La Jornada martes 28 de marzo de 2000

Enrique Dussel A.
"Autoritarismo" y "vanguardismo"

En México, en el siglo XX, se desmovilizó sistemáticamente al estudiante universitario. Era peligroso, aún más después de la experiencia de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968 (exáctamente cinco años después pusieron una bomba en mi casa en Mendoza). Pero esa desmovilización tiene efectos perversos e inesperados para el poder mismo.

Desmovilizados los universitarios, sin organización estable, democrática, que represente a "todos los estudiantes" (momento esencial de la "comunidad universitaria" autónoma), necesariamente se debía caer en dos extremos: a) El primero, y es el que se ejerció durante casi todo el siglo XX: el autoritarismo. Los órganos de gobierno constitutivos más importantes de la universidad se eligen de "arriba-abajo", sin ningún respeto a una cierta "democracia pedagógica", existiendo una "circularidad" del "auto-nombramiento": la junta de gobierno elige al rector, el rector nombra los directores de facultades, los directores eligen la mayoría de los consejos, etcétera. Los estamentos (profesores, alumnos...) de la "comunidad universitaria" nunca tienen la posibilidad de ejercer los órganos del poder universitario directamente. Han sido excluidos. Sin su participación, los consensos no son válidos, no obligan a las partes, porque éstos no están en el origen de los acuerdos. El "autoritarismo" crea un malestar: "el malestar universitario". Toda represión impide la creatividad, mucho más cuando hablamos de creación de conocimiento, de cultura y de formación de voluntad comunitaria. La "autonomía universitaria" está aprisionada, reprimida. Hay que liberarla. Para ello debe haber una "reforma universitaria del 2000". Esta reforma universitaria se juega ya en el modo y la proporción de los órganos que convocarán el congreso. La "institucionalidad originaria" es anterior al congreso universitario. Ya se están dando los primeros pasos y los posibles participantes universitarios no están lo suficiente alertas, creativos, en acción.

De la misma manera, la desmovilización estudiantil produce efectos negativos inesperados. Lanzada la huelga de los "nueve meses", un cierto procedimiento político definió el contenido del proceso. En política, el procedimiento, aunque no es todo, es definitorio también del contenido. Si el único órgano de representación, actuación, consenso de la "comunidad de estudiantes" (una parte funcional de la "comunidad universitaria") es "la asamblea" sin estatuto, sin institucionalidad previamente acordada, legalizada, legítima, el procedimiento (la "asamblea permanente multitudinaria" sin padrón, sin tiempo de discusión, sin...) se transforma en un órgano deficiente, contraproducente, antidemocrático. La "demo-cracia" del "ágora" ateniense (que dominaba a una multitud de esclavos, es cierto) tenía reglas fijas bien definidas, acordadas por todos. Eran "asambleas" legales, válidas, legítimas. El "asambleísmo" "espontaneísta" no puede ser democrático. A una asamblea de una facultad pueden asistir alumnos de otras facultades o no-alumnos; cuando han pasado veinte horas de discusiones, acaloradas, con gritos, porras, insultos... algunos se van a dormir, otros a comer... y cuando se llega a la votación Ƒqué legitimidad pueden tener los acuerdos de los que quedan? Legitimidad significa, en la "comunidad de estudiantes", participación simétrica. El movimiento estudiantil que llevó la huelga hasta sus últimas consecuencias, al que hay que otorgarle cierta generosidad, valentía, los ideales más nobles, no pueden pedir que se les otorgue también el calificativo de "democrático". Es quizá algo más que eso, pero quizá mucho menos que eso -o ambas cosas a la vez-. Fue una "vanguardia", que por la conyuntura del país, pudo prolongar la toma de instalaciones, y usar en parte el movimiento para fines, más nobles quizá, pero que sobrepasaron los de la autonomía universitaria. El vanguardismo asambleísta no fue democrático. Es útil quizá en momentos de crisis. Cae en trampas que se les arman necesariamente. Equivocó enemigos y amigos. Aceptó infiltraciones. Desarrolló una lógica dentro del proceso con cierta eficacia. Pero llegó el momento en que fue contraproducente, ya que se encerró en una propia tautología. Quedó aislado de su propia "comunidad de estudiantes", ni que decir de la "sociedad civil", de la "comunidad política" del país.

Al "autoritarismo" se le opuso el "vanguardismo". Por estar de este lado los jóvenes, los que tuvieron al comienzo razón en la huelga, los que lucharon por sus ideales, si debieramos juzgar esos dos extremos no podemos darle la misma calidad ética. El segundo tiene muchos más méritos que el primero. Pero ambos, en el momento de la "reforma universitaria del 2000", debe deponer -por distintas razones es cierto- sus armas para pasar a una etapa superior, de "democracia universitaria" más representativa. Unos están como "agarrados de la brocha" desde arriba, y no necesitan la escalera en la que se apoya como pintor. Los otros se han "aislado" de la "comunidad de estudiantes" bajo pretexto de que no son huelgistas, que no saben ya de lo que se trata, que son burgueses, moderados ... šEs necesario abrir el juego democrático universitario o no habrá "reforma universitaria del 2000".