MIERCOLES 22 DE MARZO DE 2000

Ť Contamina las aguas y sus cultivos, aducen


Exigen chiapanecos retirar una planta productora de moscas

Ť Denuncian que usa uno de los venenos más dañinos para el hombre

Hermann Bellinghausen, enviado, Amparo Aguatinta, Chis., 21 de marzo Ť Reiterando sus demandas de retiro del Ejército Mexicano, cumplimiento de los acuerdos de San Andrés y respeto al derecho ajeno que decía don Benito Juárez, hoy recordado, 2 mil civiles zapatistas del municipio autónomo Tierra y Libertad efectuaron una concentración de protesta frente a la planta productora de moscas de Moscamed, del programa sanitario que les ha venido a envenenar la vida, el agua y las cosechas. Y no sólo a los rebeldes. A todos los campesinos de la región.

Denunciaron el uso de Malation, "uno de los venenos más dañinos para el ser humano", por parte de Moscamed. Además, desde que llegó la planta esa, sus frutales se pudren de larvas, sus aguas se tornan inservibles, ellos padecen de enfermedades que no conocían y a sus bodegas de grano les "llueven" cajas con ratones que en una noche se acaban una troje de maíz. ƑGuerra biológica?

"Zedillo, rastrero, no traigas más plagas del extranjero", coreaban al marchar por la carretera fronteriza los inconformes. Para esta movilización estaban invitados hasta los priístas, y muchos iban a marchar, pero al final se arrepintieron. Eso no quita que una militante del tricolor que presencia la protesta diga: "Tienen razón. No da la tierra ya ni chayote. Y nuestro café no vale, no tiene peso".

Otra agrega: "Además, Moscamed contrató a nuestros hijos, no les paga y los corre cuando se le pega la gana".

Una "fábrica" de gusanos

Trepado en una camioneta frente a la reja de la planta productora de moscas, y circundado por 2 mil encapuchados, un vocero del consejo autónomo de Tierra y Libertad lee el testimonio conjunto:

"Con el resguardo de la llamada Seguridad Pública y el Ejército federal se instaló esta planta, según para combatir la mosca mediterránea. Empezaron con fumigaciones aéreas y terrestres; después, a propagar mosquitos".

Ante unas instalaciones desiertas y vacías, como si estuvieran abandonadas, y bajo el vuelo circular de 10 zopilotes, las bases de apoyo del EZLN gritan: "Zedillo y Albores, no sean más tiranos, no acaben nuestras plantas con gusanos".

El mensaje de Tierra y Libertad, dirigido en especial "a los ecologistas conscientes nacionales e internacionales", señala cómo las comunidades fueron engañadas con videos explicativos que les aseguraban que todo era por su bien. "Con la propagación de las moscas, las limas, las naranjas y los zapotes ya no aprovechan por la gusanera que tienen".

El indígena que lee, encapuchado, agrega: "Venimos a exigir la desaparición de esta planta, y que se vaya junto con los que la resguardan, la Seguridad Pública y el Ejército federal". En efecto, este último tiene un cuartel cada día más grande, a un kilómetro de aquí, en dirección al poblado de Amparo Aguatinta.

"No los necesitamos", agrega. "Nos contamina la sociedad". La exigencia no es sólo el retiro del veneno, sino el pago urgente "por las pérdidas que ha ocasionado".

El mensaje, que lleva al calce el sello del ministro de Justicia del municipio autónomo Tierra y Libertad, es una señal de vida de los presuntos desmantelados: "Creyó el mal gobierno que le tuvimos miedo. Creyó el mal gobierno que ya nos acabó, que nos desmanteló, que nuestra dignidad la íbamos a cambiar por bombas aspersoras, peligüeyes, pollos, un kilo de Maseca.

"El mal gobierno creyó que nos callaríamos con la cárcel, que nos íbamos a rendir a cambio de nuestra libertad. Creyó que con la imposición de nuevos municipios con sus cabeceras llenas de cantinas y prostitución nos iba a debilitar".

Para recuperar el ambiente

"Anoche, a la una, vinieron en camionetas y carros a sacar todo. Los tambos, las cajas. Los vimos trajinando, dirigidos por su patrón, se llama Oscar", refiere una vecina del rancho San José, justo enfrente de la planta de Moscamed, quien no participa en la protesta.

Los zapatistas designan una comisión "para ver si realmente no hay nadie". Tres encapuchados trepan el alambre de púas y recorren las instalaciones, mientras la muchedumbre espera. Alguien grita: "Echenle gasolina".

El hombre al micrófono dice: "Compañeros, no venimos a hacer provocaciones. No lo vamos a quemar porque algún día va a ser de nosotros. Estas instalaciones serán para una escuela o una clínica".

Moscamed no dejó huellas, salvo dos largos cajones de tráiler que llevan años estacionados dentro de la planta, casi como restos arqueológicos o chatarra. La comisión regresa con las manos vacías, y el orador dice:

"Ya salieron. Si vuelven otra vez, tendremos que tomar otras medidas."

Los vecinos del lugar aseguran que volverán esta noche los de Moscamed. "Nomás se fueron mientras pasaba la protesta. Ya parece que se van a ir así nomás".

Las comunidades autónomas de la franja selva-frontera dan a conocer un extenso documento: "Estamos casi encarcelados en nuestras comunidades por la cantidad de militares y policías de distinto tipo que hay en la región. No podemos transitar tranquilamente en nuestras parcelas, sin temor a que nos quiten nuestras herramientas de trabajo, como machetes, hachas, motosierras, por la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos".

Consideran la acción de Moscamed parte de la guerra de baja intensidad que sufren desde 1994. El Malation ha causado, según los tojolabales, tzotziles, mames y mestizos que cruzaron el cuartel militar pacífica y ordenadamente para hacerse escuchar esta mañana: "Aceleramiento de la destrucción del equilibrio ecológico; baja producción de café, frijol, maíz, frutales, árboles de sombra y los cultivos pierden hoja, flor y fruto tierno".

Agregan que padecen "contaminación de agua y aire, ya que el líquido lo tiran en bolsas de plástico y cae el veneno en el agua y el aire que respiramos".

Denuncian todo esto como "una violación a los derechos humanos e indígenas, y del Convenio 169 de la OIT", del cual leen varios apartados que demuestran el incumplimiento gubernamental, y que "se refieren a nuestros derechos sobre el territorio que tenemos bajo nuestro cuidado, donde vivimos, trabajamos, jugamos, amamos.

"Muchas veces hemos hecho oír nuestra voz y nuestra opinión, y el gobierno no oye, no ve, no siente, no huele, no percibe los sabores de tan diversas palabras, nuestras palabras. Así lo hemos comprobado con la palabra empeñada e incumplida en lo referente al proceso de Chiapas", el cual consideran "nacional" las comunidades en resistencia aquí.

Exigen que se tome en cuenta su opinión cuando se establecen programas que los afectan, y denuncian "la complicidad del gobierno mexicano con Estados Unidos para exterminar a los pueblos indios".

Tras denunciar también que "este tipo de programas como Moscamed aumentan el número de niños y niñas desnutridos o muertos", hacen un llamado a México y el mundo a que los apoyen "para recuperar el medio ambiente en general y nuestros cultivos en particular".

Y ya para irse, tan ordenadamente como llegaron, los zapatistas colocan todas sus mantas y cartulinas en los alambres de púas de la planta vacía, y dejan a los funcionarios de Moscamed un recado hecho con pintura en aerosol a manera de colofón sobre la fachada blanca, para cuando vuelvan: "Fuera Moscamed, Ejército y Seguridad Pública".