro. Y pensó que con él se hacen las cosas aquí. Se tomó todas las atribuciones; claro que tenía todo el derecho a tomárselas. Pero no me dejó ni a las viejitas de la vela perpetua".
Hay medidas que tomó el obispo coadjutor que le han dolido más que otras. Los cambios que introdujo al seminario de Tehuantepec parecen ser de los que punzan. Antes de la llegada de Padilla éste contaba con 35 seminaristas, algunos de ellos ya cursando la licenciatura en teología. Ahora quedan cinco o cuatro alumnos, con cuatro maestros. Y a pesar de la desproporción, sus instalaciones han sido ampliadas y modernizadas. "Parece seminario de millonarios", dice Lona.
Viviendo horas extras
Para el poder, y en particular para los violentos poderes caciquiles del Istmo, Lona Reyes ha sido un obispo incómodo. En los círculos del gobierno le recriminan "ser enemigo del progreso", por sus críticas a la forma en que se ha aplicado, soterradamente, el megaproyecto industrial. No hace mucho que el muro de la catedral amaneció con una pinta agresiva: "Lona, lárgate, no te necesitamos". Pero esto es apenas una sombra de la hostilidad que padeció en los años 60 u 80. Ha sufrido decenas de atentados. Los últimos, en 1997 y 1998. "Claro, tengo mis enemigos", admite. Son quienes han salido perjudicados con los proyectos productivos impulsados por el obispado: uniones y cooperativas populares de todo tipo, que han dado un rodeo a intermediarios y caciques, logrando mercados directos, control de sus procesos productivos y autonomía en sus formas de gobierno.
Esta es su visión de la coyuntura que vive el Istmo:
"Estamos en momentos de luces y sombras; más sombras que luces, golpeados por hambres y sequías, inundaciones, sin fuentes de trabajo, ilusiones rotas. Las grandes obras que se han hecho para la refinería de Salina Cruz trajeron mucha gente del campo, gente que cedía sus tierras creyendo que ya habían encontrado el paraíso, y en realidad, sólo las contratan para la obra negra. Ahora sólo andan dando tumbos de un lado a otro.
"Luego vino el famoso corredor industrial, el megaproyecto, y la gente, a soñar otra vez, quesque ahora sí va a haber lugar para ellos. Y resulta que no, que los excluyen y los engañan otra vez".
-ƑQué ha pasado con las luchas populares que antes caracterizaron a la región?
-Es doloroso manifestar que hay un cansancio en los movimientos populares. Me imagino que los mareó el poder, el dinero. No obstante, el pueblo pobre piensa que sus líderes todavía le son fieles. Es doloroso porque yo he visto que no es cierto. Por ejemplo, hay dirigentes comunitarios que estaban esperando salir entre los candidatos del PRI al Senado. Es una verdad descorazonadora no ver a los líderes frente a las luchas que es necesario dar: oponerse al megaproyecto, demandar que se cumplan las obras públicas que urgen ante las tragedias naturales, frente al problema de las tierras, con el desastre que nada tenemos que agradecerle a Salinas de Gortari, con eso de que ahora los ejidos se pueden vender.
-Y entonces, la Iglesia Ƒqué hace?
-Es una hora de reto, lo que se necesita es un profetismo, pero a fondo. Si es en la sociedad civil, faltan líderes. Si es en la Iglesia, falta un profeta.
No sé, a veces veo tanto cansancio entre nosotros, los que deberíamos estar trabajando porque las cosas cambien. Es un cansancio que me desespera. -Ha bajado tanto la voz del obispo, su mirada queda fija en sus manos. De verdad parece un hombre abrumado.
-Los grandes veteranos de la Iglesia popular ya van de salida. ƑCómo ve a la nueva generación?
-Pues apenas se ha sembrado. Vamos a ver cómo se portan.