MIERCOLES 5 DE ABRIL DE 2000
Desechos, recuerdos de la guerra fría y desierto habitado
Las Vegas, resistencia antinuclear
Jim Cason y David Brooks, enviados /III, Amargosa Valley, Nevada, 4 de abril Ť Este valle, 150 kilómetros al norte de Las Vegas, es el lugar más bombardeado en el mundo y se ha convertido en el centro de resistencia nacional contra la industria nuclear.
Oficialmente, el gobierno federal, que es dueño de 84 por ciento de las tierras del estado, califica el sitio como "deshabitado".
Pero al viajar por esta zona, estos enviados pudieron constatar que sí hay habitantes -unos 2 mil-, entre ellos granjeros que han logrado convertir, mediante técnicas de riego y manejo de recursos, partes de este desierto en tierras que producen alfalfa, pistachos y otros productos; además, una gran planta lechera con 6 mil vacas provee de una cuarta parte del lácteo al estado, que envía cada día 120 mil litros a Los Angeles y a otras partes de California.
Pero ahora, según al granjero local Ralph McCracken, toda la tierra cultivada, así como el medio ambiente, están amenazados por la intención del gobierno federal de almacenar 70 mil toneladas de desechos nucleares radiactivos en un enorme depósito subterráneo, en medio de este condado.
Parado frente a sus árboles de pistachos, McCracken señaló la Montaña Yucca, a menos de 20 kilómetros de distancia, donde los expertos del gobierno federal han invertido más de 3 mil millones de dólares para iniciar la construcción de ferrocarriles subterráneos y un complejo sistema de almacenes para depositar el desperdicio nuclear.
Lo que preocupa a McCracken y a otros habitantes aquí es que los encargados de construir el depósito bajo control del Departamento de Energía siguen cometiendo errores y, advierten, las fallas nucleares tienen consecuencias mortales. El material radiactivo, según expertos, es tan peligroso que un humano expuesto a un solo paquete de desecho nuclear moriría en menos de 10 segundos.
"No soy activista antinuclear", insistió McCracken a La Jornada. "Mi problema es que si lo van a hacer, quiero que lo hagan correctamente". El granjero describió por qué ha perdido confianza en la forma en que el gobierno ha manejado esto. Primero el Congreso federal estableció una serie de condiciones mínimas para determinar si un sitio era apropiado para depositar desecho nuclear; después, las cambió para mantener este sitio como el más viable. "Estaban buscando un sitio sin humedad o agua, pero descubrieron agua en la Montaña Yucca. Deseaban un sitio sin fallas geológicas, pero las encontraron. Querían un sitio sin sismos, pero descubrieron después que en esta zona hay sismos".
Aun así, continúa avanzando el proyecto.
Cerca de aquí está el Sitio de Pruebas de Nevada, que durante la guerra fría fue el centro de pruebas de la bomba nuclear. Los militares detonaron más de 960 bombas nucleares allí, primero al aire libre y más tarde de forma subterránea, frecuentemente sin protecciones mínimas para asegurarse de que el material radiactivo no se escapara.
A principios de los noventa, el gobierno federal, después de décadas de negarlo, reconoció que miles de personas en este estado -los llamados "abajo viento"- fueron expuestos a nubes radiactivas generadas por esas explosiones, por lo que hubo tasas mucho más altas de cáncer y otras enfermedades fatales.
"Hemos aguantado incontables bombas nucleares, hemos tomado un monto desproporcionado de lo que el resto del país no quiere", comentó Ed Goedhart, administrador de la granja lechera Ponderosa. Goedhart y otros miembros de la Fuerza de Tarea de Desecho Nuclear de Nevada han organizado una campaña para detener el proyecto de la Montaña Yucca. El gobierno estatal y ciudadanos también se oponen.
