La Jornada domingo 2 de abril de 2000

Angeles González Gamio
La ciudad pierde dos personajes

Toda ciudad con solera y tradición tiene siempre personajes que sobresalen por un quehacer destacado, que enriquece la vida colectiva, dejando una huella que los trasciende. Recientemente fallecieron dos personajes admirados y queridos: Guadalupe Pérez San Vicente y Tonatiuh Gutiérrez.

Lupita, como la llamaban con cariño amigos y familiares, dedicó su vida a la historia de México. En el Archivo General de la Nación realizó importantes trabajos que, según palabras de la doctora Stella González Cícero, actual directora del sitio, "junto con otros archivistas pusieron las piedras fundamentales para proteger y difundir la memoria histórica documental de la nación mexicana".

Dentro de esta pasión por la historia, Lupita integró el amor a la gastronomía teórica y práctica, pues así como conocía los orígenes, el desarrollo, las causas y los propósitos del rico mundo de la coquinaria patria, era a su vez una extraordinaria cocinera. Como secretaria histórica del Consejo del Centro Histórico -su último trabajo- creó los "convites gastronómicos", en los que participaron con entusiasmo los restaurantes y cantinas del lugar. La degustación giraba alrededor de un tema que podía ser una festividad o los ingredientes de temporada. La adorable doctora, a la que por su dulzura y elegancia los amigos cercanos llamaban La Princesa Caramelo, escribía una breve y amena historia del mesón y de los platillos.

Además del estímulo que fueron estos convites para la superación en la elaboración de alimentos y de la calidad del servicio, sirvieron para unir a la comunidad que vive o trabaja desde hace años en el Centro Histórico, con el que están comprometidos y al que tienen profundo cariño. Ejemplos son la familia Briz, dueña de los restaurantes El Cardenal; Salvador Orozco, de la Hostería de Santo Domingo; Rafael y Gabriela Ballesteros, del Café de Tacuba, y el simpático Amador Bernal, de la dinastía de jugueros que fundó su madre hace 50 años. En esta comunidad, prácticamente familiar, participan también arquitectos del Fideicomiso del Centro Histórico, que han coadyuvado a su restauración, como Jorge Jesús Carrillo, Roberto Alarcón, Guadalupe Gómez Collada y José Bravo, de la Asociación de Comerciantes y creadores del programa de radio y la revista Ritos y retos del Centro Histórico, y el historiador Jorge Nacif. Merecidamente, el Festival del Centro Histórico dedica uno de sus convites a Lupita, quien fue su brillante asesora.

Tonatiuh Gutiérrez, hombre talentoso y polifacético, fue un atleta destacado que, entre otras actuaciones relevantes, en dos ocasiones ganó el Campeonato Mundial de Nado de Larga Distancia, recorrido que va de Nápoles a Capri, en Italia. A este amor sumó otros dos: el de los buenos libros, de los que formó una magnífica colección, y a su vez fue editor y autor de varias obras notables, junto con Electra, su extraordinaria compañera de vida. Su otra pasión fueron las artesanías; en los años setenta fundó el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), que ha sido fundamental para el mantenimiento y el desarrollo del arte popular, sostén de miles de artesanos en el país, muchos pertenecientes a grupos indígenas, ancestralmente los más desprotegidos. Esta institución ha incidido de manera muy significativa en la valoración de este arte, que es sin duda uno de los aspectos más destacados de nuestra cultura, heredero directo del arte prehispánico, que nos da identidad y es motivo de disfrute y orgullo.

La devoción de Tonatiuh por el arte popular continuó tras su salida de Fonart, ahora dirigido con igual entrega y eficacia por María Esther Echeverría. Desde hace cerca de tres años se integró al grupo que formaron Teresa Pomar, Sol Rubín de la Borbolla, Laura Osegura, María Esther Echeverría y Cristina Payán para promover la creación del Museo Nacional de Arte Popular. Autollamadas "las tequileras", se organizaron formalmente bajo el nombre de Populart, integrando a expertos en la materia. A partir del ingreso de Tonatiuh, las reuniones se llevaron a cabo en la hermosa casona de Coyoacán que compartía con Electra.

Amantes ambos de todo lo mexicano auténtico, su casa es prácticamente un pequeño museo: barro negro de Oaxaca, cerámica del guanajuatense Gorky González, vidrio soplado de Carretones y de Jalisco, "gordas" de Celaya, esas deliciosas muñecas catrinas de cartón colorido, textiles, esferas vibrantes de todos tamaños y colores, piezas de Atzompa, de Tlaquepaque, de Izúcar de Matamoros, de Ocotlán, son objetos de uso y decoración, una fiesta de belleza y alegría, que se complementa con las viandas tradicionales que colocan siempre, tentadoramente, en la gran mesa de centro, que pueden ser churros, tamales y una variedad de dulces mexicanos, acompañados de aguas frescas, chocolate o atole. Hace unos días, sentado en su jardín del que se sentía orgulloso y en donde solía desayunar con los amigos, bajo la fronda de árboles añejos en toda la gama de verdes, con el único colorido de una enorme bugambilia, Tonatiuh dejó de existir, súbitamente, en los brazos de su hija Tihui.

Tonatiuh Gutiérrez y Guadalupe Pérez San Vicente, personajes de esta ciudad, continúan en ella a través de sus obras y en el corazón y la mente de los que los conocimos. No cabe duda que su paso por la vida hizo de esta ciudad un lugar mejor. Descansen en paz.

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