DOMINGO 2 DE ABRIL DE 2000

Ť Juan Hernández Hernández aparece 2,414 veces


Existen en el padrón electoral 21 millones de homonimias

Ť Mario Ruiz Massieu, vigente en el listado; nadie notificó su muerte

Mireya Cuéllar Ť Un total de 21 millones de mexicanos comparten su nombre con, cuando menos, un mexicano más. Es decir, hay 21 millones de homónimos. Sin embargo, Juan Hernández Hernández es un hombre particular; tiene la posibilidad de encontrarse en cualquier esquina con uno de los otros 2 mil 413 Juan Hernández Hernández más que andan por el país.

Y si vive en Pachuca, Huichapan o en alguno de los pueblos del valle del Mezquital, šcuidado!, porque un día puede chocar con cualquiera de sus 541 homónimos que se concentran en Hidalgo. Si usted es el Juan de Yucatán, Colima o Nayarit, despreocúpese: es único en su tierra.

Unicamente 38 millones de ciudadanos tienen un nombre que es único; el resto, desde Miguel Joffer Kiamy Félix, que aparece dos veces, hasta el multicitado Juan tienen homónimos.

En el México que nos revela el padrón electoral -están inscritos 59 millones 732 mil 605 ciudadanos- hay tan sólo 244 mil apellidos diferentes. Hernández es el más frecuente, 4.5 millones de ciudadanos lo comparten como herencia paterna o materna. Así, los 10 nombres completos más comunes son Juan, María, Juana, José, Francisco, Antonio, Pedro, Guadalupe, Margarita y María Guadalupe. Todos Hernández Hernández.

En la década de los 70, los mexicanos dejaron de llamarse como mandaba el santoral para adoptar los nombres de los galanes o cenicientas de las telenovelas. Nacieron las Vivianas y los Carlos Augustos -en los días del tormentoso romance televisivo entre Rina (Ofelia Medina) y Enrique Alvarez Félix-; los Luis Albertos aparecieron masivamente con Los ricos también lloran.

El padrón nos remite también a movimientos migratorios. Una oleada de ciudadanos judíos llegó a México a fines del siglo pasado. La otra, en los 30 y 40 del siglo que corre, durante la persecución de que fueron objeto en Europa. De entonces son los Woldenberg, que no llegan a 30 en el padrón. Los Mizrahi vienen de más atrás. La guerra civil española trajo a los Barberán, a los García de Fernando... entre otros muchos. Hoy, Barberán sólo quedan cuatro en la lista.

Y si nos atenemos a las fechas de nacimiento, también nos remiten a los movimientos políticos. No hay Porfirios registrados entre 1920 y 1930. El recuerdo del desterrado dictador era demasiado reciente para los mexicanos. Algunos de los que se animaron a usar ese nombre un poco después fueron los padres de Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, quien nació y fue registrado en 1933. Los Diegos y la nueva ola de Emilianos todavía no tienen edad para entrar al padrón.

ƑHay muertos en ese listado? Sí. El director del Registro Federal de Electores explica que son unos 600 mil. ƑVotan? Eso sí, quién sabe. Para quienes dudan de la muerte de Mario Ruiz Massieu, pueden ir a su casilla -ubicada en el Distrito Federal- el próximo 2 de julio. En el registro sigue vivo. Nadie notificó oficialmente su muerte, y para bajarlo del padrón es requisito indispensable. ƑHay desaparecidos en el padrón? También. Quizá sin darse cuenta, alguien en Tamaulipas podría estar haciendo fila tras Manuel Muñoz Rocha, su nombre está en una lista nominal.

El que seguro no aparece es Raúl Salinas de Gortari. Un juez informó hace varios años al RFE que estaba suspendido de sus derechos políticos. Carlos Salinas de Gortari, en cambio, podría venir a votar.

Y para quienes creen que sólo algunos varones niegan o por alguna razón no dan el apellido a sus hijos, hay 129 mil 666 ciudadanos que dicen que su único apellido se los dio el papá, porque el de su mamá les resulta desconocido. Ciertamente, son más hombres que mujeres quienes no dan apelativo a sus hijos: 292 mil 299 mexicanos que solicitaron su alta en el padrón dijeron tener sólo apellido materno.

Pero hay quienes no disponen siquiera de uno. Mil 719 dijeron llamarse Juan, Pedro o Luis. Así, sin más. En su credencial de elector aparecen dos X en los espacios respectivos. Algunos de ellos -se sabe por muestreos realizados- son indígenas. Los tarahumaras no tienen ese problema, porque la costumbre es adoptar el nombre completo de alguien que "les cae bien"... nada más que a la semana pueden conocer a otra persona que les cae mejor y no dudarán en cambiarlo.

Los aprehensivos del correo podrían empezar a relajarse. Algo más de 7 millones de mexicanos -7.7, para ser precisos- viven en un "domicilio conocido", la mayoría de ellos en Veracruz; un millón 7 mil 501, es decir, 23.45 por ciento de su padrón.

Eso no quita que un hombre tenga como domicilio la fuente de Pemex, en la ciudad de México. Si no vive, cuando menos ahí se cobija todas las noches. No es necesario tener casa para ser ciudadano con plenos derechos. Sólo basta ir a un módulo del IFE. Se puede dar como dirección la alcantarilla de Balderas y Ayuntamiento, a unos pasos, muy cerca, de la vieja XEW.

Todos estos ciudadanos son mayoritariamente jóvenes: 49.22 de los empadronados son menores de 35 años. Otro 42.74 tiene entre 35 y 64 años. Sólo 8.04 por ciento son mayores de 65. Poco más de la mitad, 51.66 por ciento, son mujeres bonitas; el restante 48.34, varones. Los indicadores tan sólo permiten saber que la mayoría, de piel tostada, son realmente apuestos.