MARTES 28 DE MARZO DE 2000
Ť Peregrinaciones, libro con el que culmina un periplo de 34 años por ese género
Como agoté la vena poética, ahora prefiero la prosa: Gutiérrez Vega
Ť Todos los poemas mueren cuando alguien los termina de escribir y reviven con el lector, señala
Ť ''Cuando me encuentro con una metáfora, la guardo como una joya, no sin antes disfrutarla''
Miryam Audiffred Ť Hacer poesía es conversar despacito, sin prisa. Por eso, en vez de escribir para que lo quieran, Hugo Gutiérrez Vega utiliza la pluma y el papel para entablar diálogos con seres anónimos que, al leerlo, participan en una constante resurrección.
Y es que para este escritor y poeta viajero, la poesía es en sí misma una muerte provisional. ''Todos los poemas mueren cuando alguien los termina de escribir y reviven cuando el lector posa sus ojos en ellos".
Tapatío nacido en 1934, Gutiérrez Vega ha pasado su vida nadando entre versos y estrofas; en busca de una definición para el oficio al que se consagró -como lo dijo Federico García Lorca- ''por la gracia de Dios o del demonio".
Asegura no haberlo conseguido del todo, a pesar de intentarlo con toda su sangre y su alma y de publicar 26 libros con las imágenes poéticas que hoy reúne en Peregrinaciones, texto con el que concluye un recorrido que emprendió hace 34 años.
''Siento que agoté la vena poética y que debo pasar a una nueva etapa donde la prosa me funciona mejor, porque la poesía está demasiado ligada al inconsciente y mi inconsciente me resulta, a últimas fechas, poco interesante."
Amante apasionado del verso libre
Entrevistado en su casa, el escritor, maestro universitario, editor y periodista cultural comenta que la poesía permea muchos momentos de su vida. Es más, está seguro de que siempre ha tenido una visión poética de la realidad y de las relaciones humanas, las que, por cierto, retrata en su trabajo con frases frescas y sencillas.
No desecha albures ni dichos cotidianos, pugna por la desolemnización de la poesía y es un amante apasionado del verso libre. Podría pensarse que es enemigo del uso de metáforas, pero no es así. ƑLa razón de dicha escasez? Simplemente, no se le dan con facilidad, así que ''cuando me encuentro con una metáfora, la guardo como una joya y la coloco en la parte principal del poema; no sin antes disfrutarla como disfruto un día de fiesta".
A lo largo de su vida, Hugo Gutiérrez Vega ha desempeñado diversos cargos diplomáticos en Brasil, Chipre, España, Estados Unidos, Grecia, Inglaterra, Rumania y Rusia -por mencionar algunos países-, donde ha ejercido su oficio de manera camaleónica mediante la publicación de libros que, además de descubrir los paisajes extranjeros, están escritos en distintos idiomas porque -aclara- ''yo soy como esos animalitos que se pegan al mundo y nadie los ve". Aunque también podría decirse que es una de esas extrañas figuras en las que lo libresco y lo desparpajado se reconcilian sin lucha alguna.
Libros como Los soles griegos (1989), Cantos del despotado de Morea (1991) y Una estación en Amorgós (1996) se brindan como fotografías sociales y como obras literarias, destino que comparten con Buscado amor, Cuando el placer termine, Las peregrinaciones del deseo y Poemas para el perro de la carnicería y con las que, encadenadas, puede integrarse un ''itinerario de viaje" o un mapa poético del mundo que puede ser leído en inglés, francés, italiano, ruso, griego y portugués.
Límites que vale la pena abatir
''Yo nací en un mundo tan solemne,/ tan lleno de conmemoraciones cívicas,/ estatuas,/ vidas de héroes y santos,/ poetas de altísimas metáforas y oradores locales;/ en la ciudad que tiene siempre puesta/ la máscara de jade y de turquesa,/ y como ahí nací/ debería callarme el hocico/ y pintar solamente en los retretes."
Por fortuna, Gutiérrez Vega nunca ha guardado silencio. Sigue confiando en el diálogo cultural y creyendo que los escritores no nacieron para solucionar las cosas. ''Si los políticos están para prometer -enfatiza- nosotros estamos para proponer, discutir y dialogar".
De ahí que no sea nada extraño que un periodista se convierta, con el tiempo, en escritor o que, sencillamente, sea ambas cosas a la vez; sobre todo si se piensa -al igual que Gutiérrez Vega- que los límites entre éstos ''son tan sutiles que vale la pena abatirlos" y considerar al periodismo un género literario más.
El, por su parte, ha recibido los premios nacionales de Poesía (1975) y el de Periodismo (1999) por sus escritos en periódicos y revistas, Excélsior, Siempre! y La Jornada Semanal, suplemento bajo su dirección y donde difunde la labor de los jóvenes poetas mexicanos quienes, como él, asumen la poesía como un acto caracterizado por su individualidad e imposible de catalogar en generaciones o movimientos.
Está claro que para Gutiérrez Vega la vida no es un paréntesis entre el nacimiento y la gloria. Posiblemente, sólo sea -como él mismo lo dice- uno de los tantos escenarios en los que podría rodarse una película del cine mudo (corriendo el riesgo de que ésta se termine con un pastelazo de crema con fresas) como las que tanto le gustan.
Y si el séptimo arte fue su educador sentimental -al enseñarle a besar y mostrarle la belleza femenina en divas como Marilyn Monroe y Greta Garbo-, por qué no imaginar que lejos de la búsqueda de la inmortalidad brindada por la fama, Hugo Gutiérrez Vega es un hombre que sólo ha querido ser el silencioso protagonista de una cinta donde la vida es igual al amor, la risa y la poesía.
A final de cuentas, él es -respetando sus palabras- ''como un pastelero que, por su enorme vocación, sigue haciendo pasteles de muchos sabores hasta que le llega la muerte".
(Peregrinaciones será presentado este miércoles, a las 19 horas, en la ex capilla del Palacio de Minería, en Tacuba 5, Centro Histórico, con la participación de Augusto Isla, Mónica Neponte, Carmen Villoro, Eduardo Hurtado e Ignacio Solares.)