José Antonio Rojas Nieto
Nuestra subordinación petrolera
Realmente es un error, un muy grave error, que México eleve su producción petrolera en 150 mil barriles. Fue error -a estas alturas ya no cabe ninguna duda- haber amenazado al principio de las deliberaciones con la OPEP, con elevar la producción en 325 mil barriles al día. Ya se sabe el efecto de toda la actitud de México. Si bien es cierto que nuestro país no es el único responsable de impulsar una cuestionable decisión que muy probablemente implicará una nueva inundación relativa del mercado por parte de los productores y, con ello, un abrupta baja de precios, es cierto que México actuó buscando a toda costa bajar los precios. Los números más recientes que empiezan a brotar en el mundo petrolero no dejan mentir. En contra de una idea original de que el consumo del primer trimestre alcanzaría casi los 78 millones, las primeras estimaciones indican un monto no superior a los 76 millones, es decir dos menos de lo esperado; asimismo en contra de una idea de que la oferta en le primer trimestre sería de 75.2 millones, alcanzó 75.5 merced, entre otras cosas, a la elevación de la producción del Mar del Norte, Noruega y el Reino Unido, principalmente. Así, frente a una demanda estacional para los meses de abril a junio de sólo 74.7 -en contra de una estimación inicial de 75.4-, prácticamente se ha acordado ya una producción superior en poco más de dos millones de barriles a la registrada en el primer trimestre, por lo que podemos esperar un nivel no inferior a 76.4 millones de barriles al día. En este contexto, los grandes productores podrán manipular a su antojo su necesidad de cubrir inventarios a menor precio en este u otro trimestre.
Estos y otros números nos permiten asegurar que fue todo un éxito la campaña de Estados Unidos para debilitar el frente de productores: y que ahí, en ese marco, la actuación de México fue también todo un éxito para nuestros vecinos, aunque lamentable, profundamente lamentable, para nosotros.
Y por si fuera poco, con orgullo se anuncia el monto de la ampliación de la producción mexicana: 150 mil barriles, que en la portada aparece como 5 por ciento de la producción, pero que representa que 10 por ciento de las exportaciones totales y 12 por ciento de las exportaciones a Estados Unidos. Ni más ni menos.
Así, lo que debió haber sido una actuación responsable y astuta, sustentada en un análisis cuidadoso y prudente de los números de la demanda, de la oferta y de los inventarios, frente a una incuestionable pero, sin duda, todavía teórica necesidad de atender la recuperación de la demanda, se convirtió, como lo señalan las tendencias de los precios, menos en la búsqueda de estabilización del mercado y ni siquiera, en un apoyo a la política estadunidense; en los hechos de una subordinación a sus preocupaciones y sus decisiones.
Por eso, ante los nuevos números que empieza a ir arrojando el mercado petrolero, no hay respuesta para un amigo que preguntaba muy indignado, luego de ver estos números: Ƒcómo entender que se acuerdan elevaciones de la producción luego de un trimestre en el que, pese a ciertos sobresaltos registrados solamente la primera semana de marzo, se tuvo un ascenso estable de precios? ƑCómo, asimismo, comprender la elevación de cuotas de producción precisamente en el momento en el que el mercado tiende a reducir su demanda en casi un millón y medio, o acaso hasta en poco mas de dos millones de barriles? Pero pesándolo bien, sí hay respuesta: se llama subordinación.