Carlos Martínez García
Albores tiene razón
NO ES AGRADABLE reconocer que el gobernador de Chiapas, Roberto Albores Guillén, ha llegado a impecables conclusiones en las que le asiste toda la razón. En este espacio, en el que hemos sido críticos de los desmanes alboristas, nos cuesta trabajo aceptar nuestra concordancia con el mandatario (Ƒno le quedaría mejor mandón?) chiapaneco, pero la honestidad intelectual y política nos impide una salida que no sea el reconocimiento a quien ha externado palabras ciertas y certeras. Ojalá que los lectores no eludan el resto de mi escrito porque les parezca inaudito que un colaborador de La Jornada, desde el primer párrafo de su artículo, se refiera en términos laudatorios a un personaje saboteador de la democracia.
La razón que le asiste plenamente al desgobernador Albores se hizo pública mediante una filtración de alguno de sus operadores políticos, y fue denunciada por el candidato de la Alianza por Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía. El temperamental ocupante del poder estatal se refirió al futuro del senador independiente, sentenció que el opositor ''no va a ganar (la gubernatura de Chiapas) porque no tiene dinero... si gana, no va a llegar... Es más, quién sabe si termine su campaña''. Las líneas reproducidas forman parte de la denuncia que hizo ante la opinión pública Pablo Salazar (La Jornada, 15/III), quien al mismo tiempo señaló que la amenaza pudiera ser interpretada al pie de la letra por parte de algunos caciques dispuestos a complacer a quien lanzó la velada advertencia. Presionado por los reporteros, Albores negó que él hubiera expresado semejante ultimatum. No sólo eso sino que, impulsivo y teatral como es, se apersonó sin previo aviso en las oficinas del candidato aliancista para desmentir el amago que sacó a la luz Pablo Salazar. El encuentro fue tenso, la parte hostigada sostuvo sus exigencias de que el Ejecutivo estatal saque las manos del proceso electoral y cumpla las leyes respectivas.
El vasto movimiento social y los partidos políticos que respaldan a Salazar Mendiguchía son la mejor protección a las bravatas alboristas. No es la primera vez que la credibilidad pública se inclina a favor del político opositor; recordamos la andanada de Albores Guillén que acusó al senador de vender territorio chiapaneco a Oaxaca. La demencial acusación fue desnudada integralmente con la documentada respuesta de Salazar, que se distribuyó con profusión de mano en mano. En agosto del año pasado, la millonaria campaña contra el ex integrante de la Cocopa se topó con una réplica impecable, en la cual se demostraba que el caso Chimalapas era y es de índole federal, por lo que Salazar no tuvo ningún poder para realizar cesión alguna de territorio chiapaneco a favor de Oaxaca.
Sin embargo, ese mentiroso de agosto hoy dice la verdad. Sí, es cierto, como jubilosamente afirma Albores: el candidato de la Alianza por Chiapas no tiene dinero para su campaña. Los recursos financieros son insuficientes en el equipo del político originario de Soyaló. Nada más que esa debilidad es, por contradictorio que parezca, una de sus mayores fortalezas. Para un hombre como Albores, hecho completamente al amparo de las arcas oficiales y forjado en el derroche monetario con fines políticos, es incomprensible cómo puede aspirarse a tener éxito electoral sin contar con generosas chequeras y ofrecimientos sin límite a los posibles sufragantes. Los priístas no cambian, cínicamente creen que la conciencia de los electores está en venta. En su ecuación sólo pueden tenerse copiosas votaciones favorables si se cuenta con el presupuesto aprobado por los organismos electorales, y además amplio acceso al erario. No conciben que una campaña cobijada por los ciudadanos, como es la de Salazar Mendiguchía, pueda potenciarse por los pequeños aportes de quienes por sí mismos sufragan sus movilizaciones, confeccionan sencillas pancartas y hacen activismo cotidiano sin otra recompensa que lograr el cambio democrático en Chiapas. Aquellos que todo lo quieren medir con cuántos millones de pesos hay en las reservas del comité de campaña, fallan en su contabilidad al despreciar un capital (perdón por el símil financiero pero lo uso porque es el único lenguaje que entienden Albores y sus congéneres) imprescindible para los aspirantes a concretar la democracia: las personas y su voluntad de transformación.
El abierto derroche, la franca dilapidación de recursos públicos ha sido la norma del interinato alborista. Por ejemplo, el año pasado el gobierno de Chiapas gastó 28 millones de pesos para promover una "buena imagen" del gobernador (Proceso Sur, 4/III). Los que le manejan su publicidad en Internet han de estar de plácemes, dado que les fueron asignados 7 millones para difundir persona y obra de Albores. En los primeros nueve meses del año pasado la Coordinación de Comunicación Social gubernamental despilfarró los 20 millones de su presupuesto, por lo que se organizó una vaquita entre las dependencias del gobierno para allegarse más recursos.
Albores sólo sabe de precios, Salazar de valores.