MARTES 28 DE MARZO DE 2000
Ť Laura Espido Freire, escritora distinguida con el Premio Planeta 1999
Si tengo suerte y vivo 50 años más, entonces se verá si tenía algo por decir
Ť Melocotones helados, novela que aborda la problemática de la identidad humana, señala
Ť ''Cuando una obsesión aumenta o perdura en el tiempo, suelo convertirla en literatura''
César Güemes Ť Es un enigma delicioso. Su nombre, proveniente del gallego, se traduciría en castellano como ''El triunfo desnudo del hombre libre". Para sus lectores, se llama Laura Espido Freire, tiene 25 años, nació en Bilbao y la primera edición de su más reciente novela, Melocotones helados, ganadora del Premio Planeta 1999, está por agotar un tiraje de 210 mil ejemplares.
-ƑCómo le haces, Laura?
-Escribo compulsivamente. Uno de los atractivos mayores de ser escritora es que yo misma podía imponer las normas. Soy bastante flexible y como me ataca la pereza por las mañanas, suelo levantarme cerca de las nueve o diez. Trabajo en lo más urgente que casi siempre son las colaboraciones de prensa, atiendo entrevistas si las hay, y termino con las pequeñas cosas por la mañana. Después de comer, leo, veo cine o escucho música. Sólo cuando entra bien la noche es cuando me dedico a escribir.
Guardar una distancia emocional
No obstante la considerable recompensa económica que el Planeta representa, Espido Freire se la lleva tranquila: ''No sé si me paso de modesta, pero la verdad es que apenas voy empezando. Si tengo suerte y vivo 50 años más, entonces se verá si tenía algo por decir".
-Eres muy joven para haber obtenido ya un premio como el Planeta.
-Como no se concede a una persona sino a una novela, Melocotones helados quizá no fue la mejor obra que se presentó, pero sí la que más le gustó al jurado.
-Al escribir una novela como ésta, Ƒpensabas en someterla a un certamen? Sería una aspiración legítima.
-No lo pensé así por mi manera de escribir. Siempre he tenido muy presentes los obstáculos que se me iban a interponer por ser joven, por ser mujer y por no tener contactos en el mundo literario. Entonces he intentado paliar esas limitaciones en la medida de lo posible: publiqué mi primera novela cuando ya tenía otras dos escritas, además de varios libros de relatos. De modo que si le iba bien o mal a esa primera novela, ello no me afectara en el futuro inmediato. Doy a conocer mis libros dos o tres años después de haberlos escrito. Eso me permite revisarlos, pensar en qué línea editorial pueden encajar mejor y me proporciona una distancia emocional con la obra de manera que las críticas no las tomo tan a pecho.
''En el caso de Melocotones helados no pensé en presentarla a ningún certamen, pero mi agente literario consideró que las características de la narración se adaptaban a un público amplio y eso me decidió a participar.''
-Si te das el lujo de dejar en reposo tres años algunos libros, si antes de publicar tu primera novela ya tenías otras dos terminadas, si además tienes libros de relato, Ƒa qué edad empezaste?
-A los 16 años. En esa época tuve clara conciencia de que deseaba escribir; no ser escritora precisamente, pero sí escribir. Mi primer año de carrera fue de Derecho porque pensé que tendría mayor independencia mental si me dedicaba a ejercer como abogada y en el resto del tiempo escribir. Pero vi que eso no me daría resultado. Al año abandoné esos estudios y me dediqué a la filología inglesa. Después descubrí que sólo me podía dedicar a escribir, ya fueran colaboraciones, traducción o novela. Así que he metido muchas horas de trabajo en mi proyecto literario, he hecho cursos y me someto a gran cantidad de estímulos para seguir produciendo. Poco a poco recojo los frutos.
Música o sueños, estímulos
-En esta etapa de tu vida, Ƒcómo llegas a delimitar el tema de un libro?, Ƒcómo te enamoras de una historia?
-Cuando una idea me obsesiona durante algunos días, la convierto en una columna periodística. Pero cuando esa obsesión aumenta, se agrava o perdura en el tiempo, suelo convertirla en literatura. La idea de la que partió Melocotones helados fue la de una persona que está viviendo la vida de otra y se ve perseguida por los pecados de esa otra. A partir de ahí comencé a pensar qué es la identidad, cómo podría ser la trama, qué conflictos cabría crear, qué historia iba a servirme de fondo. Casi siempre todo esto me surge más o menos de la nada o de determinados estímulos como la música o un sueño que recuerdo al despertar o de una conversación que escucho en el tren.
-Ese proceso ya no tiene similitud con el periodístico.
-No, porque comienza una elaboración literaria de la que carece la columna. En la novela me divierte jugar con el lector, moverlo a confusiones o indignarlo.
-ƑCómo te ha ido con el libro en España?
-Muy bien. Por una parte la crítica lo ha respetado bastante y ha sido un gran éxito de ventas. A diferencia de algunos premios Planeta anteriores, que despiertan grandes suspicacias o resentimientos entre determinado sector de los medios, en mi caso las cosas han marchado de lo mejor. Tanto la editorial como yo estamos muy en paz con el resultado.
Claro que están felices: en las próximas semanas Espido Freire visitará, por razones literarias, por lo menos cuatro países más antes de tener una semana de reposo, incluso antes de gastarse una peseta del premio. Detrás de su rostro dibujado por algún pintor flamenco se encuentra una determinación que es como una máquina.
-ƑEres feliz?
-Mucho. Creo que la felicidad se compone en gran medida de la voluntad de ser feliz. Y yo me lo he propuesto.