La Jornada domingo 26 de marzo de 2000

Antonio Gershenson
La delicada situación petrolera

El secretario de Energía del gobierno federal declaró, según información de The New York Times, que el gobierno mexicano decidió un aumento, menor de 325 mil barriles, a partir de abril. Esta declaración, que no es la primera, al margen de los demás países exportadores de hidrocarburo con los que se han convenido reducciones en la producción de petróleo crudo para defender su precio, tiende a debilitar este frente y a aumentar el riesgo de una guerra de precios en la que México no puede ganar.

En otra parte de la misma declaración se señala que el gobierno estadunidense no debería ser "demasiado áspero en sus presiones a las naciones petroleras" para que aumenten su producción de crudo, que el mensaje había sido captado y que ahí estaban los hechos.

Tal vez parte de estos hechos sea el mismo anuncio de aumento de la producción mexicana. Esto es incluso más delicado. Se reconoce implícitamente que sí hay presiones, pese a declaraciones en contrario, y que éstas presiones están siendo atendidas.

Eso no es todo. Lo que hasta el momento no se ha hecho público es: Ƒde dónde se van a sacar esos barriles adicionales para la exportación, con el propósito de bajar el precio del crudo que exportamos sin previo acuerdo con los demás exportadores? La respuesta no es obvia.

Las tres cuartas partes de la producción de petróleo crudo salen de la Sonda de Campeche, y allí las reservas de crudo equivalen a 15 años de la producción de 1998. En la región Marina Suroeste, son ya sólo cinco años.

Pero lo peor de todo es que el crudo sale debido a la presión del gas asociado al mismo. Y las reservas de este gas equivalen a seis años de la producción de 1998 en toda la Sonda de Campeche, y a cuatro años en la región marina suroeste.

Como es natural, la presión del gas que impulsa al petróleo hacia la superficie ha estado bajando de manera importante. Se había apostado todo a un proyecto gigante: el de Cantarell, con una compresora de nitrógeno para devolver presión a los yacimientos del subsuelo, aunque sea con este otro gas, que no sirve como combustible, ante la insuficiencia de gas natural.

Pero ese proyecto ha sido un fracaso. La empresa que operaba el proyecto, la estadunidense Bechtel, no pudo con el mismo y Pemex se tuvo que hacer cargo directamente de su desarrollo.

Mientras tanto, el retraso ya es del orden de dos años. No hay de dónde sacar ese crudo adicional con el que se quiere aumentar la producción.

En el medio petrolero circulan versiones en el sentido de que se han dado instrucciones para preparar las refinerías mexicanas para una reducción en el suministro de crudo. Se trataría de quitar a estas refinerías el crudo para exportarlo y atender a las antes negadas y ahora aceptadas presiones del exterior. Eso implicaría, claro, más importaciones de gasolina y de otros productos refinados.

Es indispensable que se informe públicamente sobre los problemas de la industria petrolera. Si hay alguna imprecisión en los informes que circulan, es por falta de información oficial sobre los problemas.

Los mexicanos hemos tenido que enterarnos a través de la prensa de otro país, y a través de versiones extraoficiales, de problemas serios que se ocultan por quienes quieren presentar un panorama color de rosa, más ahora ante la cercanía de las elecciones nacionales.