Pero el Congreso federal y el Departamento de Energía dicen que los residentes están mal informados, y en marzo la Legislatura en Washington aprobó este sitio como el almacén permanente para desechos nucleares generados por las plantas de este país, así como para la basura de las ojivas que ya no están en uso. El problema que enfrentan las autoridades y la industria nuclear es que varias de las 103 plantas de Estados Unidos ya no tienen espacio para almacenar el combustible usado.
Una vocera del Departamento de Energía, Gail Fisher, comentó a La Jornada que no se transportará material nuclear a este sitio hasta que la zona sea completamente segura. "Estamos completando una evaluación sobre cómo diseñar un sitio que pueda ofrecer un almacenamiento bueno y seguro para estos materiales durante por lo menos 10 mil años", dijo.
Pero admitió que pronosticar algo a un plazo tan largo es "un desafío" para los investigadores del Departamento de Energía. "Estoy segura que habrá algunas personas que nunca pensarán que es seguro, pero nosotros creemos que se puede lograr", agregó.
El geólogo Steve Frishman, quien trabaja para el estado de Nevada en asuntos nucleares, rechaza este tipo de afirmaciones. "Hace 10 mil años esta zona era un lago", refirió a La Jornada durante una gira por este desierto. "ƑCómo pueden pronosticar lo que habrá aquí en otros 10 mil años?", se pregunta.
Nevada aprobó una ley en 1989 que prohíbe el almacenamiento de desechos nucleares de alto nivel en esta entidad y Steve Frishman es parte de un equipo de expertos contratado por el estado para batallar contra el gobierno federal por el sitio.
Frishman y Judy Treichel, activista con la Fuerza de Trabajo para el Desecho Nuclear de Nevada, insisten en que este asunto tiene dimensiones nacionales. Para transportar el desecho a este sitio, dicen, el gobierno federal deberá usar camiones y trenes que cruzarán algunas de las regiones más pobladas de Estados Unidos.
Estas caravanas llamadas por los activistas "Chernobiles móviles" pasarán a menos de dos kilómetros de donde viven 50 millones de estadunidenses.
Esas comunidades han empezado a organizar resistencia al plan, y el año pasado la creciente coalición realizó conferencias de prensa simultáneas en 80 ciudades del país para oponerse al transporte del desecho nuclear a la Montaña Yucca.
Activistas de esta región viajaron a Seattle para unirse a la resistencia civil en la reunión de la Organización Mundial de Comercio el año pasado, y esta semana informaron que viajarán a Washington en próximos días para unirse a las manifestaciones contra el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. "Todo es parte de un amplio movimiento", comentó una activista.
Frishman, quien ayudó a derrotar el establecimiento de un sitio similar en Texas en los 80, argumenta que gran parte del desecho podría almacenarse de forma segura en las propias plantas que lo generan por muchos años más. La prisa para construir un almacén central para todo el desecho es de las empresas de la industria nuclear que desean vender más plantas a otros países, dijo.
Los empresarios se han quejado de que las ventas de nuevos reactores se han postergado o cancelado porque nadie ha resuelto el problema de dónde tirar el desecho que se produce. "La Montaña Yucca no sólo es un caso prueba para Estados Unidos. Si lo abren, será el primer sitio de desperdicio nuclear en el mundo; así de importante es esto", dijo Frishman.
El granjero McCracken no desea ser una rata de laboratorio. "Promueven que la energía nuclear es barata, pero los costos a largo plazo son muy caros", dice. McCracken y Goedhart entienden que se debe hacer algo con el desecho nuclear, pero argumentan que Estados Unidos debería investigar otras tecnologías y métodos de almacenamiento y no sólo enterrar el material, declarar que todo está seguro, y esperar que el problema se desvanezca.
El problema no es para los próximos 10 mil años, sino para el presente. "Enviamos 128 libras de leche anualmente a unos 30 millones de personas en la costa occidental, particularmente California", escribió Goedhart en una carta dirigida al Congreso hace poco. "ƑQuién deseará beber leche orgánica producida junto al tiradero de desecho nuclear más grande del mundo?"