JUEVES 23 DE MARZO DE 2000

Con temor y temblor

 

* Jean Meyer *

Espera el Oeste, no el resultado demasiado previsible de las elecciones presidenciales rusas (domingo 26 de marzo), sino la posterior re-velación del muy probable presidente, ya no interino, Vladimir Putin. Se ha usado y abusado del cliché periodístico del "enigma", del "misterio" Putin, del "desconocido", del "imprevisible", del "espía", del agente de la KGB. Lo subestimaron a la hora de su nombramiento como primer ministro; nadie previó la última jugada maestra de Yeltsin: su renuncia en favor de su candidato, el hombre que se perfila ahora como el próximo presidente, quizá para 11 años, si una reforma constitucional instaurase el septenio presidencial.

En su confusión, el analista se agarra de un viejo chiste popular soviético, hoy ruso: que en Rusia, en la directiva suprema, se turnan en una alternancia perfecta un "poco pelo" y un "mucho pelo". Veamos: Alejandro II, mucho. Alejandro III, poco. Nicolás II, mucho. Lenin, nada. Stalin, mucho. Nikita, nada. Breznev, mucho. Andropov, poco. Chernenko, mucho. Gorbachov, nada. Yeltsin, mucho. Recuerdo que, hace un año, muchos pensaban que el alcalde de Moscú, el calvo Yuri Luzkhov, iba derechito a la presidencia. Pero Primakov, el primer ministro con mucho pelo, tomó la delantera, hasta que su renuncia a la carrera presidencial vino a dar la razón a la ley del "mucho pelo", "poco pelo". Ahí viene Putin.

ƑQuiénes son sus contrincantes? Los candidatos son 12, pero dos nada más son dignos de consideración, Zyuganov, el comunista que podría tener 25 por ciento de los votos, y Grigori Yavlinski, el demócrata que debería tener 5 por ciento. La crítica de Yavlinski contra la guerra de Chechenia le ha salido cara; el partido comunista, muy consciente del apoyo popular a la guerra, se ha cuidado mucho de criticar a la línea dura y "patriótica" de Putin. Frente a Yeltsin, Zyuganov hubiera podido ganar, frente a Putin no tiene ninguna esperanza. Uno de los consejeros de Zyuganov lamentaba: "Z. no tiene tropas, no tiene tanques y no tiene en su haber una campaña victoriosa en Chechenia". El PC no ha podido inventar una estrategia para frenar la popularidad de un Putin que le está quitando su clientela de pensionados enojados, de obreros mal pagados, de mineros y campesinos miserables. Putin ha logrado actualizar el pago de los salarios y subir un poco las pensiones. Promete restaurar la fortaleza del Estado y los va-lores patrióticos. En realidad el PC no encuentra cómo criticar a Putin.

Le es tanto más difícil que Putin hable el lenguaje nacional y patriótico del hombre de la calle. Como el hombre de la calle, ve en los que mueren en combate en Chechenia a unos héroes. En el sepelio de ocho militares, la semana pasada, en la catedral de Pskov, se dijo: "Hicieron todo para que Rusia siguiera con vida. Haremos todo para defender la causa para la cual ustedes lucharon". En la hora presente esas son las palabras que calan hondo en el corazón de la mayoría de los rusos, esa mayoría que bien podría elegir a Putin en la primera vuelta.

Queda una incógnita doble: las abstenciones y el voto "contra todos" (la decimotercera opción en la boleta). Muchos electores pro Putin no se tomarán la pena de votar porque creen asegurada la victoria de su candidato; eso le dará más peso al voto de los que tacharán "contra todos" y podría, quizá, llevar a una segunda vuelta si Putin no logra 50 por ciento más un voto.

Putin ha prometido continuar la guerra hasta acabar con el último combatiente checheno: "Bien podría mi carrera terminar aquí, pero la misión mía, una misión histórica ųparece exagerado, pero es ciertoų es de resolver la situación del Cáucaso septentrional. Sólo una cosa puede ser efectiva en tales circunstancias: continuar la ofensiva. Hay que pegar primero, y pegar tan fuerte que el adversario no vuelva a levantarse". Sus actos han correspondido a sus palabras. Por lo mismo, puede darse el lujo de no llevar una campaña electoral formal. "Mi campaña ųaseveraų es mi trabajo como gobernante. No tengo ni tiempo ni dinero para gastar en babosadas".

ƑDemagogia? Ciertamente, ya que la televisión y la prensa reproduce cada una de sus palabras, enseña cada día todo lo que hace. Pero, además, al pueblo ruso no le gustan las campañas electorales de estilo occidental (a mí tampoco), y sí le gusta esa afectación de ruda simplicidad: "Este sí que es serio, les va a dar duro a todos los enemigos de Rusia y a los gobernadores que no piensan más que en su región y en su bolsillo, y también a los oligarcas, y a todos los corruptos, y, claro, a los chechenos". Es lo que dice el hombre de la calle. ƑSe equivoca? Lo sabremos después de los primeros meses del presidente Putin. Durante ese compás de espera, los dirigentes occidentales seguirán con su temor y temblor. Con algo de razón. *