La Jornada martes 28 de marzo de 2000

Claudia Sheinbaum Pardo
El horario de verano

La enorme discusión y descontento que se ha suscitado recientemente en torno al horario verano tiene que ver con la carencia de información clara, con la falta de sensibilidad del gobierno federal en torno al mismo, y con los problemas asociados a la legalidad de su implantación. En este breve artículo trato de explicar cuál es el sustento técnico respecto a lo que teóricamente se ahorra gracias a esta medida y los problemas asociados con su aplicación.

El suministro de energía eléctrica tiene características específicas que lo diferencian del suministro de otras energías secundarias. La energía eléctrica no puede almacenarse económicamente en cantidades significativas, por lo que la potencia eléctrica generada debe ser igual en cada instante a la potencia demandada por los consumidores más las pérdidas del sistema. Esta demanda la definen los diversos consumidores de energía eléctrica y presenta variaciones diarias, semanales y estacionales altas. Por ejemplo, en el caso de una curva típica de demanda diaria en México, ésta presenta un pico entre las 19 y las 22 horas debido fundamentalmente a la iluminación residencial y pública.

Como la generación debe ajustarse en cada momento a la demanda, el sistema eléctrico nacional tiene diferentes tipos de plantas que funcionan a diversa hora del día y cuyo costo de generación es distinto. Así, por ejemplo, para la generación base (aquella que suministra la demanda que es más o menos constante durante del día) se usan plantas de generación que es difícil prender y apagar y cuyo costo de generación es menor. Para el pico de la demanda se usan plantas que son fáciles de manejar y cuyo costo de generación es más alto. Así, en el caso de México, como en otros países, el mayor pico de la demanda es suministrado por plantas de turbogas, que pueden prenderse y apagarse fácilmente, su costo de inversión es bajo, pero su costo de operación y mantenimiento es alto.

Teóricamente, el horario de verano se concibe para disminuir ese pico de demanda. Se aprovecha que la luz solar cubre más horas durante el día y así se disminuye ligeramente el pico de la demanda y por tanto la generación de electricidad por turbogas. Inclusive, aunque la demanda de energía creciera ligeramente en la mañana, existe la capacidad instalada para cubrir esa demanda. Sin embargo, si crece durante el pico se requiere nueva capacidad de generación.

Por otro lado, el ahorro de energía que en teoría genera el horario de verano, es casi imposible que se muestre en la tarifa que paga el consumidor residencial (porque se paga lo mismo independientemente de la hora a la que se consume y porque los ahorros individuales son muy pequeños). Más bien este ahorro es la suma de los pequeños ahorros residenciales, más la iluminación pública más la de los edificios comerciales y públicos. Asimismo, teóricamente los ahorros que se generan tienen un costo económico muy bajo, comparado con sus beneficios.

De acuerdo con la Secretaría de Energía, el horario de verano en México ha permitido un ahorro del uno por ciento del consumo de energía. El problema de esta aseveración, es que pocos hemos visto las bases asociadas a estos cálculos. Teóricamente se espera que el país deje de generar electricidad por el horario de verano, sin embargo, es indispensable que la información de los cambios en la curva de carga del sistema interconectado nacional (antes y después del horario de verano) se hagan públicas y no se manejen como información confidencial.

ƑCómo tomar una decisión si la información no es totalmente transparente? En este país, donde las mentiras son el pan (y el pri) de cada día, donde se miente respecto al Fobaproa, a las elecciones, al narcotráfico, y respecto a tantas otras cosas más, es perfectamente entendible que se suponga que la información sobre el horario de verano no es real. Por eso, es urgente que se dé a conocer públicamente la información sobre la cual se basa el cálculo del ahorro del horario de verano.

Por otro lado, desde sus inicios, la aplicación del horario de verano en el país ha sido una imposición vertical que no fue construida con base en una consulta pública. El horario de verano afecta la vida cotidiana de todos los mexicanos. Particularmente en el primero y último mes de su aplicación, cuando la iluminación natural es escasa en la primera hora de la mañana. Es perfectamente entendible que haya descontento en torno al horario de verano si por un lado no se explica por qué ocurren los ahorros, por qué es importante ese pequeño sacrificio que hacemos todos y por otro lado, por qué no se toma en cuenta la opinión de la población una vez que se ha informado y debatido sobre el tema.

El secretario de Energía, con su tradicional chantaje (según él ya deberíamos estar sufriendo las consecuencias de que las compañías eléctricas no se hayan privatizado, o de los altos precios del petróleo) ya nos aseveró, que si no se aplica el horario de verano, pronto estaremos sufriendo cortes de energía eléctrica. Esas son precisamente las declaraciones que no ayudan a entender el problema y que por el contrario enturbian la discusión y la toma de decisiones.

Finalmente, existe el problema jurídico asociado a quién toma este tipo de decisiones. Si es el Ejecutivo federal o es el Congreso de la Unión, si se está pasando por encima de la soberanía de los estados o no.

La arrogancia con la que se toman las decisiones en México ha hecho perder la posibilidad enorme que puede significar el horario de verano, no sólo por lo ahorros que éste pudiese producir, sino por la oportunidad de haber desarrollado una campaña de cultura en torno al ahorro de energía y de mostrar cómo los cambios en el patrón de consumo pueden ayudar al país para disminuir el consumo de energía y los impactos ambientales que éste causa.

Creo, finalmente, que antes de tomar una decisión en torno a si se sigue aplicando o no el horario, o si se puede modificar el periodo de tiempo de su aplicación (por ejemplo tres o cuatro meses en vez de seis) debe mostrarse claramente la información en la cual se sustentan los cálculos de la Secretaría de Energía y debe abrirse un debate y una consulta pública sobre el tema.

En este caso, parece que la Secretaría de Energía cometió el error de hacer algo que puede ser bueno de una forma sumamente mala.