La Jornada martes 28 de marzo de 2000

Alberto Aziz Nassif
2 de julio

Dentro de 96 días la ciudadanía estará formada frente a las casillas electorales para elegir a sus nuevos gobernantes. Ese día se definirá la incertidumbre que las encuestas han anunciado en estas semanas. Las intenciones de voto en estos días de campaña expresan una tendencia de dos candidatos fuertes que se encuentran prácticamente en una condición de empate técnico (Fox y Labastida) y en un lejano tercer lugar, Cárdenas, (Milenio, 22/III/2000). ƑQué tanto puede variar esta ubicación? Si limitamos el supuesto de que cualquier cosa puede pasar, hay dos posibilidades: una extraordinaria, que estaría motivada por cambios drásticos en la vida política y económica en las próximas semanas; o la de un ajuste relativo de la tendencia actual que simplemente defina un desempate.

ƑQué expresan estas tendencias? Bajo el supuesto de que el escenario correrá por la vía ordinaria actual se puede establecer que la elección se ha encaminado hacia la vía del plebiscito, es decir, el voto se concentrará de forma predominante entre la opción de más de lo mismo con el PRI, o un cambio con la oposición que pueda concentrar más votos. Esta posibilidad se ha definido con mayor claridad en las últimas semanas. Sobre este escenario hay posiciones diferentes y cálculos políticos antagónicos. Si vamos a las experiencias de las últimas dos décadas se puede ver que una parte sustantiva de los avances en materia de democracia ha venido por las alternancias regionales, tanto en los gobiernos estatales y municipales, como en ámbito legislativo. Estas experiencias se han dado bajo el cobijo de importantes alianzas cívicas y ciudadanas, en donde se han logrado aglutinar mayorías sociales que forman nuevas coaliciones gobernantes. Esos votos mayoritarios se han sumado en amplias convergencias con los partidos y candidatos que han tenido más oportunidades de ganar. Cuando estos procesos han fracasado, el partido oficial ha recuperado el poder o lo ha conservado. Considero que hoy el país atraviesa por una situación similar, y ese es el significado profundo de ese empate técnico que anuncian las encuestas. Hace unos días Adolfo Aguilar Zinser escribió un artículo interesante, "Izquierda: ganar perdiendo", en el que argumenta que una posible victoria de Fox no sería el resultado de una lucha partidista del PAN, sino de toda la oposición; de la misma forma, este triunfo no sería una derrota ideológica para la izquierda, sino una posibilidad (Reforma, 17/III/2000).

Según Alain Lipietz, diputado francés del Parlamento europeo, en diversas experiencias históricas sobre los procesos de transición democrática se han dado procesos en los que primero gana la derecha democrática, y después de un tiempo, la izquierda puede acceder al poder. No se trata de fórmulas rígidas o de recetas, sino de experiencias en otros países. En estos momentos la posibilidad de triunfo la tiene Fox. Pero para que eso sea posible es necesario un paso más, un alineamiento de votos más amplio, una especie de convergencia que haga de la posibilidad de plebiscito, una vía triunfadora. En esta perspectiva el corto y el largo plazos no necesariamente tienen el mismo significado. Las apariencias indican que en el corto plazo si llegara a ganar Fox, la izquierda sufriría una derrota grave; sin embargo, esta opción de un gobierno opositor no sería manejable, ni a corto plazo, sin la incorporación de una oposición amplia en la que también estuviera de alguna forma, la izquierda. En México, la experiencia de las últimas décadas demostró que en los estados los primeros gobiernos de alternancia estuvieron encabezados por el PAN y luego vinieron los gobiernos del PRD. Una vez que el PRI es derrotado, se abren las posibilidades para que otras opciones opositoras entren de lleno al juego de la competencia por el poder, pero antes hay que dar el primer paso, derrotar al partido oficial.

Desde una perspectiva estratégica lo que sigue en las próximas semanas es fortalecer esta opción, para lo cual se necesita terminar de construir una convergencia amplia. En septiembre del año pasado había una mayoría que estaba en favor de una alianza amplia que no se pudo realizar. Hoy la ciudadanía le está dando la vuelta a las trampas legales y la falta de voluntad de los partidos y de nuevo parece que puede resurgir esa posibilidad, pero esta vez sólo mediante acuerdos políticos. Para ganar Fox se necesitan más votos de la sociedad, de la izquierda y de algunos sectores del priísmo. Para lograrlo es indispensable, entre otras cosas, signos claros de un proyecto plural e incluyente, tanto en el discurso, como en el equipo de gobierno. ƑSe podrá?