LUNES 27 DE MARZO DE 2000

Ť Se reinauguró la noche del viernes con suntuosa fiesta pasada por agua


Obreros y banqueros se codearon en el Hipódromo

Jaime Whaley Ť Aaaarrancaaan. La imperativa voz de salida para esos equinos atletas volvió a enseñorearse en las renovadas instalaciones del Hipódromo de las Américas, que tras poco más de tres años de letargo y abandono abrieron sus puertas para su democrática clientela, pues lo mismo se dan cita ahí obreros, oficinistas o desempleados, que banqueros y grandes capitanes de empresas.

La noche del viernes no fue la excepción, aunque CIE, la empresa que ahora está a cargo de la instalación, se encargó de un previo y meticuloso reparto de invitaciones. El abanico no era muy amplio: empresarios, funcionarios de gobierno, pocas figuras del ambiente artístico, como Mijares -que cantó el Himno nacional- y los medios de comunicación, aunque, como quedó plenamente comprobado, ahí estuvieron los infaltables colados que, se pudo atestiguar, fueron bastantes y que en esta ocasión le dieron el toque humano al acontecimiento, pues casi todos eran de la vasta jodidez, aquellos que apuestan por necesidad y pierden por obligación.

hipodromo-reapertura-1-jpg La lluvia, que no figuraba entre los convidados, se hizo presente y deslavó la ornamenta que esmeradamente se había colocado en las mesas de la sección al aire libre, la playa le dicen, y además alejó, como aceptaron aquellos inmersos en la organización del festejo, a muchos que no se aventuraron a desafiar el atosigante tránsito del Periférico en viernes por la tarde-noche.

La concurrencia pudo beber y comer a discreción. Camarones gigantes, salmón ahumado, alcaparras, ensalada rusa, pastel de carne y para resbalárselo vinos (rojo, blanco, verde, azul, amarillo, en fin del color que se quisiera), whisky, ron, cerveza y lo chic y políticamente correcto: tequila.

El sinaloense Lupe Inzunza, entrenador de Swinging Val, andaba contento por tres jaiboles, pero más por la noticia de que su cuaco, casi su hijo, correría al día siguiente en el premio Inauguración. Su alegría fue premonitoria, pues la yegua se llevó el primer lugar el sábado.

Pompa y colorido marcaron el festejo con la Filarmónica Siglo XXI y la banda de guerra del 75 Batallón de Infantería, un grupo de danza moderna y una ala mecánica que, a vuelo rasante, enarbolaba un pendón con la leyenda ''bienvenidos'', en tanto en las gigantescas pantallas se iba uno al pasado con la primera inauguración, a cargo del presidente Avila Camacho y la visita al óvalo, obligada en aquel entonces, de los personajes que visitaban la Ciudad de los Palacios.

El corte del rojo listón estuvo a cargo de Porfirio Barbosa, el oficial mayor del Gobierno de la ciudad; Elías Rivas Torres, subsecretario de Promoción de la Secretaría de Turismo, y Alejandro Soberón, presidente de CIE. Barbosa señaló que el funcionamiento del hipódromo refleja la confianza de los inversionistas en el gobierno que está ahora en la ciudad, siempre que se cumpla con la normatividad. Después, a pregunta de La Jornada, sobre si este negocio puede ser el preámbulo de la instalación de casinos, señaló: ''habría que hacer un referéndum, una consulta, pero desde mi punto de vista, no estoy de acuerdo con su funcionamiento''.

Tatatatatatatatataaaa, tatatatatatatatataaaaa. El metálico llamar de la trompeta, ejecutada por Ramona Madera, quien los días que no haya carreras seguirá en el mariachi femenil, colocó los ojos de todos en el arrancadero, allá en la recta lejana luego del paseillo ritual ante la tribuna encabezado por El Moro Ramírez, el riders master. Y ándale seis, vamos tres, aprieta cinco, ay, ayyy, ayyy, yaaa, putííísima suerte: ganó el uno.