JUEVES 6 DE ABRIL DE 2000

* Volvimos a la raíz... a los agremiados: líderes


Surge en Las Vegas "envidiable" modelo de organización sindical

* Los combates son "mano a mano" contra la mafia de Wall Street

Jim Cason y David Brooks, enviados/IV y última, Las Vegas, Nevada, 5 de abril * "Queremos que nos escuchen y nos respeten", coreaban 300 recamareras en inglés y en español, vestidas con sus uniformes rosas, durante una marcha espontánea de protesta contra los administradores del hotel Flamingo, lo que sorprendió a los turistas que llegaban a jugar al casino de ese lugar.

Las recamareras se hartaron por un incremento en la cuota de cuartos que les tocaba asear al día, explicó Dina Hernández, una de las participantes, al describir la acción una semana después. Gran parte de las 300 trabajadoras se reunieron de nuevo para definir sus demandas, entre ellas la expresada por Hernández ante los aplausos de sus compañeras: "los patrones deberían ser obligados a presentarnos una disculpa".

En Las Vegas los trabajadores son conscientes de su fuerza. En los últimos 15 años, recamareras y otros trabajadores de los grandes hoteles y casinos de esta ciudad han pertenecido a la sección 226 del Sindicato de Trabajadores Culinarios, y su gremio se ha convertido en el de mayor crecimiento del sector privado en todo Estados Unidos.

Este dinamismo que ha desarrollado un modelo de sindicalización "Las Vegas" es hoy día la envidia en este país. Alentados por estos éxitos y las luchas de este sindicato, otros aplican ahora estos ejemplos, y hasta intentan sindicalizar a los indocumentados.

"Nuestro objetivo es tener empleos decentes en el sector de servicios, donde los trabajadores pueden gozar de un buen nivel de vida con seguro médico, pensiones, salarios dignos y vacaciones pagadas", explicó uno de los dirigentes del sindicato, D. Taylor, a La Jornada. Cuando Taylor llegó a esta ciudad en los años 80, el sindicato contaba con 19 mil miembros y enfrentaba su posible fin ante una campaña de los hoteleros destinada a deshacerse del gremio. Hoy día, la sección sindical representa a casi 50 mil trabajadores y más de 80 por ciento son de los hoteles y casinos comerciales de Las Vegas.

"Una de las cosas que hicimos fue subrayar el esfuerzo de sindicalización y nuestras demandas de contrato colectivo tenían eso en su centro", explicó Taylor. Antes, agregó, este gremio practicaba un sindicalismo más bien empresarial. "Decidimos regresar el control del sindicato a sus miembros", recordó Taylor. "Por ejemplo, por primera vez insistimos en que representantes de la base participaran en las negociaciones de contratos, desarrollamos un sistema en el que los trabajadores nombran a un representante en cada hotel, y éste es responsable de movilizar a los miembros para negociaciones, acciones y manifestaciones.

"Para nosotros, las luchas de sindicalización no son de una semana, o un mes, ni un año. Las vemos como batallas que durarán años y nos comprometemos a llevarlas a cabo hasta ganar, dure lo que dure", agregó Taylor. Una huelga, contra el hotel y casino Frontier, duró seis años, cuatro meses y 10 días, sin que ningún sindicalizado se hiciera esquirol, y concluyó exitosamente cuando se vendió el hotel a otros dueños en 1998.

Para celebrar el triunfo, propietarios de otros hoteles sindicalizados (algunos habían ofrecido comidas a los huelguistas), el gobernador del estado y dirigentes nacionales acompañaron a los trabajadores de regreso al hotel.

"Después de más de 2 mil 300 días en paro, los huelguistas de Frontier han hecho una declaración apasionada a nombre de los trabajadores sindicalizados desde Maine a México", declaró Richard Trumka, secretario tesorero de la central obrera nacional AFL-CIO, al concluir la huelga.

Los patrones han cambiado y con ello las tácticas sindicales. Antes los hoteles eran propiedad de individuos, muchos de ellos asociados con las mafias. "Ahora estamos en combates mano a mano contra la mafia de Wall Street", señala Taylor. Los hoteles y casinos ahora son propiedades de grandes empresas, cuatro de las cuales son dueñas de tres cuartos de los grandes "megacasinos".

Esta transformación de la industria permitió que en vez de buscar sindicalizar trabajadores en un hotel individual y seguir con el próximo, el sindicato culinario se centrara en las empresas poderosas que controlan estas propiedades.

Hoy, la mayoría de las grandes empresas tienen contratos en los que se estipula que si una mayoría de los trabajadores de cualquiera de sus propiedades firman tarjetas a favor del sindicato, éste será reconocido automáticamente y se firmará un contrato colectivo. Este modelo, conocido como "reconocimiento sindical de palomeo de tarjeta", es la envidia de estas agrupaciones en otras partes del país.

