DOMINGO 2 DE ABRIL DE 2000
Ť Entrevista de azotea
Mi fin no es crear conciencia política: el ex Mano Negra
Juan José Olivares Ť Pese a sus presentaciones gratuitas, en ocasiones secretas, en países latinoamericanos, en ocasiones en medio de situaciones políticas difíciles, como en Venezuela, en 1989, cuando el pueblo se levantó contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, o en la plaza central de Río de Janeiro, cuando llegó el presidente George Bush para reunirse con su homólogo Fernando Collor de Mello, el cantante Manu Chao no "quiere concientizar a nadie", sólo se siente afortunado de poder decir en sus canciones lo que siente y respira en su continuo peregrinar por todo el mundo: ''Lo único que doy en cada lugar que voy es mi opinión, que no vale más que la del panadero de enfrente o el mecánico''.
En una charla con La Jornada, efectuada en la azotea de un edificio de la Cuauhtémoc, el buen Manu asesta: "He tocado en esos puntitos calientes, como en París, cuando el gobierno francés -de 'izquierda'- se dedicó a reprimir a los árabes".
"Tocar gratis para la peña (la banda) es una obra de la casualidad; son oportunidades que no debes desaprovechar. Es una ventana muy abierta para decir a la gente un mensaje. Sé, de alguna manera, que soy un líder de opinión, pero no tengo que caer en ese concepto. Hay una diferencia entre dar tu opinión y empezar a adoctrinar".
Según el francés, que le da igual ser de cualquier nacionalidad, porque la suya "es en el momento y en el lugar que esté", la retroalimentación entre figuras que combaten por la justicia es fundamental: "Por ejemplo el sub Marcos y todos los que están tras de él me han dado fuerzas para luchar cada día más. Cuando los vi (a los zapatistas) me pareció que yo estaba haciendo muy poco. Es un ejemplo de gente luchadora que pone la carne al asador. Hay mucha gente que adoctrina y hace muchas frases de rebelde en el sillón de su casa. La gente de Chiapas manda mensajes, pero a la vez tiene la carne en el asador".
Para Manu, el fervor por lo latino surge luego de darse cuenta de que París es "una ciudad que chupa demasiada energía" y que "no es un buen lugar para estar (aunque haya focos lindos de resistencia)", por lo que viajar se convirtió "en la mejor escuela del mundo, aunque para muchos sea difícil por cuestión económica, por no tener papeles". Y reitera: "No soy clandestino, porque tengo los papeles que me permiten ir por todo el mundo, por la tontería de nacer en un lugar (en Europa)", pero la verdad no le importa nacer en cualquier lado, pues es "ciudadano del momento".
Hablando de que a veces las personas intensas -como él- tienen la necesidad de desaparecer, de hacerse invisibles, comenta: ''Eso para mí siempre fue un sueño. Soñar que soy invisible, pero no para meterme en las duchas de las chicas".
Pero este peregrino reconoce que no hay que desaparecer tanto: "Con el tiempo ves que tu más grande tesoro es tu madre, o la mujer que esté a tu lado, por eso ahora trato de cuidarlas, es como solidarizarte con ellas, darte cuenta de que estás en el mismo barco".