JUEVES 23 DE MARZO DE 2000

Contra el voto conservador

 

* Octavio Rodríguez Araujo *

Si la lista nominal de electores para las próximas elecciones federales será de un poco más de 56 millones, y si Francisco Labastida, de acuerdo con las más recientes encuestas, se llevara 40 por ciento de los votos, considerando 30 por ciento de abstención, esto significaría que el PRI ganaría la Presidencia con cerca de 16 millones de sufragios. Vicente Fox, Cuauhtémoc Cárdenas, Muñoz Ledo, Rincón Gallardo y Manuel Camacho se repartirían el resto, con un honroso e inútil segundo lugar para Fox, si las encuestas no mienten.

ƑPodrá cambiar la tendencia del voto expresado hoy, en los próximos cien días? Sí, sí puede cambiar, pero no es seguro, y no precisamente por la popularidad de Labastida como candidato oficial. Si Labastida no es un candidato que levante los ánimos de los electores, a pesar de haber ofrecido inglés y computación para los niños (Ƒ?), tendríamos que pensar que la tendencia del voto que reflejan las encuestas no es por él, sino por el conservadurismo de los electores que, como ya ha ocu-rrido, prefieren malo conocido que bueno por conocer. Si a esto le agregamos que Fox se ha comprometido ante funcionarios, legisladores y empresarios de Estados Unidos a abrir más el sector eléctrico y energético y mantener un precio del petróleo conveniente para los países importadores (Reforma, 21 de marzo de 2000), el resultado que obtendrá de su polémica campaña será el rechazo de los electores naciona-listas que, en México y en estos tiempos, no son pocos.

Si los electores estuvieran informados y siguieran con atención lo que se publica en periódicos independientes del país, es evidente que no votarían por más de lo mismo ni por los dicharachos de Fox. Pero no es el caso, y los influyentes medios electrónicos de información, como bien sabemos desde hace años, no concursan entre sí para dar las noticias como son ni para comentarlas con imparcialidad. Bastaría el escándalo Fobaproa y la negativa de los diputados del PRI a abrir los archivos con los beneficiarios de los créditos bancarios para que los mexicanos votaran en contra de quienes hicieron posible este gran fraude que, por si no fuera suficiente, pagan con sus impuestos. Pero el asunto de Fobaproa es, para los electores comunes, tan comprensible como lo serían las ventajas del Concorde para viajar a Europa: fuera de su alcance y al margen de los problemas de la vida cotidiana.

El caso del PRD tampoco se ve como una alternativa. Si hiciéramos el balance que propone Andrés Manuel López Obrador, transcurridos dos años de gobierno en el Distrito Federal, podría señalarse, como ejemplo, que las privatizaciones ilegales que en tiempos del PRI se hicieron de muchas calles de barrios burgueses, siguen ahí, defendidas por policías privados y prepotentes que impiden el libre tránsito por esta saturada ciudad. ƑPor qué los dirigentes del PRD pensarán que los no privilegiados votaríamos por quienes no se han atrevido a acabar con los privilegios de unos cuantos al mismo tiempo que hacen promesas para la mayoría de los mexicanos?

Todo es lo mismo, como ocurre en Europa y en Estados Unidos desde hace dos décadas. Las siglas y los principios de los partidos sólo se diferencian en el papel que nadie lee. Los hechos hablan por sí mismos y, ciertamente, no provocan simpatías entre los ciudadanos comunes, salvo cuando alguien los obliga a tomar una posición en una consulta o una encuesta que no compromete a nadie y cuyas respuestas suelen estar condicionadas por la perniciosa influencia de la televisión y la radio y las frases ocurrentes y encapsuladas de los candidatos en su propaganda pagada.

Así las cosas, lo mejor que podría hacer la oposición sería jugar un disparejo y apoyar la candidatura del que lo gane para oponerlo al PRI. ƑO acaso no están compitiendo para derrotar al tricolor? La Presidencia de México es uninominal, por lo tanto no importan los segundos ni los terceros lugares. Y, es obvio, con la pequeña excepción de dos pequeños partidos, que los que compiten por la Presidencia lo hacen contra el PRI y no entre ellos como partidos de oposición, aunque digan tener diferencias ųes más, aun cuando de veras tengan diferencias que, por cierto, en los hechos de gobierno no vemos. Sin embargo, lo importante sería ganarle al conservadurismo que por ahora parece estar capitalizando el candidato del statu quo y del Revolucionario Institucional, y para esta estrategia lo único que vale es sumar los votos de la oposición en su conjunto, en vez de dividirlos entre sí. *