"Creo que Las Vegas ofrece un modelo de organización sindical", comenta Cindy Young, directora de organización del AFL-CIO en Nevada. "Pero recuerden, no es que las empresas fueran generosas y estuvieran dispuestas a aceptar este modelo, sino que estaban dispuestas a confesar que el sindicato las había derrotado.

"Hemos regresado a las raíces del sindicalismo en este país", comenta Taylor. "Los sindicatos estadunidenses fueron formados por inmigrantes judíos, irlandeses, italianos y otros". Hoy los están formando inmigrantes mexicanos, centroamericanos y asiáticos, señaló.

Casi todos los inmigrantes agremiados del sindicato culinario en los grandes casinos y hoteles tienen papeles, pero Young señaló a La Jornada que la militancia de este sindicato ha contagiado a otros gremios aquí cuyos miembros son en gran parte indocumentados. El sindicato de carpinteros, por ejemplo, después de años de poca actividad y de ignorar la creciente presencia de trabajadores indocumentados en la construcción, ha empezado a aglunitar a mexicanos que representan gran parte de la mano de obra en la construcción de nuevas casas en la ciudad de mayor crecimiento de población en el país.

Trabajando junto con una organización social de líderes religiosos que han formado el Consejo Ecuménico de Las Vegas por la Justicia para los Trabajadores, el sindicato de carpinteros comenzó una campaña para defender los derechos de los trabajadores indocumentados en empresas no sindicalizadas. A principios de marzo, este gremio presentó una queja ante la Comisión Laboral del Estado de Nevada, en la que afirmó que los trabajadores en la empresa constructora Jetstream eran obligados a regresar hasta 200 dólares de su salario semanal a los capataces de la empresa bajo amenaza de perder sus empleos.

Pablo Delgado, uno de los trabajadores afectados, dijo que cada vez que trabajaba en contratos de construcción para el sector público que estipulaban una salario más alto, el dueño de la empresa John Field le obligaba a repagar parte de ese salario a la compañía. Después de trabajar más de un año para ésta, Delgado se negó a pagar y fue despedido. Ahora, su caso forma parte de la campaña sindical contra la empresa.

El sindicato de carpinteros logró recientemente que el gobierno municipal decidiera negar trabajos a Jetstream así como a cualquier empresa que violara los derechos laborales. "Los carpinteros de Nevada están intentando acercarse a los trabajadores de habla hispana", comentó Michael Slater, director ejecutivo del Consejo Ecuménico. "Esto es tremendamente importante, hay por lo menos 10 mil latinos en esta industria, y entre 40 y 50 por ciento son indocumentados. El nivel de explotación es enorme".

Young, del AFL-CIO estatal, advierte que este tipo de campaña enfrenta obstáculos y necesitará de mucho tiempo para rendir frutos. Además, recuerda, en Nevada los trabajadores del sector público tienen prohibido, por ley, formar sindicatos y negociar contratos colectivos, además de que el estado tiene las llamadas "leyes de derecho a trabajar" que prohíben que los sindicatos puedan obligar la afiliación sindical de todos los empleados en una empresa que acepta un contrato colectivo.

 

Exitos en el terreno político

 

Como resultado, el campo de batalla de los sindicatos no sólo es frente a las empresas, sino también en el ámbito político. Young informa que en ese terreno han empezado a tener éxito también.

Una mesera de un hotel y activista sindical fue recientemente electa al Senado estatal, y el sindicato culinario fue clave en los triunfos de una representante federal y un senador federal. "No sólo alentamos a que nuestros miembros participen en política, sino también en todo lo que ocurre en sus comunidades", explica Taylor.

El poder político adquirido ha permitido un inicio en el clima antisindical en este estado. Además de leyes municipales que obligan a empresas que desean contratos con la ciudad a pagar sueldos más elevados, también han logrado negar permisos para que gigantescas empresas antisindicales, como WalMart, puedan instalar nuevas tiendas en esta entidad.

Este dinamismo sindical ofrece no sólo una mejor vida a los inmigrantes sindicalizados, también la fuerza y la seguridad para atreverse a enfrentar a las empresas poderosas de este país y tener voz en este nuevo mundo. "Por el sindicato tengo una vida mejor aquí... y no lo cambio por nada", afirma Manuela Olivas. Y ella, junto con otras recamareras del Flamingo, no esconden su ira ni su gusto por poder luchar contra algunas de las empresas más poderosas del mundo. En esta ciudad de ilusiones, esto es una realidad.