* Mary Robinson *
Combate al racismo
El surgimiento en Europa de una extrema derecha albergando nostalgia por un pasado nazi; los recientes ataques a inmigrantes en el sur de España; actitudes antiextranjeros en varios de los países más económicamente desarrollados de Africa; racismo institucionalizado en algunas fuerzas policiacas, y sistemas carcelarios; esta desagradable y, lamentablemente, incompleta lista, es un duro recordatorio de que la discriminación y la parcialidad están vivas y activas mientras nos preparamos para conmemorar el martes el primer Día Internacional contra la Discriminación Racial del nuevo siglo.
Atacar al racismo y la xenofobia debe ser una de nuestras prioridades principales. Está muy claro que la afirmación en el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos --"todas las personas nacen libres y con iguales derechos y dignidad"-- no se ha convertido en realidad. Dónde y con qué estatus nace uno frecuentemente determinan los derechos que uno puede reivindicar y la dignidad de la que se disfruta. Se han dictado normas internacio- nales para la prevención y eliminación de la discriminación, pero las realidades sociales y políticas minan la promesa de la legislación de derechos humanos.
En septiembre de 2001 los gobiernos y representantes de la sociedad civil se reunirán en la Conferencia Mundial contra la Discriminación Racial para enfrentar estas deficiencias. Los delegados se encontrarán, apropiamente, en Sudáfrica para revisar acciones tomadas para combatir la discriminación desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando la repulsión contra el racismo y la xenofobia llevaron a la mayor parte de la humanidad a unir las manos y establecer Naciones Unidas, y a adoptar la Declaración Universal; una conclusión a la que inevitablemente han de llegar es que, 50 años después de ese tiempo esperanzador, el racismo y la xenofobia están creciendo nuevamente. Tan sólo en la última década hemos visto genocidio en Ruanda y limpieza étnica en la antigua Yugoslavia. Y hoy continúan ardiendo en fuego lento un número de crisis que desafían los principios del tratamiento igualitario:
*Pueblo indígenas han sido marginados y empujados a las partes más inhóspitas de sus territorios. Su derecho a tierras y recursos naturales es tenue o no reconocido. Organismos de derechos humanos de la ONU están elaborando normas para su protección y remedios a las violaciones, pero hay un largo camino que recorrer antes que los miembros de estos grupos puedan obtener la igualdad de hecho.
*Los trabajadores migrantes están frecuentemente sujetos a explotación y xenofobia. Son bienvenidos cuando hay escasez de mano de obra, pero son los pri- meros despedidos cuando aumenta el desempleo. El instrumento internacional presentado para asegurar sus derechos --la Convención para la Protección de todos los Trabajadores Migrantes y sus Familiares-- no ha sido ratificado por un solo país industrializado y no ha entrado en vigor. Los trabajadores indocumentados, contrabandeados o atraídos a otro país por falsas promesas, son particularmente golpeados por su estado ilegal. Muchas mujeres terminan en la prostitución forzada, sin atreverse a denunciar a sus explotadores, porque al hacerlo se arriesgan a ser devueltas a su país de origen para enfrentar la desgracia, la vergüenza, o algo peor.
*Las violaciones extendidas a los derechos humanos han creado un flujo masivo de refugiados. Mucha de la violencia y conflicto armado de los últimos años pudiera haberse evitado de haberse tomado acciones tempranas para eliminar la discriminación y responder a quejas justificadas. La comunidad internacional debe aceptar que algunos grupos absolutamente vulnerables pueden enfrentarse a condiciones que no dejan otra opción que la huida, y de suceder deberán ofrecer asistencia.
*El derecho al asilo se ha vuelto cada vez más difícil de ejercer debido a la implementación de políticas de no admisión por la mayoría de los países industrializados. Requerimientos para visas, sanciones contra aerolíneas, aislamiento de los solicitantes y procesamiento de solicitudes de asilo en el extranjero han llevado a un descenso significativo en el número de solicitantes de asilo. Como resultado, muchos posibles resultados no pueden escapar de la persecución en sus países de origen.
*La comunidad roma (gitanos) es sujeto de discriminación social en muchas naciones. Europa, en particular, se encuentra sin saber cómo manejar este asunto. Los esfuerzos paternalistas, aunque bien intencionados, por asimilarlos en las culturas occidentales dominantes han fracasado, y los estados europeos enfrentan la delicada tarea de asegurar condiciones bajo las cuales los romas pueden retener su identidad y dignidad sin ser sujetos de discriminación.
*La expresión del odio está en aumento. Los racistas han descubierto una nueva herramienta para hacer públicos sus prejuicios virulentos y destructivos. El odio puede diseminarse por Internet a un costo relativamente bajo y, en algunos países, sin riesgo de consecuencia penales. En Europa existe preocupación particular por esta nueva avenida de propaganda racista, y se están haciendo esfuerzos por controlarla. Sin embargo, los racistas ahora pueden diseminar su material odioso desde sitios basados en Estados Unidos, protegidos por la aplicación de las provisiones de la primera enmienda de la Constitución de ese país.
El mundo estará esperando que los delegados que se reunirán en Sudáfrica el próximo año vayan más allá de las obligadas y demasiado predecibles condenas contra el racismo. La conferencia mundial tendrá que lograr un compromiso colectivo renovado para implementar lo que prometió en los primeros años de la posguerra. El resultado debe de ser un plan de acción práctico para cumplir el voto de promover y fomentar el respeto universal de los derechos humanos para todos, sin distinción de razas, color, género ni origen étnico o nacional.
* La autora de este artículo es alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, y secretaria general de la Conferencia Mundial contra el Racismo.